El vino es mucho más que una bebida, a través de su sabor podemos viajar por su origen, su historia y el relato del hacedor. Con uvas traídas de Mendoza, Argentina, y una producción nacional instalada en Paraguay, la Bodega Giacometti inició un modelo inédito vitivinícola en el país.
Su historia combina tradición familiar, innovación técnica y una apuesta firme por desarrollar viñedos en el Chaco paraguayo como alternativa sustentable a los vinos importados.
César Giacometti, cordobés de nacimiento y afincado en Paraguay, en entrevista con ABC Negocios comentó cómo emprendió un camino poco transitado en Paraguay: producir vino de alta gama con uvas provenientes de Mendoza, una de las regiones vitivinícolas más prestigiosas del mundo.
Todo comenzó como un homenaje al padre de César y un hobby, luego fue tomando forma de proyecto empresarial con identidad nacional y una inversión de cerca de US$ 1 millón, pese a las barreras climáticas, logísticas, culturales y económicas. Te contamos la visión desafiante, un sueño familiar y un emprendimiento, en el sabor de una copa con aroma a historia.

De tradición familiar a emprendimiento
“Siempre hice vino con mi papá”, recuerda Giacometti, incluso tras el fallecimiento de su padre, continuó elaborando vino artesanalmente en Córdoba, mientras ya residía en Paraguay. La falta de uva vinificable local lo llevó a buscar alternativas, hasta descubrir en Mendoza la posibilidad de importar uva congelada de calidad.
Así, en 2018, con la ayuda de los enólogos argentinos Juan Catena y Germán García recibió el primer cargamento y dio origen a una producción nacional de vinos con estándares internacionales.
La técnica, inédita en el país, permitió conservar intactas las propiedades de la uva Malbec, Cabernet Franc y Cabernet Sauvignon. Hoy, comentó Giacometti, la bodega elabora tres líneas de vinos: Amore, Sognatore y Don Vittorio.
La línea Amore refleja la tipicidad de cada varietal. Su proceso de elaboración y crianza se realiza en tanques de acero inoxidable, lo que permite conservar intactos los aromas característicos de cada variedad.
Don Vittorio nace de uvas provenientes de parcelas seleccionadas con especial cuidado para crear vinos íconos. Este vino madura durante 14 meses en barricas de roble francés 100% nuevas, seguido de una estiba en botella por más de dos años. El resultado es un vino equilibrado, con un potencial de guarda de hasta 20 años.
Finalmente, Sognatore es fruto de una rigurosa selección de uvas excepcionales provenientes de terruños de gran altitud. Su elaboración comienza en acero inoxidable, seguida de una crianza de seis meses en barricas de roble francés, y otros seis meses de reposo en tanques de acero. Esta combinación otorga al vino una complejidad singular, con gran estructura y concentración. Tras más de un año de estiba en botella, se alcanza un equilibrio ideal.
La tierra, el sol y las manos que hacen vino
Gracias a un sólido respaldo técnico y a diversas investigaciones, se logró congelar uvas provenientes de Mendoza y ser trasladadas a Paraguay, donde son vinificadas con el máximo cuidado, dando origen a vinos únicos.
Al mismo tiempo, se asumió el desafío de plantar viñedos en uno de los entornos más extremos del planeta: el histórico Chaco paraguayo (Pozo Hondo). Así, se está reescribiendo la historia de la vitivinicultura nacional con la creación de la primera bodega de vinos de alta gama en Paraguay.
La zona, con clima seco y suelos arenosos, presenta condiciones similares a las de regiones vitícolas de alto rendimiento. Allí se experimentan variedades blancas como Torrontés y Chardonnay, y pequeñas parcelas de cepas tintas. El objetivo: producir espumantes y vinos nacionales con uva propia.
El proceso de vinificación, según cuenta Giacometti, es simple en su base pero riguroso en su ejecución: acero inoxidable, bombas sin aireación, limpieza con soda cáustica y ácido peracético. “Con una uva de baja calidad se puede hacer vino, pero hay que intervenir demasiado. Nosotros partimos de lo mejor”, relató César.
“La mayor parte del costo no es la uva, sino la logística”, reflexiona Giacometti, mientras cuenta la travesía que inicia desde la cosecha manual en Mendoza, el transporte refrigerado, el almacenaje en cámaras y la vinificación fraccionada. “Aun así, la calidad lo justifica”.
Con una mirada optimista pero realista, Giacometti proyecta que a partir de 2025 podría haber una producción suficiente de uvas chaqueñas como para comenzar a evaluar una comercialización más ambiciosa.
Exportación en la mira
“Hemos intentado exportar nuestros vinos, ya que contamos con clientes en Japón, especialmente en Okinawa. También nos hemos presentado en ferias en Taiwán y otros países, donde la aceptación ha sido increíble”, relata. Sin embargo, explicó que el proceso de exportación se ve afectado por la trazabilidad, ya que las uvas utilizadas provienen de Argentina. “No está contemplado que se compre la uva en un país y se elabore el vino en otro”.
La Bodega Giacometti, ubicada en Asunción, cuenta con una capacidad anual de elaboración de aproximadamente 90.000 botellas. Actualmente dispone de un stock de 30.000 botellas para ser comercializadas, 50.000 litros en reposo en tanques de acero inoxidable, y 23.000 litros en barricas de robles casi todas de primer uso, lo que fraccionado daría unas 95.000 botellas más.
El proyecto demandó una inversión cercana a US$ 1 millón, monto destinado a la construcción de la bodega, la compra de equipos, la importación de uvas congeladas desde Mendoza y otros insumos esenciales para la producción.