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Habían transcurrido 25 años desde el golpe que derrocó al dictador Alfredo Stroessner cuando, en el 2014, Luis Alfonso Resck nos concedió la que sería la última entrevista que le haríamos. En ese momento, nos afirmó tajantemente que para él, en el Paraguay siguen las violaciones de los derechos humanos de miles de compatriotas.
Dos años después, se despidió de nosotros físicamente, pero, su legado queda imperecedero. “No hay reforma agraria, hay injusticia social, económica y jurídica. Además, subsisten la corrupción en todos los poderes del Estado, y las crueles represiones a ciudadanos que se manifiestan, reclamando sus derechos”, decía el profesor a ABC Color hace dos años. Hoy, estamos casi seguros, diría lo mismo. Todas estas problemáticas sociales persisten.
Quien fue preso por “comunista y subersivo” un total de 109 veces, en la época de la dictadura, manifestó a sus 90 años, que le preocupaba que la Ley de Alianza público privada solo beneficiara a los empresarios. “Que el Gobierno actual, ponga en vigencia el pago de solo 10 por ciento del impuesto a la soja; cuando en la Argentina y el Brasil, está entre 25 y 30 por ciento. Lamento la constante suba del pasaje, porque golpea duramente el bolsillo de la gente humilde del país. Con ello suben todos los precios de los productos de primera necesidad. Por si todo fuera poco, hace años, no hay aumento del salario mínimo”, era lo que analizaba en ese entonces el dirigente y luchador por los derechos humanos.
Nacido un 23 de enero de 1924 en Villarrica, el tenaz defensor y referente de los derechos humanos en el Paraguay, nos había recibido entonces en su residencia ubicada en Lugano 1162, de Asunción. Recordó que en 1942, abandonó a sus 11 hermanos y sus padres descendientes libaneses que se dedicaban a la agricultura a Asunción a estudiar Medicina. Paralelamente, estudiaba en la Escuela Superior de Humanidades.
Cuando se desató la guerra civil de 1947 ya había concluido los estudios de Humanidades y hacía el cuarto curso de Medicina cuando le otorgaron una beca. Así, en 1950 fue a España a hacer un curso de post grado. Luego de un año en ese país por cuestiones políticas se trasladó a Francia, y otros países. Volvió al Paraguay en 1951, cuando estaba recién creada la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Asunción. Decidió abandonar definitivamente la Medicina, e ingresó a esa facultad como estudiante en la rama de Filosofía. A la vez, fue contratado como profesor en la rama de Letras. Pronto se convirtió en presidente del Centro de Filosofía por dos años y presidente de la Federación Universitaria del Paraguay. Por un año, fue representante por América Latina ante la Unión de Universitarios a nivel Internacional con sede en Holanda.
“Desde mi traslado a Asunción como dirigente universitario primero y después como dirigente político fui permanente y cruelmente perseguido. Primero durante la dictadura anteriores a Stroessner (en la presidencia de Higinio Morínigo, fue preso 15 veces) y a partir de 1954 hasta la caída del stronismo fui perseguido, reprimido, confinado, encarcelado y exiliado, constantemente. Fui preso, 109 veces”, resaltó.
¿De qué lo acusaban? De ser “comunista y subversivo”. Cuenta que las autoridades sabían perfectamente que esto no era cierto, pero cumplían la “orden superior”. Su único “crimen” era enseñar. “La cátedra es una instancia que forma actitudes ciudadanas dibujando en el alma del joven la imagen que en el mañana van a ser sujetos de derechos como ciudadanos y responsables de obligaciones. La educación pone al descubierto los ilícitos, las inmoralidades y todo aquello que constituye un atentado contra la vida, el honor, y la dignidad de las personas. Por eso es una herramienta válida contra toda dictadura”, expresó en el profesor durante aquella entrevista. Con su enseñanza, abrió los ojos de miles de jóvenes, que tuvieron un despertar hacia la libertad, y comenzaron a exigir, al igual que él, el respeto de los derechos humanos. Cuánto más eran los jóvenes formados, más se tambaleaba el imperio dictatorial de Stroessner, y eso asustaba al tirano. Por eso lo perseguían.
La educación liberadora de “Paulo Freire”, es la que siempre enseñó, pues, según él, es la que abre el pensamiento. “Se requiere un mínimo de libertad para la educación. De eso tienen miedo las autoridades hasta hoy día. Porque subsisten aún los oscuros resabios del pasado como la injusticia social, el autoritarismo y la corrupción. El aparato represivo no ha sido eliminado. Las represiones sobre todo a los campesinos, estudiantes y docentes son violentas”, señaló en aquel entonces.
Si bien reconoció un avance en los más de 25 años desde golpe, sobre todo en el campo político, expresó que aún así hay un déficit en los derechos sociales, culturales y económicos “que se traduce dramáticamente en la crisis que estamos viviendo de desempleo, hambre y miseria en que vive la mitad del pueblo paraguayo”, había dicho.
A continuación, le dejamos textualmente la continuación de aquella memorable entrevista que le habíamos realizado al profesor.
¿Podemos decir que se vive en democracia?
- No hay en el país libertad individual, ni social. Los maestros, los empleados, los campesinos salen a exigir su legítima demanda y son reprimidos violentamente. Sin la vigencia de los derechos humanos no se puede vivir en libertad, tampoco puede haber justicia social. Sin la justicia social y las libertades no pueden haber desarrollo y sin desarrollo, no puede haber paz.
¿Qué aspectos de la dictadura no puede olvidar?
- El flagelo cruel de las represiones, sobre todo la tortura antes como sistema y que ahora subsisten en el campesino, el obrero, los profesionales en su lucha por un sueldo digno.
¿Qué legado dejó la época de la dictadura en el pueblo paraguayo?
- Por un lado el temor que impide el desarrollo humano. La represión aún subsiste en la sociedad y la corrupción es casi generalizada. En el país no hay justicia. Por eso me ocupo de la maestra sin rubro y una jubilación digna, de los ciudadanos sin el debido respeto a sus derechos humanos, las empleadas domésticas explotadas, voy a visitar a los obreros en huelga y esa solidaridad no se traduce en metálico, lo hago de corazón...
-¿Qué le gustaría hacer realidad en el país?
- La herramienta válida para el cambio de un país es la educación porque gracias a ella se forja la mentalidad y se crea una nueva personalidad. Hace falta que la juventud y la gente honesta y capacitada tengan acceso al poder, en cargos de decisión, que haya mayor equidad en la distribución de la riqueza. Hace falta una revolución mental que transforme al hombre que cree y promueva la libertad, la justicia, la solidaridad. Paralelamente hay que terminar con las estructuras autoritarias, corruptas e injustas. Hace falta crear una sociedad libre y justa, democrática, comunitaria, fraterna y solidaria en libertad donde permanezcan los valores sociales, culturales y económicos bajo el signo de los derechos humanos y con profundo sentido ético y cívico.
El último homenaje
El año pasado, el profesor Resck recibió la condecoración pontificia San Gregorio Magno, otorgada de manera especial por el Vaticano a laicos comprometidos con la Iglesia Católica y su acción testimonial. La entrega estuvo a cargo del Nuncio de Su Santidad, Monseñor Eliseo Antonio Ariotti.