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Yren Rotela cuenta que empezó a dejar de ser Nery Alcides desde los siete años y Mariana Sepúlveda ya olvidó cómo era cuando lo llamaban Emanuel, en su pubertad. Con un juicio sumario de cambio de nombre y rectificación de instrumento público quiere plasmar sus nombres sociales en sus documentos de identidad.
“Acá no se cambia el sexo o el género, solamente el nombre. Ya las conocen de toda la vida como Mariana e Yren”, dice la abogada Paola Vargas, quien patrocina los juicios para las activistas de la Asociación Panambí, que representa a promover los derechos de la población trans.
Mantener el nombre de Emanuel viene causando problemas, sostiene Mariana en el justificativo del juicio, ya no corresponde a su actual identidad. Por ejemplo cuando asiste a un lugar donde debe ser llamada por el nombre que figura en la cédula, es victima del escarnio público de desconocidos.
Ambas personas sufren esto, y además también tienen inconvenientes para acceder a los servicios de salud, educación y otros por lo que decidieron emprender el juicio y abrir una brecha para que otras personas trans se animen.
‘Toda persona tiene el derecho a la libre expresión de su personalidad, a la creatividad y a la formación de su propia identidad e imagen. Se garantiza el pluralismo ideológico’, así lo expresa la Constitución Nacional en su artículo 25, principal herramienta con la que inician esta empresa. También se apoyan en el Código Civil que permite el cambio de identidad y otros acuerdos internacionales a los que Paraguay está suscrito.
“Para nosotros sería un precedente muy importante, está todo de acuerdo a toda la ley”, refiere la abogada Vargas. Resalta que si bien no es el primer caso de estos, sí apuntan a que sea el primero que llegue a buen término y consigan que ambas personas logren cambiar su identidad.