El guaraní ha acompañado la vida económica del Paraguay por más de siete décadas, atravesando gobiernos, reformas y ciclos de crecimiento. Pese a su fama de moneda estable dentro de la región, su verdadero valor —el que determina cuántos bienes y servicios puede comprar— ha cambiado de forma significativa con el tiempo.
En entrevista con ABC Negocios, el economista Miguel Yegros Arce, especialista en finanzas internacionales y exgerente de Operaciones Internacionales del Banco Central del Paraguay (BCP), compartió un análisis que expone datos y fundamentos técnicos sobre cómo el poder adquisitivo del guaraní ha disminuido de manera sostenida en los últimos 30 años.
A diferencia de la inflación, que es una variable monetaria ligada a la cantidad y velocidad de circulación del dinero, el poder adquisitivo constituye una variable real: refleja cuánto puede comprar una persona con esa moneda. Yegros sostiene que, en el caso paraguayo, este poder de compra ha venido cayendo de forma constante desde los años 90, a pesar de que en el imaginario colectivo el guaraní es considerado una moneda estable en comparación con las de países vecinos.

Para cuantificar esta pérdida, el análisis recurre a una fórmula sencilla pero contundente: la relación entre el producto interno bruto (PIB) nominal acumulado y la inflación acumulada del mismo periodo. Ese cociente, cuando es mayor a 1, indica que la producción ha superado a la inflación, lo que implica una revalorización de la moneda. Pero si es menor a 1, como en el caso de Paraguay, significa que el valor real del dinero se ha erosionado. A partir de allí, el estudio desglosa el comportamiento del guaraní frente a otras monedas de la región y frente al dólar, revelando un deterioro significativo tanto en el plano interno como externo.
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El valor real del guaraní
Para entender si una moneda se ha apreciado o depreciado, Yegros plantea observar su evolución en términos reales, no solo nominales. La clave está en medir cuánto ha crecido la producción frente al aumento de la inflación. En ese sentido, señala: “El valor real de una moneda se mide a base de su poder adquisitivo, es decir, con base en su capacidad para adquirir bienes y servicios”.
Este enfoque permite ir más allá de las variaciones de precios, dicho de otro modo, apunta a evaluar si el dinero generado por la economía realmente se traduce en bienestar. “Este es un concepto más amplio que el de la inflación, porque esta última es una variable monetaria, determinada por la cantidad y la velocidad de circulación del dinero, mientras que el poder adquisitivo es una variable real determinada por la capacidad de compra”, detalla.
A partir de esta lógica, el análisis calcula un coeficiente entre el PIB nominal acumulado y la inflación acumulada del periodo 1990-2023. “El resultado debe ser mayor que uno para indicar una apreciación del valor de la moneda; si es menor que uno, significa que el valor real de la producción y el poder de compra han disminuido”. En el caso de Paraguay, el resultado fue de apenas 0,69, lo que indica una caída sustancial del valor real del guaraní frente al crecimiento económico del país.
El espejo regional
El análisis no se limita a observar el comportamiento del guaraní en forma aislada. También lo compara con otras monedas de la región y del mundo para dimensionar la magnitud de la pérdida de valor. En este ejercicio comparativo, Paraguay queda en una posición incómoda. “Nuestro país es el tercero con menor puntaje, de solo 0,69, solo superior a Honduras (0,61) y Ecuador (0,40)”, remarca Yegros (Tabla 1).
El economista utiliza datos del Banco Mundial para mostrar cómo en países como Bolivia, Chile, El Salvador, Guatemala y Costa Rica, el crecimiento económico superó a la inflación en el mismo periodo, con coeficientes superiores a 1. Eso implica que sus monedas, en términos reales, ganaron valor relativo. En contraste, Paraguay aparece entre los que más retrocedieron.
El diagnóstico también incorpora el valor de las monedas latinoamericanas frente al guaraní, para dimensionar el debilitamiento de la moneda local en términos de cotización. “Por ejemplo, un boliviano (BOB) vale actualmente 1.151 guaraníes, así como un colón salvadoreño (SVC) vale 914 guaraníes y un quetzal de Guatemala (GTQ) vale 1.038 guaraníes”, explica. La comparación evidencia que monedas de países similares en tamaño y desarrollo tienen una mejor posición tanto interna como externa.
Incluso en relación con el dólar —utilizado como vara de estabilidad en el análisis histórico— la moneda paraguaya muestra un retroceso considerable. “El guaraní se ha depreciado casi 700% contra el dólar americano en el periodo 1990-2023”, sostiene Yegros.

