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El río Rímac sirve para abastecer de agua a Lima y a Callao, dos gigantes ciudades del Perú. Una campaña hecha por el Ministerio del Ambiente local y una empresa privada se centró en concienciar a las personas sobre la importancia de cuidar el río, al cual se arroja, cada día, unas seis toneladas de basura.
El experimento consistió en colocar sensores de movimiento en ciertas zonas adyacentes al río y, al detectarlo, se activaban unos parlantes que reproducían una gruesa voz que se hacía personificar como el río Rímac. De acuerdo a los datos publicados en las redes sociales, el 80% de las personas que escuchó el mensaje desistió de arrojar sus basuras al cauce del río.
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“¡Señora! Soy el río Rímac. Por favor, no me tire su basura, en mis aguas viven plantas y aves. ¿No tiene vergüenza? Gracias a mí, usted tiene agua todos los días”, es uno de los mensajes que se puede oír a través de los grandes y potentes parlantes.
La contaminación de los cauces hídricos por parte de la misma población es un flagelo que también se vive en Paraguay. En el caso de, por ejemplo, Asunción, el río Paraguay sufre una contaminación a tope en la zona de la Bahía. Uno de sus “abastecedores” es el arroyo Mburicaó, donde inescrupulosos arrojan sus basuras.
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La Municipalidad de Asunción, por ejemplo, gastará casi G. 2.500 millones en una licitación para limpiar cauces hídricos de la capital. Sin embargo, no cuenta con campañas de concienciación para evitar que se arroje desechos al río y a los arroyos. Uno de los pocos proyectos independientes, impulsado por jóvenes, fue “Salvemos Mburikao”, que se realizó en 2016. Sin embargo, la gente volvió a arrojar como si nada su basura en estos sitios.