Francisco, al encuentro con los jóvenes

El papa Francisco participa de un encuentro con los jóvenes en la Costanera de Asunción, una de sus últimas paradas antes de abandonar Paraguay y dar por terminada su gira por Sudamérica. Es el único evento de este tipo de su recorrido.

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La emoción comenzó desde tempranas horas de la mañana. Mientras la enorme multitud se agolpaba en Ñu Guasu para asistir a la última misa oficiada por el papa Francisco en Paraguay, los jóvenes comenzaban a llegar a la Avenida Costanera “José Asunción Flores”.

Decenas de miles de jóvenes recorrían las calles del centro histórico de Asunción entre cánticos y ataviados con banderas paraguayas y del Vaticano. Ellos eran los protagonistas principales del evento, pero eso no evitó que adultos, ancianos y enfermos llegaran también al lugar para escuchar al Sumo Pontífice en su penúltima parada antes de dar por finalizada la histórica visita a tierra paraguaya.

No faltaron las banderas argentinas, pues ciudadanos del país de origen del primer papa latinoamericano también se hicieron sentir en el lugar. A medida que iban transcurriendo las horas, el número de gente en la Costanera iba aumentando de manera impresionante.

Mientras algunos cantaban, saltaban y bailaban, unos cuantos decidieron dormir un poco para descansar, debido al cansancio físico resultante de las largas horas de viaje que realizaron para poder participar del encuentro con el Obispo de Roma.

No faltaron los casos de descompensación que aquejaron incluso a varios servidores, consecuencia del intenso calor que se hizo sentir en la jornada de domingo. Una eventual llovizna acarició a los presentes y ayudó a mejorar, quizás un poco, la situación.

A medida que iba pasando el tiempo, el ritmo enérgico y los gritos de “Esta es la juventud del Papa” dieron lugar a canciones un poco más contemplativas, ya preparando un ambiente de oración.

Francisco abandonó la Nunciatura poco después de las 16:30. De manera sorpresiva agarró un micrófono y se despidió de la gran cantidad de personas que esperaba frente a la sede diplomática para verlo salir una última vez en algún tiempo. “Les quiero agradecer las muestras de afecto y cariño”, dijo antes de rezar un Ave María y luego dejarse abrazar por los niños, sus pequeños preferidos y los que más se hicieron sentir durante las horas de espera frente al lugar.

El viaje duró poco más de diez minutos. A lo largo de todo el trayecto, la gente con banderas paraguayas y vaticanas se hacía sentir entre saltos y gritos para despedir al Sumo Pontífice. La emotividad se elevó de manera exponencial en la Costanera. Las lágrimas comenzaron a brotar entre los presentes.

Manos arribas y pañuelos al cielo, gritos, lágrimas y la canción “Gracias, Santo Padre” recibieron a Francisco en la Costanera. El Sumo Pontífice escuchaba atento ya frente a su silla, en el escenario.

Una vez que terminó la primera canción, un grupo de jóvenes subió al escenario para entregar la cruz de los jóvenes. Francisco los recibió a todos y cada uno de ellos con abrazos y besos. Al bajar, la emoción se notaba en sus rostros, mientras se abrazaban. “Él vive, él vive, vive Jesús, el Señor”, cantaba el coro.

Una vez que paró la música, el grito al unísono de “Esta es la juventud del Papa” se hizo sentir tan fuerte que hasta parecía sonar en todo el microcentro de Asunción. Francisco los miraba desde el escenario fijamente, con un gesto de cariño en su mirada y una sonrisa cálida.

“La juventud paraguaya viene ante usted para decirle que tiene el corazón abierto”, declamaba monseñor Edmundo Valenzuela, cuyo discurso era celebrado por los jóvenes.

“Los jóvenes están aquí porque quieren apostar por la defensa de la vida y de la familia, que Paraguay no sea señalado en el concierto de las naciones por la deshonestidad y la descomposición paulatina de sus instituciones, anhelan que se construya la sociedad no sobre la arena de la corrupción sino sobre la roca firme del Evangelio”, señaló seguidamente.

Valenzuela agradeció al Sumo Pontífice por compartir con los jóvenes. “Hagan lío les has dicho, y aquí están”, afirmó para luego destacar el gran trabajo de los servidores a lo largo de los tres días de su visita papal. “Santo Padre, recuerde, que este pueblo lo ama con todo el corazón”, señaló. Otra vez, el festejo de los miles de jóvenes se desató.

“Lo amamos Santo Padre, lo amamos”, siguió. “Si es posible, vuelva nuevamente, muy pronto a Paraguay”, terminó Valenzuela.“Francisco no se va”, respondieron los jóvenes.

Luego del sentido discurso del arzobispo, se presentaron una danza y un video ante el Sumo Pontífice. En la puesta en escena resaltaban elementos como la tierra, el agua, los bosques y los pueblos nativos, en alusión al mensaje de compromiso ecológico que ha caracterizado al pontificado de Francisco desde su primer día.

Liz Fretes y Manuel Aguilar se encargaron de presentar dos conmovedores testimonios antes de que se escuchara el discurso del Sumo Pontífice en la Costanera.

Liz es una joven de 25 años de San Bernardino y actualmente estudia enfermería, pero que al mismo tiempo debe cuidar de su madre, enferma de Alzheimer. Relató que en el momento de mayor dificultad encontró apoyo en la pastoral juvenil. “Con tu presencia Santo Padre, sanarás muchos corazones”, aseveró la joven quien recordó que quiso ir la Jornada Mundial de la Juventud en 2011, en Brasil, pero que no pudo hacerlo y cuando estaba juntando dinero para poder viajar la próxima JMJ en Cracovia, le dieron la noticia de que Francisco vendría al país.

Terminó su alocución preguntando: “¿Qué modelo de Iglesia buscar y construir?”. El Pontífice la recibió con un abrazo, conversó brevemente con ella y le entregó un regalo.

Manuel tiene 18 años y es de Villa del Rosario. Relató que siendo muy joven fue entregado a una familia de Asunción, que lo maltrataba y explotaba, lo que lo empujó a muy malos momentos.

“Volví al campo. Al volver al campo, trabajé mucho tiempo en la chacra, con eso ayudé a mi madre porque estaba solo con mi mamá. No pasó mucho tiempo para que mi mamá fallezca y me quedé solo. Conocí el camino a Dios y comencé a salir adelante”, afirmó.

“No es fácil hablar de un futuro siendo un joven campesino. Hoy me sobran ganas de servir a otro. Tengo ganas de superarme. Su santidad, estamos luchando por vivir nuestra fe, necesitamos itinerarios más sólidos, formación en la fe cristiana. Vivimos con un futuro incierto, muchos estamos sin trabajo por razones ajenas a nosotros. ¿Qué podemos hacer?”, preguntó.

Se cerró con la lectura del pasaje de las Bienaventuranzas del Evangelio de San Mateo.

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