Jeff Bezos, en una de sus cartas anuales a los accionistas, reconoció que para llegar al éxito, hay que cometer errores. Confirmó que Amazon aprendió de sus equivocaciones y dejó claro que habrá nuevos fracasos. “Usted tiene que inventar y tiene que experimentar. Hemos tenido miles de millones de dólares de fracasos. Por supuesto, a nadie le gusta fracasar, pero los fracasos nos han enseñado la mayor parte de lo que sabemos”.
Por otra parte, según el profesor Jason Moser, investigador principal en la Universidad Estatal de Michigan, las personas que creen poder aprender de sus errores tienen una reacción cerebral con mayor actividad, que de forma rápida, detecta causas, patrones y hace conciencia del error para procesos de aprendizaje. Por el contrario, si la mentalidad es fija, la actividad neuronal para encontrar razones para el aprendizaje es baja.
Lo que transforma el fracaso y la forma en cómo interpretamos, metabolizamos e integramos, es la diferencia entre un fracaso estéril y un fracaso transformador.
Iconos globales que fracasaron
Uno de los gigantes tecnológicos, abraza el fracaso como parte del proceso de crecimiento. En una entrevista, Jeff Bezos contó que Amazon fracasó muchas veces y que cada tropiezo fue un paso hacia el éxito: “El fracaso y la invención son gemelos inseparables. Si no estás dispuesto a fracasar, no podrás innovar”.
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Michael Jordan se caracterizó por su mentalidad de usar los fracasos como motivación. “He fallado más de 9.000 tiros en mi carrera. He perdido casi 300 partidos. 26 veces han confiado en mí para lanzar el tiro que ganaba el partido y lo he fallado. He fracasado una y otra vez en mi vida. Y por eso he tenido éxito”.
La historia de Henry Ford también es una lección de cómo aprender del fracaso. En su trayectoria registró intentos fallidos antes de alcanzar el éxito. Acuñó la frase: “El fracaso es la oportunidad de comenzar de nuevo, pero con más inteligencia”. Su primera empresa, fundada en 1899, fracasó debido a la baja calidad y el alto costo de sus vehículos, cerró en 1901, la Detroit Automobile Company. El modelo Ford Edsel, lanzado en 1957, perdió varios millones de dólares, considerado uno de los mayores fracasos en la historia de la industria automotriz.
A mediados de los años 90, Apple estuvo al borde de la bancarrota. Steve Jobs, cofundador, fue despedido en 1985 y regresó en 1997 para liderar una reestructuración que llevó a la creación de productos como el iPod, iPhone y iPad, transformando la compañía.
Movimiento Fuckup Nights
El movimiento Fuckup Nights surgió en 2012, en una cantina en Ciudad de México. Cinco amigos, acompañados de una ronda de mezcal, en medio de una acalorada conversación, contaban historias de los logros; sin embargo, decidieron dejar de lado la imagen idealizada del éxito y construir un espacio seguro para hablar de los reveses de la vida.
Así nació la plataforma donde el fracaso es compartido, analizado y aceptado. La sociedad a menudo esconde los errores, ve el fracaso como un estigma, incluso en normativas y leyes de varios países, caer en bancarrota es condenado y marca una huella que no se borra y no permite volver a emprender con facilidad.
El movimiento busca cambiar esa percepción, demostrando que detrás de cada fracaso hay lecciones valiosas y, a menudo, el camino hacia el crecimiento.
La comunidad que nació en México está presente en 300 ciudades, incluida Asunción, en 90 países, y hasta el momento ha compartido más de 70.000 historias de fracaso de emprendedores y empresarios. Esta iniciativa fue la semilla para la posterior creación del Instituto del Fracaso en México.
Casos más allá de la anécdota
En Fuckup Nights, emprendedores comparten su historia de fracaso, sin victimizarse, sino desglosando con sabiduría y enseñanza el camino que los llevó a ese punto: qué decisiones tomaron, qué obstáculos enfrentaron y, principalmente, qué aprendieron de la experiencia.
Los casos son variados, desde startups que no lograron despegar, productos que no encontraron su mercado, asociaciones que terminaron mal, hasta decisiones profesionales equivocadas.
En este espacio se exploran las causas del fracaso: falta de planificación, problemas de equipo, errores de mercado, finanzas que no cuadran y problemas de liquidez. Al escuchar estas historias, la audiencia no solo se siente identificada, sino que también obtiene una visión real del camino que permite corregir a tiempo acciones previsibles.
Innovación, el cerebro aprende del error
La relación entre el fracaso y el aprendizaje no es solo una cuestión de experiencia; tiene raíces en la neurociencia. Nuestro cerebro está diseñado para aprender de errores. Cuando cometemos un fallo, se activan áreas cerebrales relacionadas con la detección de errores y la corrección de la conducta. El fracaso, lejos de ser algo que evitar, es una señal que impulsa al cerebro a reevaluar y encontrar nuevas soluciones, haciéndose más creativo e innovador.
En el ámbito de los negocios, la capacidad de aceptar el fracaso es fundamental para la innovación. Los gigantes tecnológicos son famosos por su cultura de la experimentación, entienden que no todas las ideas podrán funcionar.
Reconocer que el fracaso temprano y frecuente es una forma para validar hipótesis y de descartar lo que no funciona, ahorrando tiempo y recursos, en un entorno que lo penaliza, sofocando la creatividad y el crecimiento, puede ser un clara ventaja competitiva empresarial.
Temor a fracasar, según Informe Global del Emprendimiento
El Informe Global de Emprendimiento es el estudio más grande a nivel mundial que evalúa el emprendimiento en diversos países e identifica los factores que influyen en su desarrollo.
Según el informe, el número de personas que se desaniman a emprender por temor a su fracaso aumentó. Entre 2019 y 2024, el número de economías en las que al menos dos de cada cinco personas ven buenas oportunidades, pero temen fracasar, aumentó del 68% al 84%.
Solo dos de las 51 economías, Suecia y la República de Corea, registraron más cierres de negocios por razones positivas que negativas.