¿Por qué importa el poder adquisitivo?
Más allá de las cifras, lo que está en juego es el valor real del dinero en la vida cotidiana de las personas. Una moneda que pierde poder adquisitivo impacta directamente en el bienestar de la población, en la competitividad del país y en la sostenibilidad de la economía. “La inflación es el mayor flagelo y el peor enemigo en la economía, porque en forma silenciosa y hasta a veces aparentando estabilidad, va socavando el valor del dinero y deteriorando la calidad de vida de la población”, advierte Yegros.
Este deterioro no solo afecta a los consumidores, sino también a las empresas, que deben ajustar constantemente sus costos, precios y márgenes. “Mientras que las personas y las empresas se esfuerzan por generar mayor producción, el aumento constante y sostenido de la inflación, sumado a la depreciación cambiaria, van haciendo disminuir gran parte del valor generado”, señala.
El efecto es doble, ya que por un lado, el ingreso pierde capacidad de compra; por el otro, el esfuerzo productivo se diluye. Esto genera un fenómeno de redistribución regresiva: “Estos ingresos se van ‘redistribuyendo’ en forma desigual, aumentando las brechas entre clases sociales”, sentencia.
Una pérdida que se siente
Por encima de los coeficientes y comparaciones regionales, la pérdida de valor del guaraní se manifiesta en un terreno mucho más tangible, es decir, lo que una persona puede hacer hoy con el dinero en el bolsillo. Esa erosión del poder adquisitivo se resume en una frase tan elocuente como inquietante: “En términos reales, un billete actual de G. 100.000 vale igual que un billete de G. 20.000 en el año 1990”, afirma el especialista.
La afirmación parte del análisis de la inflación acumulada en los últimos 30 años, que, medida contra el crecimiento de la economía, muestra que el dinero perdió más de dos tercios de su valor real. Esa merma no necesariamente se percibe de forma brusca, pero se instala de manera persistente en la vida cotidiana, especialmente en los hogares de menores ingresos.
A esto se suma una paradoja peligrosa: mientras las estadísticas pueden mostrar estabilidad monetaria y tipo de cambio relativamente ordenado, el bolsillo del ciudadano dice otra cosa. Yegros advierte que “en forma silenciosa y muchas veces sin que se note a simple vista, la inflación va carcomiendo la capacidad de compra”, haciendo que el ingreso aparente se mantenga, cuando en realidad ya no rinde como antes.
El fenómeno no es exclusivo de Paraguay, pero adquiere relevancia en una economía pequeña, abierta y con alta dependencia de productos importados, donde la percepción de encarecimiento es constante.

Percepciones desde el mercado
Mientras el análisis técnico traza un diagnóstico claro sobre la pérdida de valor del guaraní, desde el ámbito empresarial también se perciben —en mayor o menor medida— las señales de este deterioro monetario. Algunas se manifiestan en decisiones de consumo; otras, en la evolución de los precios y la estructura de costos.
En Ciudad del Este, por ejemplo, el impacto se siente directamente en las compras básicas. Así lo describe Juan Vicente Ramírez, miembro del Consejo Directivo de la Cámara de Comercio y Servicios de la capital del Alto Paraná: “Definitivamente el año pasado, y entrando a este año, hemos sentido una inflación real al irnos a hacer nuestras propias compras de supermercados, que es lo que refleja más la situación”.
Desde otra óptica, el empresario Rubén Mujica, fundador del Grupo Luminotecnia, resalta el contraste entre los indicadores técnicos y la experiencia vivida por el sector comercial en las últimas décadas. Si bien admite que “claro que el guaraní perdió valor”, no comparte del todo la idea de que Paraguay haya tenido un desempeño monetario peor que el de otros países de la región. “Yo creo que una situación absolutamente favorable para los empresarios en Paraguay es la estabilidad de la economía. Somos un país pobre, pero con una economía estable”, afirma.
Una moneda sin ceros
En circulación desde 1944, el guaraní es una de las pocas monedas de América Latina que nunca atravesó procesos de reconversión ni le quitó ceros a su denominación original. Esa continuidad ha sido históricamente percibida como un símbolo de estabilidad, especialmente frente a países de la región que sufrieron hiperinflaciones y múltiples reformas monetarias.
A lo largo de más de siete décadas, el guaraní resistió turbulencias políticas y económicas sin cambiar de estructura, lo que le dio cierto prestigio regional en términos de solidez institucional. Sin embargo, como expone Yegros, esa estabilidad no siempre se traduce en valor real, y por eso resulta necesario mirar por encima para entender qué tan lejos ha llegado el deterioro de su poder adquisitivo.
La pregunta que queda en el aire
Más allá de los datos y comparativos, el análisis de Yegros deja flotando una reflexión que interpela: “Sería interesante saber cómo hicieron Japón, Suiza, Francia, Panamá, Singapur, Finlandia y Dinamarca, para haber tenido una inflación promedio anual menor que 2% en los últimos 30 años” (Tabla 2). La mención no es casual, ya que todos esos países lograron mantener el valor real de sus monedas muy por encima del umbral mínimo, con una disciplina fiscal y monetaria que se refleja en su estabilidad. La observación pone en perspectiva el desafío pendiente para economías como la paraguaya, como sostener la confianza en su moneda no solo desde el tipo de cambio, sino desde el poder real de compra que esta representa.
