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La joven es estudiante de Marketing en la UNA, pero se tomó una semana para cumplir su sueño en las costas del mar Caribe donde observó y cuidó a las tortugas baulas, según nos cuenta.
“Siempre tuve un cariño especial hacia las tortugas. Un año atrás vi un post en Facebook sobre este tipo de programas de voluntariado, y me dije ‘tengo que ir’. Me pareció una excelente oportunidad para aprender más, acerca de estos animales y su conservación, y me sentí realmente identificada con el slogan “viaja con propósito”, porque así lo sentí. Además de la aventura que viví ayudé a hacer una diferencia, y aportar a la preservación de estas hermosas criaturas. El viaje fue completamente financiado por mí, es por eso que lo hice un año después de haberme decidido, ya que en ese tiempo estuve ahorrando el dinero para ir”, comenta.
La única forma de llegar a la reserva es en lancha, ya que está rodeada por un lado de canales y ríos, y por el otro, por el mar Caribe. El costo del voluntariado ayuda a la reserva, al mantenimiento de sus instalaciones y empleados permanentes, además de todos los gastos que conlleva y los programas de conservación.
Y Griselda continúa con entusiasmo: “como voluntaria me interioricé del trabajo: censos, procedimientos a seguir para hacer nidos, viveros (un sector protegido que tiene varios lugares para nidos). Y aparte de esto me correspondía ayudar en algunas tareas como ayudar a llevar los víveres a la cocina, preparar las mochilas con los instrumentos necesarios para los censos y algunas tareas de limpieza y jardinería”.
Dentro de la Reserva Pacuare se encuentran muchas especies de animales y plantas.Además de las tortugas hay aves, monos, reptiles, mamíferos e insectos. No hay ningún animal en cautiverio, absolutamente todos están en libertad. Lo que se realiza es un monitoreo de la fauna, mantener el territorio libre de basuras, cazadores y hueveros (que roban los huevos de los nidos de las tortugas).
Griselda describe que “monitoreaba los nidos, mantenía a hormigas, cangrejos, perros y otros depredadores lejos de los huevos y las tortugas. Tomaba la temperatura y medidas de las tortugas, les colocaba placas identificatorias, reubicaba nidos, ayudaba con el mantenimiento de los viveros y hacía los censos nocturnos”.
Explica que “las baulas pueden alcanzar un poco más de dos metros de longitud cuando son adultas, son una de las especies de tortugas marinas más grandes. Van a la playa a poner huevos por la noche, no salen durante el día, por esta razón los censos son a la noche y en tres turnos: a las 20:00, a las 22:00 y a las 24:00. Cada uno de los censos dura aproximadamente 4 horas y en ocasiones un poco más, dependiendo de la cantidad de tortugas que lleguen a la playa en esa noche”.
La actividad incluye “patrullar seis kilómetros de playa buscando a las tortugas que llegan a poner sus nidos. Una vez que nos encontramos con una esperamos a que empiece a cavar para colocar los huevos, y evaluamos el lugar. Si es seguro dejamos que ponga los huevos mientras realizamos las mediciones de su caparazón, longitud total, colocamos placas identificatorias -si aún no las tienen- y hacemos observaciones acerca de cicatrices, marcas o algún dato relevante para el control”.
¿Qué pasa si el lugar no es seguro? “Si se halla muy cerca del agua o de raíces de vegetación realizamos las mismas mediciones pero al mismo tiempo colocamos debajo de la tortuga una bolsa en donde pone los huevos, y luego nos encargamos de reubicarlos en el vivero.
Puede ser en algún otro lugar seguro, desde el momento en el que pone los huevos tenemos cuatro horas para reubicar el nido antes de que se descompongan. Durante este tiempo además, se mide la profundidad del nido que cavó la tortuga y la temperatura, tanto dentro como alrededor del mismo, para luego replicar estas condiciones en el lugar donde serán colocados los huevos.
Se hace también el conteo de los huevos teniendo en cuenta cuantos de ellos son fértiles y cuantos infértiles (vanos). Las baulas ponen tanto huevos fértiles como infértiles, que se diferencian fácilmente por su tamaño (los infértiles son notoriamente más pequeños).
No se sabe a ciencia cierta por qué realmente ponen ambos pero algunos creen que es para despistar a los depredadores, o que el aire en los huevos infértiles ayuda a las tortuguitas a salir a la superficie una vez que rompen el cascarón”. La patrulla en la playa
Generalmente van dos personas en cada patrulla, dos asistentes o uno junto con un voluntario, turista o estudiante. “Mi primera patrulla en Pacuare me tocó el turno de la medianoche. Apenas se inició apareció una tortuga en la entrada de la reserva, en la playa, estaba lloviendo y hacía frío. No utilizamos linternas con luz blanca en la playa porque pueden perturbar a las tortugas, sólo luz roja en los momentos necesarios. Se realizan las patrullas más que nada bajo la luz de la luna. Tampoco podemos utilizar ningún tipo de repelente, desodorante o perfume al realizar los censos ya que estos pueden ser tóxicos para las tortugas, realizamos las actividades con pantalones hasta los tobillos y remeras mangas largas para protegernos de los mosquitos y demás insectos que abundan en la playa”.
“La tortuga que encontramos la primera noche estaba colocando su nido muy cerca de la vegetación por lo que tuvimos que reubicarlo en el vivero. Llovió durante toda esa patrulla, volvimos hacia las cabañas alrededor de las 5:00 de la mañana, habiendo recorrido 9 km de playa esa madrugada”, recuerda con orgullo.
En mi segundo día, nos informaron que uno de los nidos ya había completado los 60 días. Tuvimos miedo de que hayan llevado los huevos o tortuguitas ya que generalmente al ir al mar ellas dejan un rastro pero como había llovido la noche anterior no había ninguna marca en la arena. Inspeccionamos y cavamos más profundo, había cascaras de huevos, señal de que sí salieron tortuguitas. Retiramos las cáscaras y los huevos que no eclosionaron para controlar la cantidad aproximada de tortugas que salieron de ese nido y la relación entre la cantidad de huevos colocados y la cantidad que nació realmente. Entre las cascaras y la arena encontramos a tres tortuguitas vivas, que no habían logrado cavar lo suficiente para salir del nido, las sacamos a la superficie de la tierra y a partir de ahí todo dependía de ellas para llegar al mar. Fue un momento sumamente emotivo que nos llevó a las lágrimas a varios de los que estábamos allí, más aún porque este fue el primer nido en eclosionar de toda la temporada. A partir de ahora cada 15 días, más o menos, habrá nuevas tortuguitas en Pacuare”, finaliza.