Canibalización silenciosa en el ecosistema de hospitalidad

El avance de grandes intermediarios y la irrupción de modelos informales están reconfigurando silenciosamente el sector de la hospitalidad, debilitando a los actores tradicionales. Frente a la pérdida de control, márgenes y autonomía, crece la urgencia de un marco regulatorio que equilibre innovación con competencia justa y sostenibilidad.

La creciente dependencia de intermediarios digitales ha ido desplazando la venta directa, reduciendo la capacidad de los establecimientos para fortalecer la relación con el huésped.
La creciente dependencia de intermediarios digitales ha ido desplazando la venta directa, reduciendo la capacidad de los establecimientos para fortalecer la relación con el huésped.Drazen Zigic

En los últimos años, el sector de la hospitalidad ha enfrentado transformaciones profundas en sus canales de distribución y en los formatos de alojamiento. La aparición de nuevas modalidades de hospedaje —flexibles, informales o temporales— desafía el modelo tradicional, generando una presión adicional sobre el ecosistema formal y regulado.

Paralelamente, la creciente dependencia de intermediarios digitales ha ido desplazando la venta directa, reduciendo la capacidad de los establecimientos para gestionar su propia estrategia comercial y fortalecer la relación con el huésped. Lo que alguna vez fue una herramienta complementaria para incrementar visibilidad, hoy se percibe en muchos casos como la única vía de supervivencia, debilitando márgenes y autonomía operativa.

A este escenario se suma un fenómeno reciente en algunos mercados: el ingreso de grandes jugadores, con respaldo financiero sólido, que adquieren de manera anticipada bloques completos de inventario en ciudades específicas para eventos puntuales. Esta práctica, aunque puede parecer positiva a primera vista, conlleva riesgos significativos: concentración de la oferta en pocas manos, distorsión de tarifas y menor capacidad de decisión para los hoteles independientes y medianos.

La canibalización, en este contexto, no es solamente la erosión de tarifas; es la pérdida de control sobre el propio producto, la homogenización de la experiencia y la disminución de la competitividad a largo plazo.

Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy

Lo más preocupante es que este proceso se está dando de forma silenciosa, sin debates amplios ni respuestas estructurales. Muchos actores del sector, especialmente los pequeños y medianos, están siendo arrastrados por esta corriente sin contar con herramientas suficientes para adaptarse o resistir. En lugar de competir en base a valor, servicio o identidad, se ven obligados a reducir precios o ceder parte de sus ingresos a terceros, muchas veces sin retorno real en fidelización o posicionamiento.

Además, la informalidad en la oferta ha crecido bajo un halo de modernidad, pero sin las mismas exigencias fiscales, laborales ni de seguridad que pesan sobre el sector formal. Esto genera una competencia desleal que erosiona lentamente la capacidad del ecosistema de sostener estándares de calidad, inversión y empleo digno.

Un ente regulador sólido es clave para preservar el ecosistema, equilibrar la competencia y garantizar un crecimiento sostenible del sector; lastimosamente, todavía nos falta ese pilar en nuestro mercado. Sin un marco regulatorio que reconozca las nuevas dinámicas sin desproteger a quienes cumplen con las reglas, se corre el riesgo de deteriorar el tejido productivo del turismo.

El desafío no es frenar la innovación ni negar las nuevas formas de consumir. El desafío es gestionar el cambio con inteligencia colectiva, reglas claras y visión de largo plazo. La hospitalidad no puede quedar librada únicamente a los algoritmos y a la lógica del capital especulativo.

¿Estamos listos para repensar las reglas del juego y defender un turismo sostenible y competitivo?

*Vicepresidente de la Asociación Industrial Hotelera del Paraguay y gerente del Hotel Holiday Inn Express Asunción.

Enlace copiado