La vulnerabilidad del líder

Lejos de ser una señal de debilidad, la vulnerabilidad se consolida como una herramienta poderosa para liderar en tiempos de incertidumbre. En este artículo, se plantea por qué mostrarse humano, admitir errores y gestionar desde la empatía puede fortalecer el respeto, la conexión emocional y la confianza dentro de los equipos.

Cuando el líder muestra su lado humano, el equipo siente que también puede ser sincero, compartir dudas, inquietudes y dificultades.
Cuando el líder muestra su lado humano, el equipo siente que también puede ser sincero, compartir dudas, inquietudes y dificultades.

En marzo de 2019, Nueva Zelanda vivió su peor ataque terrorista cuando un hombre armado supremacista blanco asesinó a 51 fieles musulmanes en dos mezquitas en Christchurch. El perpetrador había grabado todo el incidente y los transmitió por Facebook a través de una cámara que llevaba en la cabeza. Jacinda Ardern, primera ministra del país en ese momento reaccionó con una combinación extraordinaria de liderazgo firme y profunda empatía.

Ardern mostró emociones genuinas al dirigirse al país y al mundo. Visitó personalmente a las familias de las víctimas, habló directamente con la comunidad musulmana y usó un lenguaje de inclusión y solidaridad. Su postura fue política pero humana: se mostró triste, compasiva y también decidida a cambiar las leyes de control de armas para evitar futuras tragedias.

El resultado: el atacante fue sentenciado a cadena perpetua sin libertad condicional, la primera condena de ese tipo en el país y la primera por terrorismo. Por otro lado, el Parlamento impulsó una reforma legislativa de control de armas.

La vulnerabilidad emocional de Jacinda con una respuesta clara y enérgica le ganó el respeto y la confianza tanto a nivel nacional como internacional. Su liderazgo fue un ejemplo de cómo la empatía no debilita, sino que potencia la capacidad para guiar a toda una nación en momentos de dolor.

El liderazgo siempre se ha asociado a la fortaleza, la determinación y la capacidad de resolver cualquier tipo de situación. Pero esta nueva era exige estilos de liderazgos más auténticos y humanos sin descuidar las prioridades. Así emerge un valor que hasta hace poco era visto como una verdadera amenaza: la vulnerabilidad.

En este artículo exploraremos uno de los poderes del nuevo líder que propongo en mi libro “Los nuevos poderes del líder”, un poder que nos da permiso a los líderes para mostrarnos vulnerables sin perder autoridad, como mecanismo para generar respeto genuino y fortalecer nuestro vínculo con las personas que gestionamos.

¿Vulnerabilidad es debilidad?

Gestionar desde lo débil o desde lo humano son dos cosas muy distintas. Liderar desde las emociones puede ser una fórmula ganadora en estos tiempos donde los equipos esperan más y mejores conexiones emocionales en el trabajo. Mostrar las emociones no debería convertirse en algo negativo. No me refiero a expresiones grandes o llamativas como rabietas, gritos o llantos.

Sino, sencillamente no olvidarnos que las empresas están formadas por personas y que dichas personas están hechas de emociones. Son las personas las que gestionan recursos para hacer que las organizaciones se consoliden, prosperen y permanezcan en el tiempo.

La vulnerabilidad con firmeza es aceptar que no se tienen todas las respuestas, que es natural sentir miedo o incertidumbre, pero sin perder el compromiso con el propósito y venciendo a la parálisis para ir a la acción. Ser vulnerable no debería hacernos sentir que somos menos “líder”, sino simplemente debería recordarnos que seguimos siendo humanos y por consecuencia, más capaces de liderar personas.

El valor de decir “me equivoqué”

Los equipos valoran la transparencia y la valentía cuando un líder reconoce su propia imperfección. Admitir errores nos deja una cuota de mayor credibilidad. Es importante aprender públicamente y dejar enseñanza en el error propio. Si normalizamos el error desde un punto de vista constructivo y que nos lleva a mejorar colectivamente, ayudará a los equipos a tomar retos más seguido con la esperanza de elevar sus capacidades no solo técnicas sino también de liderazgo.

Equivocarse es humano, pero es algo que en el ámbito laboral muchas veces puede considerarse como una señal de ineficiencia o improductividad. Culturalmente estamos acostumbrados a premiar la excelencia –cero error– y a castigar los errores, cualesquiera sean, sin buscar los aprendizajes en dichos contextos, algo que afortunadamente está cambiando y para bien. Aprendemos también cuando nos equivocamos.

La vulnerabilidad genera confianza

Cuando el líder muestra su lado humano, el equipo siente que también puede ser sincero, compartir dudas, inquietudes y dificultades. Se reducen los climas tensos y se fortalece la cultura de la confianza. Si un equipo teme a su líder, es menos probable que se anime a innovar, presentar ideas diferentes o expresar lo que sienten, se vuelven menos productivos, y lo que puede ser peor, no son ellos mismos en el trabajo.

El líder tiene la responsabilidad de generar espacios psicológicamente seguros en el entorno laboral y qué mejor que mostrarse humano para dar a entender que todos somos iguales y lo único que nos diferencia es el rol que cada uno cumple en el equipo, más allá de la experiencia o conocimientos puramente técnicos.

Consejos para manejar la propia vulnerabilidad

La vulnerabilidad debe ser canalizada para no desbordarnos. Las conversaciones honestas y gestos concretos pueden ser una buena salida para ello:

  • Sé auténtico. La autenticidad es base de la vulnerabilidad y la clave para construir confianza.
  • Muestra empatía. Comprender otras perspectivas fortalece relaciones interpersonales y construye equipos cohesionados.
  • Comparte sentimientos sin victimizarte.
  • Admite desconocimiento sin resignarte. Decir lo que uno no sabe desde la humildad, pero compartir todo lo que sabe desde la generosidad.
  • Pide ayuda o consejo cuando sea necesario. No siempre se tienen todas las respuestas. Buscar apoyo es fundamental.
  • Practica la autocomprensión. Autoconocimiento emocional.
  • Pide retroalimentación. Estar abierto a escuchar críticas constructivas puede revelar mucha información para impulsar el desarrollo.
  • Asume riesgos medidos. No temas equivocarte y aprender de los errores.
  • Ser autocompasivo. Date permiso para sentirte vulnerable sin generar sentimientos de culpa.

Pensar que los líderes siempre estaremos gestionando nuestro trabajo en situaciones fáciles es una utopía. Siempre estaremos expuestos a sortear decisiones importantes y manejar escenarios complejos, inciertos y de cambios constantes.

Porque los líderes de hoy no necesitan ser perfectos, necesitan ser reales.

*Experto en liderazgo y máster en gestión de empresas.

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