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El 29 de agosto del año pasado salió de alta, tras catorce días de haber recibido un nuevo corazón. Liz Morales, a seis meses del trasplante cardíaco al que fue sometida a raíz de una cardiopatía grave, hoy cuenta que está feliz y enamorada de la vida.
“Mañana es el día de San Valentín”, recordó mientras esperaba ser atendida ayer, oportunidad que aprovechó para escribir un mensaje a su mamá. “Gracias por tu amor”, dijo la pequeña a su madre, en una carta. A pesar de que aún no reconoce todas las letras del alfabeto, con mucho esfuerzo pudo hacer la cartita en el hospital mientras esperaba su turno.
Periódicamente, Liz se realiza sus controles en el Hospital Pediátrico “Niños de Acosta Ñu”, en donde se le proporciona todos los medicamentos que deberá consumir de por vida. Fuera de esto, lleva una vida completamente normal en su ciudad natal, Curuguaty, como cualquier niño de su edad. De hecho, va a la escuela y ahora pasó al primer grado.
La donación de órganos es un gesto de amor y solidaridad que afortunadamente va aumentando en nuestro país, según datos del Ministerio de Salud. Hasta el momento, en el Pediátrico se han efectuado ocho trasplantes de corazón. El primero se registró en setiembre de 2012.
En el 2013 se realizaron cuatro trasplantes; en el 2014, dos, y en lo que va del 2015, uno. De todos los trasplantados, tres fallecieron. Además del procedimiento de trasplante, en el hospital de niños se cuenta con un sistema de asistencia ventricular “Berlin Heart” (corazón artificial) y dispositivos de asistencia cardiopulmonar.
La última niña trasplantada es Miguela Ayala, de 11 años, quien se va recuperando favorablemente. Fue operada esta semana, pero ya está sin asistencia respiratoria invasiva. Solo tiene un mínimo de aporte de oxígeno, informaron los médicos.