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Muchos son los videos que circulan a través de las redes sociales, en donde se observa a menores de edad siendo víctimas de burlas, acosos e incluso golpes, por parte de otros niños mayores o de la misma edad.
Si bien el bullying o acoso escolar es un tema del que se viene hablando desde hace un tiempo, el cyberbullying o cyberacoso es un tema que entra en el tapete ahora.
Básicamente, consiste en el acto de difundir a través de materiales audiovisuales, fotografías, actos de burlas o violencia hacia menores, con el objetivo de ponerlos en ridículo o lastimarlos.
Para el sicólogo Gustavo Piñeiro, quien trabaja en el área de adolescentes y redes sociales, lo primero que los padres deben comprender es que al momento de comprar un teléfono celular de una compañía, el celular es vendido al adulto, no al menor, por lo tanto, la persona adulta es la responsable de supervisar el uso del artefacto.
“No se trata de invadir la privacidad el chico, pero no hay de otra, es necesario controlar la manera en que el adolescente utiliza el celular, qué graba, qué fotografía”.
El segundo paso para el profesional, consiste en entender que hay una razón por la que las aplicaciones como Facebook o Whatsapp delimitan la edad de autorización para el uso. “Es necesario respetar esos filtros. Los chicos mienten fácilmente con la edad para acceder a estas aplicaciones. La edad de una persona que está en condiciones de determinar qué está bien y qué está mal, según todas las investigaciones apunta a 20 años. Entonces, imagínense como un chico de 10 años para arriba podrá determinar qué es una broma y hasta dónde llega”.
El licenciado Gustavo Piñeiro nos explicó que si bien conversar con el adolescente es importante, las características propias de la edad hacen que el chico tienda a hacer más caso a sus congéneres. “Le decís que está mal, pero no le entra, la única alternativa es controlar”, recalcó el profesional.
Piñeiro explicó que en otros países, ya se ha establecido que, cuando un adulto compra un teléfono que será utilizado por un menor, debe declarar que será así, de manera a que la empresa de telefonía adopte determinados filtros. “Pero eso lastimosamente aún no existe en Paraguay”, señaló.
La víctima
“Cuando hablamos de Cyberbullying, nos referimos a un acto de violencia sicológica o física a través de la cibernética, y, si además existe un chantaje de por medio, se trata de un Cyberacoso”, nos explicó el profesional.
Los padres de un niño que es víctima de cyberbullying pueden tomar ciertas acciones estratégicas para evitar que el menor caiga en depresión, y en los tan temidos actos de suicidio, que lastimosamente son una realidad.
“Lo primero es hacerle entender al chico que la noticia es noticia del día. No dura. Nadie se acuerda del video del intendente. Todo pasa, aún las cosas lindas”. De esta manera, se evita que el niño caiga en la vergüenza y el temor al ridículo.
La segunda estrategia es que el adolescente esté rodeado de amor, de manera a que obtenga la seguridad de saber que es un ser valioso y o acaba el mundo por una mala broma.
El especialista no recomienda el cambio de colegio, siempre y cuando el adolescente no manifieste malestar físico, o rastros de violencia. “Si el chico se siente cómodo en el colegio, y la institución toma las medidas correspondientes, no hay por qué cambiarlo”, explica.
El tercer paso es encarar al agresor. Esto, debe hacerse con cuidado, expresa. “El adolescente acosador puede tomar la acusación de dos maneras. Una: creer que logró llamar la atención y es un ídolo, y otra, pensar bien y no hacerlo nunca más”.
El objetivo es que padres y autoridades de la institución hagan entender al chico el alcance y el perjuicio de su accionar.
El profesional aconseja que no los padres no tomen con exagerado dramatismo la situación. “Quién no ha sufrido de molestias en la escuela incluso en el pasado. Si el chico logra superar la prueba, se puede seguir adelante”.
Por último, por supuesto, la consulta sicológica es necesaria tanto para el agresor como para el agredido. “Se debe tener en cuenta que estamos tratando con menores en formación, y si al agresor no lo atendemos a tiempo, en el futuro podría desarrollar una conducta criminal”.
Nuestro entrevistado finalizó con una perspectiva bastante positiva, y expresó que, muchas veces, estos episodios no pasan de ser más que “una cuestión de chicos”. Aclaró que los casos tienen solución e incluso se puede llegar a una reconciliación entre ambos adolescentes.