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El contraste de la laguna roja con la vegetación evoca lo que según la Biblia fue una de las primeras plagas de Egipto, la conversión del agua en sangre, pero lejos de ser eso, este fenómeno es cíclico en el Chaco, ya que las mismas lagunas saladas que están repartidas a lo ancho del territorio son escenario de abundantes migraciones de aves como los flamencos que al consumir los crustáceos del lugar, también tiñen su plumaje de un rosado intenso.
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Este fenómeno ya fue toda una novedad años anteriores, en la misma zona, en ese entonces al agua fue analizada por técnicos del Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADES), quienes concluyeron que el agua no es tóxica, no expide ningún olor y no representa ningún daño para el propio ecosistema.
Hay que recordar que el agua es salada, por lo que no es de consumo humano y solo unas pocas aves se sirven de ella. Para los habitantes del territorio esto es algo conocido, pero para los que nunca vieron este fenómeno el hecho causa mucha impresión. Se descarta que sea por efectos de contaminación.
Desde la Dirección General de Protección y Conservación de la Biodiversidad del Ministerio de Ambiente habrían explicado el comportamiento de estas lagunas afirmando que se relaciona a un propósito natural, ya que en ese sentido se dan apariciones de ciertas especies de algas en esta época que da la tonalidad de color rojo a los tajamares y las lagunas del Chaco y en definitiva no son inconvenientes para ninguno de los elementos naturales existentes en la zona ni para la fauna.