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Silva, coordinador del equipo, explicó que esta designación es justamente para establecer un proceso para brindar un servicio a los fieles que requieren atención especial en casos extremos como la posesión.
“Las personas estamos designados en ese nombramiento para que podamos trabajar en equipo y acompañar a las personas. Las más complicadas son las poseídas, y entonces se trata de ver de qué manera, a través de lo que la Iglesia siempre hizo: el exorcismo. Orientar un poco a esa persona, a su familia y la comunidad para que pueda comunicarse con Cristo”, explicó.
Aclara que es un servicio exclusivamente para los creyentes, pero que, no obstante, no está exento del rigor científico. “Los casos de personas que realmente están poseídas son rarísimos, o sea, no hay muchos. En un año, por ejemplo, muy poco se puede tener. Puede haber otros tipos de manifestaciones; por eso en este equipo necesitamos psicólogos, psiquiatras y médicos formados en ámbito de la neurología para que puedan dar su opiniones para ir evaluando y tener un diagnóstico de si a esa persona realmente se le puede realizar un exorcismo”, remarcó.
Por eso resalta que no es una intervención inmediata, como muchos esperan; hay que ser prudentes. “Dios quiere acompañar a cualquier persona que pida auxilio, y es muy doloroso ver así a un hermano, tanto para nosotros como para los familiares y para la propia persona que está sufriendo. Es una situación muy angustiante, pero se tiene que ir evaluando. No se puede decir directamente sí o no; se tiene que hacer todo un proceso, porque, además de especialistas, se necesitan personas con dones y carismas que tienen que ir y pedir misericordia; que se busque, por ejemplo, por qué llegó esa persona ahí... Se abrieron puertas: ¿qué tipo de puertas fueron abiertas?, ¿por pactos o se fueron al mundo de la hechicería o la brujería a pedir ayuda? O sea, hay varios cuestiones que analizar”, expresó.
El sacerdote comenta que hay casos en que la posesiones pueden buscar pasar inadvertidas, por lo que ellos deben de tratar de identificar esas manifestaciones. “Pueden cambiar su voz, hablar en idiomas antiguos que ya no existen o en varios idiomas, tener mucha fuerza que ni siquiera entre ocho personas le puedan atajar, reaccionar contra objetos sacros, no pueden entrar a la Iglesia, y hay algunos que incluso hasta cierto momento puede soportar estar en una celebración o se ocultan podríamos decir”, explicó el religioso.
Una vez confirmada la necesidad de un exorcismo, el presbítero remarcó que hay un proceso establecido por la Iglesia, en que se prepara a la persona antes de ordenársele al ente maligno que abandone el cuerpo de una persona.
El proceso de exorcismo “tiene toda una estructura, es decir, desde la invocación a Dios, al Espíritu Santo, la Virgen y los santos. Hay toda una letanía y salmos, y va aumentando en intensidad hasta que el que dirige esa sesión le tenga que ordenar al ente, y se le tiene que mencionar por su nombre; por eso se le pide el nombre, para poder expulsarle”, relató Silva, que conforma el equipo junto con el sacerdote Pedro Silva y los diáconos permanentes Alejandro Bogda y Bernardo Figueredo.