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Con respecto a este tema, el Dr. Juan Carlos Alvarenga, director del Programa Nacional de Prevención del Cáncer del Ministerio de Salud, explicó que los líquidos calientes de por sí no producen cáncer; es el grado de temperatura lo que afecta al organismo. “Es importante entender que para beber mate, café, té u otro líquido no es necesario que se caliente a tal punto de llegar al estado de hervor o ebullición, que se produce cuando se llega a una temperatura por encima de los 100ºC.
Alvarenga señala que la ingesta de líquidos calientes no debe sobrepasar la capacidad de tolerancia de la persona. Considera que la temperatura ideal para el consumo de un líquido caliente es aquella que no lastima la lengua al tragar. Explicó que cada persona posee un umbral de dolor distinto, por lo que cada quien percibe de manera diferente el dolor. Cuando se dificulta consumir un líquido caliente, el médico sugiere esperar a que se enfríe. “Aquellos que están acostumbrados a tomar mate excesivamente caliente deben cambiar esta práctica”, sostiene.
Indica, asimismo, que el consumo frecuente de un líquido caliente por encima del límite de tolerancia progresivamente va dañando las células del tejido del sistema digestivo superior. El agua muy caliente puede incluso perjudicar las papilas gustativas, el tejido de la base de la lengua, la faringe y el esófago y, sobre todo, la unión del esófago. Esta transición del esófago es el lugar donde los líquidos que se consumen impactan. Cuando se daña esta transición puede producir cáncer.
Es un cáncer que no produce síntomas hasta que se halla en estado avanzado y se manifiesta con dificultad cada vez que se ingiere alguna comida. Del 30 al 40% de este tipo de cáncer está asociado a la ingesta de líquidos a temperaturas muy altas. Otra de las consecuencias de la ingesta de bebidas muy calientes es la disfunción del esófago, que se traduce en dolor retroesternal, más conocido como dolor en la boca del estómago. Cuando aparece este síntoma hay que investigar si se trata de una lesión esofágica o gástrica, preinfarto o úlcera.
Disfagia: dificultad para tragar o deglutir los alimentos y líquidos. Cuando esto ocurre es porque existe una disminución del calibre del esófago o de la faringe, o en la zona de transición esófago. Puede observarse una disfagia superior, en la garganta, o inferior en el área de transición.
Tos: puede producirse por irritación de la epiglotis. Protege la vía aérea de la digestiva durante la deglución. Esta región suele dañarse por la ingesta de agua muy caliente, como consecuencia de una gastritis o por inflamación de la parte interna del esófago que produce regurgitación de los alimentos, disparando todo para arriba. Este reflujo permanente puede dañar la epiglotis, la faringe y el esófago. Es una tos que dura más de 7 días.
Si presenta cualquiera de los signos o síntomas citados, consulte al médico.