En el panorama dinámico empresarial actual, la capacidad de anticipar el futuro no es solo una ventaja, es una necesidad, sostiene Liz Ramírez, consultora empresarial. Las empresas que prosperan actualmente son aquellas lideradas por quienes no solo reaccionan o se adaptan a los cambios, sino aquellas empresas que están lideradas por equipos que provocan cambios.
Las revoluciones industriales a lo largo del tiempo han transformado la forma de pensar, razonar y trabajar. Desde la primera revolución industrial y la máquina a vapor que impulsó la mecanización, pasando de una economía agraria a una más industrial, hasta la cuarta revolución industrial en la que convive una fusión de tecnologías entre lo físico, digital y biológico, impulsada por la inteligencia artificial, el internet de las cosas, la robótica avanzada y el big data, que redefine exponencialmente la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos.
Navegando la era exponencial con inteligencia híbrida
El liderazgo anticipatorio, que propone Liz Ramírez, es una una habilidad crítica para cualquier persona que busque asegurar su relevancia y crecimiento a largo plazo.
Según la experta, para trascender en un mundo en constante cambio, la visión profunda y una comprensión holística de las tendencias emergentes, son herramientas que permiten al líder intuir de forma argumentada la capacidad de diseñar escenarios previsibles para orientar acertadamente la gestión.
Los líderes anticipatorios invierten tiempo en analizar datos, identificar patrones y conectar puntos estratégicamente que muchos otros podrían pasar por alto. Esto les permite no solo prevenir posibles disrupciones, sino también identificar nuevas oportunidades antes de que sean evidentes para la competencia.
Ramírez señala que liderar hoy es una ciencia en evolución constante. Se trata de guiar a personas en un mundo de desarrollo personal ininterrumpido y de realidades cambiantes. “Estamos inmersos en la quinta revolución tecnológica, un período que, a diferencia de las revoluciones anteriores, no es solo una era de cambios, sino un cambio de era con transformaciones de naturaleza exponencial”, explicó.
El nuevo paradigma: usar el futuro para construir el presente
Ramírez cuenta que durante el reciente Encuentro Latinoamericano de Líderes, se compartió un enfoque que adoptó como un nuevo paradigma y una mirada más asertiva para este cambio de era: “Use the future to build the present” (Usar el futuro para construir el presente). “Este principio nos desafía a la construcción de escenarios y a un liderazgo prospectivo con una mirada sistémica”, afirma la consultora.
Liderazgo prospectivo y pensamiento sistémico
“El liderazgo prospectivo implica que el líder desarrolle una mentalidad profundamente orientada hacia el futuro. Esta perspectiva permite detectar señales tempranas y anticiparse a los acontecimientos”.
En la actualidad, según Ramírez, todas las industrias de productos y servicios experimentarán cambios significativos en un futuro cercano. Por ello, sostiene que desde nuestro negocio y sector, debemos cuestionarnos sobre las tendencias que se vislumbran en el horizonte, la evolución de nuestro negocio con el avance tecnológico, la preferencia del consumidor para mañana, los recursos que debemos anticipar para responder a esa evolución y las habilidades que necesita la organización para desarrollar una visión clara hacia el futuro.
Por otro lado, de acuerdo a Ramírez, el pensamiento sistémico nos invita a contemplar el mundo como una intrincada red de sistemas interrelacionados que revoluciona nuestra forma de abordar problemas complejos.
“No podemos negar el impacto interconectado de cada acción; la tecnología influye en el desarrollo de nuevas habilidades, en la necesidad de nuevas formas de aprendizaje, en la creación de nuevos productos y oportunidades, así como en la aparición de nuevos problemas o desafíos. La complejidad es una constante ineludible”, afirma la experta.
Para Liz Ramírez, la suma del liderazgo prospectivo y el pensamiento sistémico, se convierte en la herramienta fundamental para abordar la construcción del presente, utilizando una visión clara del futuro.
El perfil del líder del futuro
La consultora considera que un líder en este nuevo escenario debe reconocer su no-saber y mantener un radar de constante funcionamiento, permanecer atento a lo emergente, entender que es el momento de la co-creación, preservar la inquietud y la curiosidad, priorizar la construcción de redes, abrazar el multilingüismo (lenguajes tecnológicos y culturales), comprender que el aprendizaje es lo que viene del futuro: no se trata solo de ser un buen “aprendedor”, sino un buen “escogedor” de escenarios, debe saber preguntar, regresando a la esencia de la filosofía y, finalmente, demostrar una alta flexibilidad.
“Con estos componentes, el líder genera su propio conocimiento, adaptándose y anticipándose”, concluye Ramírez.
La inteligencia híbrida, una colaboración estratégica
“En la era del conocimiento, emerge la inteligencia híbrida: una colaboración estratégica y sinérgica entre la inteligencia humana y la inteligencia artificial, y su objetivo es la superación de las limitaciones de cada una para optimizar sus fortalezas y potenciar las capacidades humanas”, sostiene Liz Ramírez
De acuerdo a la experta, la inteligencia híbrida es la combinación estratégica de algoritmos de aprendizaje automático integrados con el conocimiento humano, una convivencia complementaria, no sustitutiva, con un claro objetivo: aumentar las capacidades humanas y potenciar el liderazgo anticipatorio.
El ser humano se transforma
“A medida que el ser humano se transforma, el liderazgo anticipatorio nos impulsa a ser prospectivos y sincronizados para la co-creación y educados continuamente para estar en línea con las tendencias y desafíos del futuro”, confiesa la experta.
