En Paraguay, el crédito no siempre fluyó hacia donde más valor agregado puede generar. Datos del Banco Central del Paraguay (BCP) muestran que sectores como el comercio o la ganadería concentran una proporción importante de los préstamos, mientras que varios segmentos de la industria, a pesar de su peso creciente en el PIB y de exhibir bajos niveles de morosidad, reciben apenas una fracción de esos recursos. Esta distribución desigual limita la capacidad de sectores estratégicos para expandirse, innovar y competir en mercados internacionales.
La consecuencia es clara, pues sin acceso a financiamiento adecuado y en condiciones competitivas, proyectos con alto potencial productivo quedan relegados. Muchos especialistas coinciden en que corregir esta asimetría es fundamental para diversificar la matriz económica y fortalecer la resiliencia del país ante cambios en el entorno regional y global.
El papel de la banca pública
En este escenario, las instituciones públicas cumplen un rol determinante. La Agencia Financiera de Desarrollo (AFD), banca de segundo piso creada en 2005, ha movilizado más de US$ 5.000 millones en créditos desde su fundación, canalizados a través de bancos, financieras y cooperativas. Su modelo le permite ofrecer plazos de hasta 20 y 30 años y tasas preferenciales, condiciones poco comunes en el mercado local.
En una entrevista anterior con ABC Negocios, Fernando Lugo López, gerente general de la AFD, destacó que en los últimos años se ha priorizado a sectores como la industria, la agroindustria, el forestal y el energético, además de fortalecer el acompañamiento a las micro y pequeñas empresas. “Nuestro desafío es identificar los sectores que más necesitan financiamiento contracíclico y adaptarnos a sus condiciones específicas. No se trata solo de prestar, sino de hacerlo en el momento y forma que permita que esos proyectos prosperen”, señaló.
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Entre las iniciativas recientes figura un fondo de financiamiento destinado al impulso del segmento, llevado a cabo en alianza con el Viceministerio de Mipymes del Ministerio de Industria y Comercio (MIC) y desarrollado con la cooperación de Taiwán, que destina US$ 9 millones a mipymes a través de cooperativas. La AFD también ha lanzado líneas específicas para eficiencia y transición energéticas, y mantiene un papel relevante en el financiamiento habitacional, lo que demuestra su capacidad de sostener programas masivos y replicables en otros segmentos productivos.
“En lo que va del año y al cierre del mes de julio, ya hemos superado unos desembolsos por US$ 250 millones, monto con el que prácticamente ya estamos acercándonos a la cifra total de 2024, año al que hemos llegado a US$ 280 millones”, expresó Lugo López con relación a la demanda crediticia en sectores estratégicos y el rol de financiamiento que llevan adelante.
Garantías para destrabar crédito
Otro instrumento clave es el Fondo de Garantía del Paraguay (Fogapy), administrado por la AFD. Activo en 2025, este mecanismo respalda hasta el 90% del crédito otorgado por entidades financieras, reduciendo el riesgo percibido y facilitando el acceso de empresas viables, pero sin garantías tradicionales. En el primer cuatrimestre del año, Fogapy emitió garantías por US$ 44,8 millones, beneficiando a más de 3.500 mipymes.
El éxito del Fogapy durante la pandemia y su vigencia actual confirman que las garantías públicas son una herramienta eficaz para ampliar la cobertura del crédito productivo y parte fundamental de una estrategia de mantenimiento. Además, su evolución ha dado lugar a líneas especializadas, como Fogami (para mipymes), Fogamu (para mujeres empresarias) y Fogavi (para vivienda), que permiten un abordaje más segmentado.
Complementariedad con otras instituciones
El Banco Nacional de Fomento (BNF) también avanza en líneas específicas para el sector productivo como parte de su estrategia de apoyo al desarrollo. Aunque su cartera sigue concentrada en consumo, este año lanzó productos orientados a subsectores con potencial exportador, como la producción ovina, ofreciendo financiamiento a tasas preferenciales y plazos de hasta cinco años.
Por su parte, la cartera de Industria trabaja en conjunto con gremios y la AFD, para facilitar la formalización y el acceso a instrumentos financieros, especialmente para mipymes industriales. Estas alianzas público-privadas permiten diseñar soluciones adaptadas a las características de cada sector.
Hacia una arquitectura financiera más inclusiva
Expertos y gremios, como la Unión Industrial Paraguaya (UIP), plantean que el país necesita una “nueva arquitectura financiera” que corrija las brechas sectoriales y territoriales. Entre las propuestas figuran la creación de un fondo de garantía específico para la transformación productiva, la simplificación de procesos crediticios y la mejora en la disponibilidad de información sectorial para evaluar proyectos.
En palabras de Lugo López, “la banca de desarrollo debe acompañar a los sectores que la banca tradicional no puede atender en las condiciones adecuadas. Si logramos que más actores adopten este principio, el financiamiento productivo podrá convertirse en un motor real de crecimiento y diversificación económica”. Llevar este enfoque a todo el sistema financiero, fortaleciendo instrumentos públicos y estimulando la participación privada, es el desafío para que el crédito se convierta en un verdadero motor del desarrollo productivo en Paraguay.