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Desde el Cuartel General del Ejército partió esta semana un nuevo cargamento con 210.000 litros de agua para asistir a las familias afectadas por la complicada situación de sequía en el Chaco paraguayo. Fueron movilizados 16 vehículos, completando el vigésimo primer contingente que envía el Gobierno en el denominado operativo “Y Jeroja II”.
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Con este nuevo contingente ya se enviaron alrededor de 6.800.000 litros de agua potable para asistir a las familias de las comunidades más vulnerables de la Región Occidental del país. El agua hace un largo trayecto desde Asunción hasta las comunidades de los departamentos de Presidente Hayes y Boquerón, donde la última buena lluvia se registró en abril de este año.
“Estamos muy atentos para poder paliar la situación que viven las comunidades por falta de lluvia. Tenemos que ponernos a la altura de las circunstancias como funcionarios del Estado”, expresó el ministro de Defensa Nacional, Oscar González.
Sin embargo, pese al impacto del servicio, muchos chaqueños miran con escepticismo el operativo, calificándolo como un “operativo parche”, ya que hacer viajar el agua por tantos kilómetros representa una logística costosa.
“A largo plazo no van a traer siempre agua a mi comunidad; necesitamos soluciones permanentes como la limpieza de nuestros tajamares o cavar pozos”, dijo Graciano Timoteo, de la comunidad Bethania, ubicada al costado de la Ruta Transchaco.
Timoteo mencionó que urgen contar con agua, no solo para sobrevivir, sino también para cultivar sus alimentos. “La gente dice que no queremos trabajar, pero nadie ve que hace tres años nuestros cultivos se están quemando por la helada o porque no llueve justo cuando tiene que llover”, subrayó.
Batata, cebollas, sandías y melones: nada se salva del calor extremo, y lo poco que sobrevive no da para comer ni vender, dijeron. “Tenemos linda semilla, cada uno tiene un poco de chacra, pero no hay agua; el gobierno no va a acarrear para que nosotros podamos regar la huerta
Las zonas urbanas tienen la misma carencia
La opinión de Graciano Timoteo es compartida por pobladores de zonas urbanas de Filadelfia y Loma Plata, en las que la mayoría de las casas ya está en una situación de racionamiento, sin desperdiciar el agua siquiera para el jardín. Para comprar 10.000 litros de agua, el precio estándar es G. 500.000, que es lo que vale una carga. La mayoría de los aljibes tiene capacidad para 35.000 litros, es decir, que una familia normal puede gastar entre G. 1.500.000 y G. 2.500.000 solo en agua, sin contar con los otros costos familiares.
Quienes pueden permitirse tienen una conexión extra al tajamar comunitario (en los barrios menonitas), cuyo costo se calcula mediante un medidor, y el agua se utiliza para todo menos para beber. También, dado que la sequía viene ya de años, quien más, quien menos, compra agua mineral para beber, ya que el gusto del agua varía según si esta es de lluvia, de pozo o desalinizada. Esto convierte al agua en el producto más costoso y valioso de toda la supervivencia familiar, mucho más que en otros puntos del país.
Acueducto sigue obsoleto
La costosa obra del Acueducto del Chaco, un proyecto diseñado precisamente para abastecer de agua potable a la población en épocas de sequía como la actual y que fue realizada a un costo de USD 130 millones, sigue totalmente obsoleto y en diciembre cumplirá dos años de no funcionar.
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Ante esta situación, durante todo este año, diferentes políticos ya anunciaron soluciones alternativas, pero lo concreto es que ninguna parece ser viable. Por otro lado, tampoco existe una fuente de financiamiento que pueda costear una solución, lo que significa que los pobladores chaqueños no cuentan con la reparación del mismo.