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Con el rústico mecanismo de madera, don Cesar comenzó muy temprano su trabajo de extraer el jugo de la caña de azúcar, que posteriormente servirá para la elaboración del mosto helado.
“Desde el 80 estoy acá, en el mismo lugar, vendiendo mosto”, indicó el hombre, mostrando su precario local ubicado a la altura del kilometro 44 de la ruta II, a metros de la zona conocida como “Kurusú peregrino” (Cruz del Peregrino).
Proveniente de la localidad de Cabañas, cada año – días antes del 8 de diciembre – don César instala su local y la prensa de caña de azúcar. “Venimos a hacer nuestro agosto acá”, subrayó.
Contó que entre la noche del 7 y madrugada del 8 de diciembre ganaría al menos un millón de guaraníes con la venta de mosto, que ya puede ser adquirido desde G. 1.000 el vaso.
A su lado trabaja su hermano Felipe, quien también llega con fe hasta el lugar con la intención de obtener dinero para cubrir las fiestas de fin de año. “Somos agricultores, plantamos frutas y verduras y también caña de azúcar. De cada caña sacamos 5 litros de jugo. Eso es mucho”, resalta don Felipe.
EL BUEY QUEDÓ ATRÁS
Tanto César como Felipe hacen rotar con sus propias fuerzas la rústica prensa. Hace años dejaron atrás a los bueyes o caballos porque eran peligrosos. “Estamos acá entre mucha gente y a veces el buey se pone agresivo cuando ya no quiere trabajar y eso es peligroso”, manifestó César, mientras daba nueva vuelta a la prensa.
Sin embargo, guardan una prensa eléctrica en caso de que haya muchos clientes y la fuerza humana no sea suficiente. “Ese está de reserva”, subrayó.
Para don Cesar y Felipe, la venta de mosto desde hace décadas no solo les representa una manera más de ganarse la vida, sino una manera de mantener viva a una vieja tradición que es parte del peregrinar de los fieles rumbo a Caacupé.