En la última década, Paraguay pasó de tener un ecosistema fintech prácticamente incipiente a consolidar hoy un sector con más de un centenar de actores que protagonizan gran parte de la transformación financiera. Las fintech dejaron de ser iniciativas aisladas para convertirse en una red de empresas que proveen servicios digitales de pagos, crédito y blockchain, siendo un cambio no menor que genera impacto directo en la economía y en la vida cotidiana de miles de usuarios.
Acompañando esta evolución, la Cámara Paraguaya de Fintech, que en sus inicios contaba con apenas una treintena de socios, reúne hoy a más de 120 empresas, en su mayoría nacionales, pero también extranjeras que desembarcaron en el mercado local en busca de oportunidades. “Esto demuestra que Paraguay es un mercado en crecimiento y que no solo empresas locales están apostando, sino también compañías de afuera que vienen desembarcando hace varios años”, señaló Diego García, expresidente y actual vicepresidente del gremio.

Auge empresarial y verticales dominantes
La expansión del ecosistema fintech paraguayo se refleja en la diversidad de verticales que hoy ganan protagonismo. La más fuerte sigue siendo la de medios de pago, donde billeteras electrónicas como Tigo Money, Personal Pay, EKO, Zimple o Wally han facilitado transferencias inmediatas, pagos en comercios y acceso a efectivo sin necesidad de contar con una cuenta bancaria tradicional. La adopción del código QR como herramienta de cobro masivo permitió también que miles de micro y pequeñas empresas, antes limitadas al efectivo, incorporen canales digitales a bajo costo.
Asimismo, el crédito digital constituye otra vertical en crecimiento. Plataformas como Goiko, enfocadas en préstamos en línea, o las alternativas de crowdlending (plataforma de financiación colectiva) y factoring (también llamada factoraje), abren un espacio que tradicionalmente estaba vedado para las pymes y consumidores de menores ingresos. “La vertical de lending, de a poco, va ganando fuerza en la Cámara”, subrayó García.
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El sistema blockchain, por su parte, emerge como un sector singular dentro del ecosistema, con tres aristas definidas: la aplicación tecnológica para seguridad y transmisión de documentos, los exchanges (plataforma de intercambio) de criptoactivos y, sobre todo, la minería de Bitcoin. Este último rubro ha tenido un impacto económico inesperado: “En menos de diez años, la minería superó a toda la industria nacional en volumen de inversión en energía”, destacó García.
Más allá de estas verticales principales, un grupo menor de fintech se orienta a servicios de apoyo financiero, educación digital y desarrollo de software especializado. Este mosaico de soluciones muestra que Paraguay ya no se limita a replicar modelos externos, sino que busca innovar con propuestas ajustadas a su realidad local.
La regulación como pieza pendiente
En términos generales, el crecimiento de este ecosistema no se explica solo por la innovación empresarial. La regulación ha sido, y sigue siendo, un factor decisivo para definir el rumbo del sector. Durante años, las fintech locales operaron en un marco difuso, con normas aplicadas parcialmente y sin una ley específica que las integrara formalmente al sistema financiero. Esa ausencia generó incertidumbre, retrasos y una brecha regulatoria respecto a países vecinos.
La promulgación de la Ley N° 7503 del Sistema Nacional de Pagos, en junio de este año, marcó un antes y un después. La normativa amplió el alcance del Banco Central del Paraguay (BCP) para supervisar no solo a bancos y procesadoras, sino también a firmas fintech, emisores de dinero electrónico y proveedores de servicios de pago. Además, introdujo principios de interoperabilidad obligatoria, buscando evitar monopolios y permitir que distintos actores compitan en igualdad de condiciones.
Si bien desde la Cámara celebran la aprobación, advierten igualmente que aún queda mucho por hacer. “Entre las tareas pendientes está principalmente el tema de legislación. Es algo que insistimos bastante al regulador. Nuestro Banco Central es bastante tradicional, y las fintech siempre fueron disruptivas porque venimos a resolver problemas que antes no existían”, explicó García.
El nuevo marco abre la cancha a más participantes, pero su éxito dependerá de la capacidad del regulador de aplicar reglas claras y equitativas. En un mercado en expansión, la demora de seis meses o más en la implementación de normas puede marcar la diferencia entre atraer inversión o frenar el dinamismo.
Inclusión financiera y brechas sociales
No menos importante, uno de los mayores retos del ecosistema fintech sigue siendo la inclusión financiera. Si bien los avances son notables, todavía existe una marcada dependencia del efectivo y amplias brechas entre zonas urbanas y rurales.
De acuerdo con cifras oficiales, cerca del 79% de los adultos paraguayos ya accede a al menos un producto financiero formal. Sin embargo, la percepción desde el sector es diferente: “Apenas el 30% de la población está bancarizada hoy día. Todavía hay un 70% de uso de efectivo frente a un 30% de pagos digitales”, advirtió García. La diferencia en los números obedece a metodologías distintas, pero refleja una misma realidad donde gran parte de la población sigue operando fuera del sistema financiero tradicional.
