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El proceso de gestión del cambio no culmina con la implementación de nuevas herramientas o sistemas dentro de una organización. El verdadero desafío comienza el día después, cuando la capacidad de la organización para adaptarse, adoptar y prosperar en su nuevo entorno se pone a prueba. Este momento marca el inicio de una etapa crítica, donde el éxito depende de cómo los colaboradores integren los nuevos procesos en su rutina diaria y de qué tan bien la organización mantenga el impulso del cambio.
Es frecuente que las empresas, tras la puesta en marcha, pierdan el foco en la sostenibilidad, lo que puede llevar a que los colaboradores regresen a viejas prácticas o nunca hayan salido de ellas. Para evitarlo, es esencial asegurar un acompañamiento constante, con sesiones de capacitación, resolución de problemas, soporte en el lugar de trabajo y mediciones numéricas constantes para evaluar la evolución. Gartner indica que las organizaciones que involucran a los usuarios finales en el diseño e implementación de nuevas tecnologías logran una tasa de adopción del 85%, comparado con el 65% de aquellas que no lo hacen. Esto resalta la importancia de involucrar a los colaboradores desde el principio y brindarles el apoyo necesario una vez que el cambio ha sido implementado.
En las primeras semanas tras el “go live”, es clave mantener una atención especial, y no desviarnos y/o iniciar otro proyecto. Los problemas inesperados pueden surgir, y la rapidez con la que la organización responda a ellos determinará en gran medida la percepción del éxito del proyecto. Un soporte adecuado no solo minimiza el impacto en las operaciones diarias, sino que también mejora la satisfacción de los usuarios finales. La clave es no solo lograr que los colaboradores utilicen las nuevas herramientas, sino que las utilicen correctamente y de manera eficiente.
Finalmente, para asegurar una adopción duradera, es esencial que las nuevas prácticas se integren en la cultura organizacional. Esto incluye el mantenimiento continuo de las herramientas, la actualización de los procesos y el desarrollo de una cultura de mejora y aprendizaje constante. Un estudio de IDC demuestra que las empresas que invierten en capacitación y soporte posterior a la implementación logran un incremento del 60% en la adopción de nuevas tecnologías. Por tanto, el verdadero éxito de un proyecto de cambio no solo se mide por su implementación, sino por cómo la organización se adapta y prospera en el largo plazo.