La muestra expuesta en la Casa Museo Ñembo'e Renda de Asunción reúne figuras de mediados del siglo XVIII con imágenes contemporáneas que han sido talladas en madera, yeso, hierro o bronce con el objetivo de mantener viva la cultura religiosa entre los vecinos de la capital paraguaya.
La exposición es el resultado de más de medio siglo de recopilación e investigación de obras artísticas, realizada por la Fundación Fernando Gómez Sifo, que muestra el impacto de la cultura indígena en las costumbres que importaron las congregaciones religiosas de Jesuitas, Franciscanos y Dominicos.
A las puertas de la casa, una representación del Calvario da la bienvenida a los visitantes con la escultura de Cristo crucificado, acompañado de San Juan y de la Virgen de los Dolores, todos ellos rodeados por el tradicional laurel negro que en Paraguay acompaña a las figuras durante la Semana Santa.
El pequeño altar es cubierto este Viernes Santo con un manto negro para representar la muerte de Jesucristo y no se levantará hasta el próximo Domingo de Resurrección. Al entrar a la muestra, el visitante descubre una amplia variedad de Cristos con la particularidad de que muchas de las cruces están decoradas con vivos colores azules o verdes y que incluyen imágenes de la flora propia de la región.
“Los más antiguos tienen pinturas originales que son de flores y de frutos que utilizaban los indígenas para pintar”, explica a Efe el director de la Casa Museo, Jorge Gómez, hijo del difunto fundador de la institución.
Otra de las características propias de la muestra es que la representación de Jesucristo es muy diferente de una figura a otra, de manera que en algunas aparece orando en la cruz, en otras sufriendo la Pasión y en otras ya fallecido.
Además de la influencia en las representaciones artísticas, la cultura indígena también ha tenido su impacto en las tradiciones de la Semana Santa en Paraguay, como el consumo del chipá, producto tradicional de país.
El documentalista Andrés Caballero relata a Efe que esta tradición se remonta a la llegada a la región de la congregación de los Franciscanos, quienes utilizaron el chipá como elemento para explicar a las poblaciones indígenas la eucaristía católica.
“Hay una gran influencia que perdura hasta hoy con ciertas costumbres de la época de la colonia”, asegura Caballero. Es tradicional preparar en familia el chipá, un panificado hecho a base de almidón de mandioca y queso duro, durante la jornada del Jueves Santo para cumplir con el rito de descansar el día siguiente.
Posteriormente, el producto se coloca tanto en las casas como en los cementerios para celebrar la Pasión de Jesucristo y honrar a los difuntos, y finalmente se les ofrece a los más pequeños de la familia.
Se trata de ritos que comparten valores de la cultura indígena y de la católica y que, según el documentalista, se han mantenido más en el interior del país que en la capital.
El director de la Casa Museo lamentó que algunas de esas tradiciones se estén perdiendo y puso como ejemplo la celebración del novenario, un luto religioso de nueve días en el que lo familiares de los difuntos se reúnen junto a un altar.
Uno de los ejemplos del altar está expuesto en el interior de la Casa Museo con una estructura de nueve pisos, que representan cada uno de los días de rezo, sobre los que reposan 18 candelabros.
“Con nuestra fundación queremos volver a que la gente utilice este tipo de tradiciones. Lo damos en alquiler a los vecinos o cualquier persona que lo solicite para incentivar a la gente a que siga nuestras tradiciones”, agregó Gómez.