Un pesebre diferente

El tradicional pesebre hidráulico de la familia Sabaté ya está instalado en la quinta familiar ubicada en el barrio Bella Vista de Luque.

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Este año la nueva figura es un campesino en su carreta. Aguardan la visita de los turistas hasta el 30 de diciembre.

El gigantesco “nicho navideño” representa todo un rito y está habilitado al público desde el 22 hasta el 30 de diciembre con acceso libre y gratuito en la quinta Sabaté, ubicada sobre la calle Yrendagué y Benigno González.

Esteban Sabaté y sus hijos Arturo, Esteban, Marlene y Viviana se encargan de armar cada año el pesebre hidráulico, combinando piezas de yeso, madera, plástico y cerámica, según explicó.

Las distintas figuras son movidas por la fuerza del agua. Son 50 coloridas piezas que dan vida al pesebre gigante.

En esta Navidad la tradición familiar cumple 61 años.

El pesebre tiene una dimensión de ocho metros de ancho y nueve metros de largo, 50 piezas móviles y más de 100 piezas estáticas. La familia Sabaté trabaja arduamente desde los primeros días de diciembre para instalar todas las figuras en su lugar; verifican las cañerías que distribuyen el agua para dar movimiento a los “juguetes” del gran pesebre luqueño.

Esteban se encarga de poner a punto el sistema hidráulico y eléctrico; los hijos hacen la decoración y la vestimenta de los muñecos del pesebre, además del arreglo de la jardinería y limpieza.

El mentor de esta tradición luqueña, que cada año recibe a más de 2.500 turistas, fue don Esteban Sabaté, quien falleció hace unos 30 años.

Como su heredero, su hijo que lleva el mismo nombre, junto a sus cuatro hijos, continúan con la costumbre y cada año van colocando nuevas figuras en el pesebre.

Este año el invitado de honor es el campesino en su carreta estirada por bueyes, mientras el año pasado resaltaron la figura de artesanas de ñandutí y karanda’y.

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