Paraguay 2025: ¿Profundizar la inserción global o mirar hacia adentro?

Fortalecer el mercado interno, diversificar la base productiva y desarrollar la demanda doméstica se vuelve clave para reducir la dependencia estructural del sector externo.

Los efectos podrían sentirse en las cadenas de suministro, sobre todo las empresas globales que dependen de componentes fabricados en el extranjero.
Paraguay puede sufrir los efectos colaterales por las fricciones globales

El 2025 arrancó con señales inquietantes para la economía global. Las recientes medidas arancelarias adoptadas por Estados Unidos y el giro hacia políticas más proteccionistas no sólo alimentan la incertidumbre, sino que representan señales de alerta para el comercio internacional y, en consecuencia, para todas las economías que dependen de él.

Paraguay posee una economía pequeña y abierta. Su índice de apertura económica se ubica en torno al 75%, por encima del promedio de la región, reflejando una fuerte conexión con el sector externo. De hecho, el país ha sostenido su crecimiento económico sobre la base de un modelo agroexportador, apoyado en ventajas comparativas. Este esquema ha favorecido la inserción en mercados internacionales, la atracción de inversión y el desarrollo de los sectores productivos protagonistas.

Dicho esto, a primera vista, el perfil de Paraguay podría interpretarse como vulnerable ante el nuevo escenario global de cambios en las reglas de juego. Sin embargo, un análisis más detallado matiza esta percepción. La exposición directa de Paraguay a estas disputas parece limitada: La economía local mantiene una inserción comercial activa, pero muy concentrada en mercados regionales como Brasil, Argentina y, en menor medida, la Unión Europea y mercados asiáticos.

El comercio bilateral con Estados Unidos es creciente, impulsado por la apertura del mercado de la carne, pero representa una fracción menor del total. Según datos del Banco Central del Paraguay, en 2024, Estados Unidos representó el 3,7% de las exportaciones paraguayas y el 6,7% de sus importaciones. A esto se suma el reducido tamaño de la economía paraguaya y su bajo poder de negociación en el mapa global.

Efectos colaterales

El verdadero riesgo, entonces, no radica en el vínculo directo con las grandes potencias, sino en los efectos colaterales que estas tensiones globales podrían generar: las perspectivas de desaceleración económica, la posible caída en los precios de los commodities y la mayor volatilidad en los mercados financieros con potenciales impactos en variables financieras relevantes son algunas de ellas. Inclusive, para países como Paraguay, este nuevo escenario también puede representar una ventana de oportunidad. La reconfiguración del comercio internacional y la reorientación de los flujos de capital podrían abrir espacio para atraer inversiones y acceder a nuevos mercados.

En este contexto, la obtención del grado de inversión en 2024 posiciona a Paraguay como un destino más confiable a los ojos de los inversores, especialmente en un entorno donde se priorizan economías con fundamentos sólidos y perfiles de riesgo moderado. No obstante, consolidar esta posición y convertirla en una ventaja sostenible exigirá avances concretos en el fortalecimiento de sus debilidades estructurales, como, diversificar la matriz productiva, avanzar hacia el equilibrio fiscal y elevar la calidad institucional. La oportunidad existe, pero requiere una respuesta estratégica y sostenida.

Más allá de los desafíos que impone el contexto externo, esta coyuntura también resalta la necesidad de mirar hacia adentro. Fortalecer el mercado interno, diversificar la base productiva y desarrollar la demanda doméstica se vuelve clave para reducir la dependencia estructural del sector externo, cuyos vaivenes escapan al control de las políticas económicas locales. Fomentar el consumo interno, apoyar la industrialización, mejorar la conectividad regional y mantener la estabilidad macroeconómica no solo ayudaría a mitigar los riesgos del entorno global, sino que también permitiría sentar las bases para un crecimiento más equilibrado y sostenible en el mediano plazo.

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