En este escenario, las fintech cumplen un rol clave. Muchas billeteras electrónicas han permitido que miles de usuarios realicen pagos, envíen dinero o accedan a microcréditos sin abrir una cuenta bancaria. El código QR se ha convertido en una herramienta inclusiva para pequeños comercios que antes no podían costear un POS. Aun así, la llegada a sectores rurales sigue siendo limitada.
Para el vicepresidente de la Cámara, la inclusión no debe reducirse a la apertura de cuentas: “También hablamos de créditos, soluciones de pagos y herramientas que lleguen a las pymes y a las personas físicas. Es un punto delicado que todavía no está avanzando”. En definitiva, ampliar el acceso financiero sigue siendo el termómetro más claro del éxito de la banca matriz y del ecosistema fintech en su conjunto.

Innovación en infraestructura de pagos
Por otra parte, la modernización del sistema financiero paraguayo no puede entenderse sin la revolución en su infraestructura de pagos. El BCP lanzó en 2022 el Sistema de Pagos Instantáneos (SPI), que permitió transferencias inmediatas y disponibles las 24 horas, los siete días de la semana.
Su adopción fue vertiginosa, ya que mientras en 2022 se registraron poco más de 19 millones de operaciones en todo el año, en junio de 2025 el sistema procesó 28 millones de transacciones en un solo mes, confirmando la magnitud del cambio. En términos de volumen, el SPI movilizó más de G. 82 billones en 2024 (unos US$ 10.600 millones), lo que supone multiplicar por seis el valor transaccionado apenas dos años antes.
El avance también se refleja en la expansión de los pagos con QR, que pasaron de ser una curiosidad tecnológica a convertirse en un canal de cobro masivo. Solo en junio de 2025 se contabilizaron más de 13,9 millones de operaciones iniciadas con QR, con especial impacto en micro y pequeñas empresas que hasta hace poco solo aceptaban efectiva, según una reciente publicación del Banco Mundial (BM).
Para García, la clave es que las fintech no buscan sustituir al sistema bancario, sino complementarlo: “Estamos para sumar servicios, no para competir contra las instituciones”, explicó. La interoperabilidad plena todavía es un objetivo por consolidar, pero los avances en infraestructura muestran que Paraguay ha logrado dar un salto histórico hacia la digitalización de sus pagos.
Comparativa regional y oportunidades
Aunque el ecosistema local todavía es pequeño en escala, su ritmo de crecimiento lo posiciona entre los más dinámicos de la región. Según datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Paraguay representa apenas 0,98% del total de fintech latinoamericanas, frente a gigantes como Brasil (24%), México (20%) o Colombia (13%).
Argentina y Chile también superan con holgura el 10%. Sin embargo, el avance local ha sido notable: el número de startups fintech en el país creció a tasas anuales superiores al 40% en los últimos años, en línea con otros mercados emergentes como Uruguay, Ecuador o República Dominicana.
La principal ventaja competitiva de Paraguay es su tamaño manejable y la posibilidad de implementar mejores prácticas regulatorias sin los niveles de fragmentación que enfrentan países más grandes. La reciente Ley del Sistema Nacional de Pagos, al incorporar a las fintech con reglas de interoperabilidad obligatoria, se inspira justamente en lecciones aprendidas en mercados vecinos, donde la coexistencia de múltiples plataformas cerradas frenó la inclusión.
Para García, la oportunidad de dar un salto cualitativo es clara: “Lo que nos falta es más legislación y que más personas se animen a invertir fuerte en tecnología”. La apertura del mercado no solo atrae empresas extranjeras, sino que también genera un ecosistema propicio para alianzas con bancos, cooperativas y procesadoras locales. En ese marco, Paraguay puede convertirse en un laboratorio de innovación financiera, donde la agilidad regulatoria sea la clave para ganar competitividad.
Perspectivas de futuro
El futuro inmediato del ecosistema fintech paraguayo estará marcado por la buena aplicación de la nueva regulación y la capacidad de los actores de aprovecharla para expandir sus servicios. Finalmente, para García el 2026 será un año decisivo: “Va a haber más apertura por parte del Banco Central para con las fintech, y a la hora que nos dejen demostrar la capacidad que tenemos de competir de igual a igual contra grandes empresas, se va a ver la diferencia para llegar a la inclusión financiera que se necesita”.
Las tendencias que asoman con mayor fuerza son la consolidación de pagos instantáneos, la ampliación de plataformas de crédito digital para consumidores y pymes, y la expansión del blockchain como tecnología transversal, con la minería de criptomonedas como uno de los rubros de mayor inversión en energía.
El desafío está en sostener la confianza de los usuarios, invertir en ciberseguridad y avanzar en educación financiera para que más personas se integren al sistema formal. También será clave atraer mayor financiamiento de capital de riesgo que permita escalar a los emprendimientos locales. Si estas condiciones se cumplen, el boom fintech no será solo una coyuntura, sino el inicio de una transformación estructural del sistema financiero paraguayo.