Ramírez considera que un líder debe buscar inspirar y construir un legado de impacto positivo. “En el pasado, el mundo de los negocios se regía por la meta de ser el número uno, con un concepto donde el 1% define las reglas, el 4% juega el juego y el 95% ni siquiera sabe qué juego se está jugando. Estos porcentajes deben revertirse; todos pueden y deben jugar. Hoy, la humildad tiene un valor inmenso. Debemos soñar futuros brillantes y reconocer que estamos en una ventana de oportunidad única para agregar valor y asegurar que el progreso esté mejor repartido”.
Para finalizar, Liz Ramírez confiesa a ABC Negocios que existe una fuerza fundamental que salvará al mundo y es la humanidad misma, la que nos llevará a preservar y mejorar el mundo.

El liderazgo que las empresas necesitan para evolucionar
Para acompañar el vaivén de las organizaciones en contextos cada vez más desafiantes, el consultor organizacional Andrés Silva propone combinar soluciones a medida con una mirada integral.
“El modelo de acompañamiento responde a una convicción central: no existen fórmulas universales para liderar. Cada empresa, en función de su historia, cultura y etapa de desarrollo, requiere de respuestas específicas”.
De la verticalidad a la inteligencia colectiva
La visión tradicional del liderazgo, basada en una estructura vertical donde unos piensan y otros ejecutan, ya no responde a las necesidades del presente. “El mundo está cambiando de una manera vertiginosa. Hoy la incertidumbre y la innovación exigen nuevos tipos de liderazgo”, sostiene Silva.
Esta transformación requiere no solo nuevas habilidades individuales, sino también un enfoque organizacional más dinámico y colectivo. De ahí surge el concepto de “equipazgo”, un término que resalta el valor del trabajo en equipo por encima de los liderazgos individuales.
Uno de los mayores errores que suelen cometer los líderes, afirma Silva, es creer que deben cargar solos con todo el peso de las decisiones. “La creencia de que uno debe tener todas las respuestas es justamente lo que impide la inteligencia colectiva”, explica. Entender que ninguna persona puede abarcar todos los frentes es el primer paso hacia una conducción más efectiva y sostenible.
Construir estructuras para la sostenibilidad
La gestión de la diversidad organizacional no es sencilla. Los conflictos de prioridades, las diferencias de puntos de vista y la necesidad de una gobernanza efectiva requieren una intervención consciente y especializada. Para Silva, construir estructuras que integren distintos talentos no solo potencia la innovación, sino que también fortalece la resiliencia organizacional frente a los cambios.
“Es necesario construir empresas con liderazgos y estructuras que permitan que la diversidad se ponga al servicio de los objetivos, conectando cultura organizacional con resultados concretos”, resume. Una empresa exitosa, agrega, no se mide únicamente por su rentabilidad momentánea, sino por su capacidad de mantener resultados sostenibles en el corto y largo plazo.
El rol clave del líder integrador
Cuando una empresa alcanza un grado de madurez suficiente como para afrontar procesos de internacionalización o expansión, el perfil de liderazgo que requiere cambia. “Se necesita un líder integrador: aquel que puede jugar en la cancha, pero también observar desde la gradería y saber cuándo pasar la pelota a otros”, ilustra Silva.
Este tipo de liderazgo demanda una gran dosis de autoconocimiento, humildad y habilidad para potenciar el talento de los demás. Dejar atrás la figura del líder omnipotente no es sencillo, pero resulta esencial en contextos de alta complejidad. “La figura del superhéroe ya no alcanza en el mundo actual”, enfatiza.
Acompañar a las empresas en esta evolución significa también fortalecer capacidades como la gestión de tensiones internas, el diseño de estructuras flexibles y la construcción de culturas organizacionales más abiertas al cambio.
Sucesión y madurez empresarial
La transición generacional dentro de las organizaciones representa otro desafío crucial. Silva comparte una anécdota que ilustra la complejidad emocional de estos procesos: en una reunión de directorio, un fundador decidió mantenerse en silencio durante la toma de una decisión estratégica para permitir que sus hijos —actuales líderes de la empresa— asumieran el control real de la situación. “Me dijo: Estoy actuando como si estuviese muerto, porque es la única manera de permitir que la sucesión suceda”, recuerda.
Más allá del impacto simbólico, estos gestos demuestran la necesidad de crear entornos donde el diálogo intergeneracional sea posible y donde el relevo de poder se realice de forma ordenada, basada en sistemas de control, información y gobernanza sólida. “La sabiduría para ceder protagonismo es fundamental para garantizar la continuidad”, subraya.
En procesos de sucesión mal gestionados, advierte Silva, se corre el riesgo de destruir no solo el patrimonio empresarial, sino también la confianza construida a lo largo de generaciones.
La importancia de pedir ayuda
Más allá de las técnicas y modelos, Silva insiste en que las tensiones y los desafíos no deben interpretarse como fallas, sino como oportunidades de crecimiento. “Las tensiones son indicadores de que algo tenemos que hacer. A veces nos cuesta pedir ayuda, pero acompañar estos procesos es la clave”, afirma.
El liderazgo, entendido como una construcción colectiva y adaptativa, se consolida como un factor decisivo en la sostenibilidad de las empresas. Aceptar las tensiones, reconocer las limitaciones propias y fomentar estructuras que potencien la inteligencia colectiva no solo fortalece a las organizaciones frente a la incertidumbre, sino que las prepara para evolucionar en mercados cada vez más exigentes.
