Singapur, pequeña ciudad-Estado del sudeste asiático, de apenas 719 km cuadrados, es en la actualidad un modelo de éxito económico con un PIB per cápita de US$ 84.734,3, más alto que el de Reino Unido (que en un principio lo había colonizado), Estados Unidos y Francia.
De ser una ínfima ciudad colonial a una economía global de alta tecnología es materia de estudio de expertos. Mediante la planificación y visión a largo plazo se convirtió en un ejemplo para emprendedores.
Singapur es un ejemplo de cómo una nación sin recursos naturales puede, a través de políticas estratégicas, inversión en capital humano e infraestructura, con una fuerte orientación a la innovación y el comercio global, transformarse en una potencia económica y un referente de desarrollo sostenible.

Una historia con identidad propia
En la ecuación exitista de Singapur, el punto de inflexión lo marcó Lee Kuan Yew, padre fundador, quien impulsó la independencia en el año 1965 tras largos procesos turbulentos que la isla venía padeciendo desde 1819, cuando entonces se había establecido como un puerto británico.
Desde entonces esta pequeña ciudad-Estado ha construido su identidad con la impronta de la fortaleza económica consolidada en el primer cuarto del nuevo milenio. Para Singapur, hacer hincapié en su proceso histórico es la palanca identitaria que pica y se extiende desde su Museo Nacional, que recorre los años turbulentos hasta los inicios de su proceso industrial y tecnológico.
Seguir el hilo histórico lleva a comprender el proceso que hoy se ve como el milagro de un lugar que tenía todo en contra: escasez de recursos naturales, desempleo, analfabetismo, pobreza y déficit de infraestructura. Una vez sorteado el escollo político, Singapur echó mano a estrategias clave para lograr lo que hoy conocemos como milagro económico del sudeste asiático.

Digitalización, transparencia y productividad
Trámites y burocracia. Singapur ha ganado renombre gracias a su burocracia adaptable y su filosofía de gobernanza basada en la meritocracia. Formar una empresa es relativamente rápido. El proceso de registro puede completarse en solo uno a tres días hábiles, siempre y cuando se cuente con la documentación requerida, lo que significa que una empresa puede estar operativa, incluyendo la apertura de una cuenta bancaria, en aproximadamente una a dos semanas.
La clave se encuentra en la digitalización. La mayor parte del proceso se completa fácilmente en línea a través de la Autoridad Reguladora de Contabilidad y Empresas (ACRA, por sus siglas en inglés), el registro de negocios de Singapur, utilizando el portal BizFile+. Y los costos iniciales son bajos: alrededor de 300 dólares de Singapur (US$ 220) para registrar una empresa, con solo 1 dólar de Singapur (US$ 0,75) requerido como capital.
Comparando con Paraguay, el clima de inversión y costos operativos son más bajos que el promedio. Respecto a los incentivos fiscales, incluida la Ley 60/90 y la maquila (1% de IVA nacional en exportaciones). Sus zonas francas tienen sus propias reglas aduaneras y fiscales, proporcionando oportunidades libres de impuestos.

La cultura de la meritocracia
Por otra parte, esta ciudad-Estado ha sido profundamente marcada por una cultura de meritocracia, un sistema en el que los cargos se asignan según las habilidades, creando así una sociedad en la que la diligencia y el aprendizaje son altamente respetados. De hecho, en las aulas, los niños aprenden sobre las virtudes del trabajo duro: que prácticamente cualquiera que se aplique a sí mismo puede tener éxito.
En el campo de la educación, la inversión de presupuesto es del 20% anual a la educación, y la docencia es una profesión relativamente respetada y bien remunerada. El sistema educativo basado en el mérito, tanto para estudios universitarios como técnicos, hace posible tener igualdad de oportunidades para quienes asisten a universidades y quienes optan por estudios técnicos.

Libertad económica
Singapur se caracteriza por una significativa eficiencia aduanera y cero de tasa arancelaria sobre la mayoría de bienes importados. A pesar de la falta de “zonas francas” como tales, todo el país es efectivamente un puerto libre y centro de reexportación. En este sentido se destaca por su logística de clase mundial.
Este país insular alberga una serie de zonas de libre comercio estratégicamente situadas, como el puerto de Jurong, y las terminales de Sembawang Wharves y Tanjong Pagar, garantizando que los bienes y servicios se muevan aún más rápidamente a través de sus fronteras.
La infraestructura desarrollada por el operador portuario, PSA Singapur, el puerto de Tuas, por otra parte tiene una capacidad de más de 10 millones de TEUs (Twenty-foot Equivalent Unit, medida estandarizada en el transporte marítimo que representa la capacidad de un contenedor de casi 40 m3), posicionándose como el puerto de contenedores más grande, automatizado y avanzado del mundo.
Estos son solo algunos de los highlights de Singapur, una pequeña isla de 720 km2 que todavía sigue despertando la curiosidad y, sobre todo, el interés de los inversores. Su política abierta a todo aquel que busca invertir y que llene los requisitos necesarios, ofrece grandes oportunidades para emprendedores y también modelos que, adaptados a la realidad geopolítica y económica, bien pueden ser replicados en nuestro país.
