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Durante casi una década, la escena startup en Paraguay parecía moverse en cámara lenta. Según datos de la Asociación Paraguaya de Venture Capital (Parcapy) en su reporte de 2023, entre 2014 y 2022 solo nueve startups recibieron inversión formal de fondos de venture capital. Pero el panorama empezó a cambiar.
En los últimos dos años, la cifra se duplicó y el capital movilizado en ese breve periodo superó los montos de toda la década anterior. La cifra de inversión de venture capital en startups paraguayas alcanzó US$ 2,15 millones entre 2023 y 2024, duplicando el acumulado de US$ 1,1 millones registrado en los nueve años previos.
Crecimiento exponencial
Este crecimiento se traduce no solo en más rondas de inversión, sino también en mayor diversidad de sectores y en una red más articulada de actores del ecosistema. Por ejemplo, el número de fondos activos dentro de la red de Parcapy pasó de uno en 2015 a siete en 2024, y el impacto de cada dólar invertido se ha multiplicado: por cada US$ 1 en capital semilla se han generado hasta US$ 7,4 en ventas directas, con un efecto económico agregado estimado en 64 veces ese monto.

Gabriela Cibils, Venture Capital Partner en Cibersons (grupo multinacional con fondos de inversión en tecnologías innovadoras), es una de las voces más activas en este impulso. “Paraguay no tiene nada que envidiarle a ningún otro país en términos de talento”, afirma. Desde su experiencia en Silicon Valley y su rol en múltiples inversiones regionales, destaca el efecto transformador de apoyar startups desde etapas tempranas. “No se trata solo de llegar a tener un unicornio en Paraguay. Es por todo el efecto dominó que genera: oportunidades, inspiración, empleo e innovación”.
Un ecosistema que toma forma
Las condiciones para emprender han mejorado. La creación de la figura legal de Empresa por Acciones Simplificadas (EAS) facilitó la formalización. Programas como InnovandoPY ofrecen capital semilla no reembolsable. Aceleradoras como Koga, y más recientemente LAN Accelerator, han profesionalizado la conexión entre startups, mentores e inversores.
Por otra parte, el apoyo institucional del BID Lab, a través de alianzas con fondos e incubadoras locales, ha sido clave para atraer inversiones internacionales. Esto se refleja no solo en el número de startups activas, sino en la calidad de sus propuestas y la ambición de sus mercados.
Lo que buscan los fondos
A diferencia de lo que muchos suponen, lo que más pesa a la hora de invertir no es la idea, sino el equipo. “Una idea no vale nada si no se puede ejecutar bien. Invertimos en personas, en su capacidad de liderar, de adaptarse, de formar equipos, y en el tamaño del mercado al que apuntan”, explica Cibils. También destaca el concepto de “tracción” como movimiento, no solo crecer en facturación, sino mostrar progreso constante, ajustes rápidos, validación de usuarios.
El capital que se moviliza en estas inversiones suele venir acompañado de asesoría estratégica, redes de contacto, apoyo técnico y comercial. “Eso es capital inteligente: estar al lado del emprendedor para acelerar su crecimiento y ayudar a evitar errores costosos”, agrega.
Casos que abren camino
Aunque el foco del análisis está en el ecosistema general, vale la pena señalar algunos ejemplos recientes que reflejan el cambio de clima.
Startups como Autograph, fundada por paraguayos y recientemente invertida por tres fondos de Silicon Valley, levantó una ronda pre-semilla de más de US$ 2 millones. Otras, como Reva (app para reservas deportivas), Fiweex (servicios para negocios vía Wi-Fi) y Helpers (plataforma de trabajo doméstico formalizado), también lograron atraer inversiones internacionales, en algunos casos con apoyo del BID Lab.
Estos emprendimientos no solo captaron capital, sino que iniciaron su expansión regional, validando que Paraguay puede exportar soluciones tecnológicas competitivas. “Desde Paraguay se puede pensar en global. Eso es lo que queremos transmitir”, dice Cibils.
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Desafíos: cultura, paciencia y visión
Aunque el escenario es más favorable, los desafíos persisten. La exposición sigue siendo limitada, tanto para emprendedores como para inversores. “Hay que seguir enseñando qué es una startup, cómo funciona el venture capital, por qué estas inversiones son distintas. Es un trabajo de evangelización”, advierte Cibils.
Además, construir un proyecto de alto impacto lleva tiempo. “Muchos ven casos exitosos y creen que fue de la noche a la mañana, pero hay años de trabajo detrás. Se necesita visión a largo plazo y, al mismo tiempo, urgencia en la ejecución”.
Y, precisamente el reporte de Parcapy refuerza este punto: cada dólar invertido en capital semilla ha generado hasta siete veces más en ventas directas. Pero, también señala que el número de fondos sigue siendo bajo y que la articulación entre actores aún debe fortalecerse.
Mirando hacia adelante
No obstante, el ecosistema emprendedor paraguayo ya está en transición. Hoy ya no se trata solo de buenas ideas aisladas, sino de un entramado de personas, instituciones y recursos que empiezan a articularse. Las inversiones están llegando, los casos de éxito comienzan a multiplicarse y la confianza en el talento local se expande.
“Queremos que cada vez más paraguayos usen soluciones hechas por paraguayos. Y que desde acá se generen tecnologías que impacten en toda la región”, resume Cibils.
El desafío no es menor. Pero el momento es propicio. Si el ecosistema mantiene su rumbo, Paraguay puede dejar de ser una promesa latente y convertirse en un jugador relevante en el mapa regional de innovación, según destaca finalmente la profesional.
