En medio de la clase, los pequeños fueron llamados uno por uno para recibir videollamadas inesperadas de sus padres. Del otro lado de la pantalla, las madres y los padres les transmitieron un mensaje, simple, pero poderoso: “Estamos orgullosos de vos”.
Las reacciones fueron instantáneas: sonrisas temblorosas y lágrimas de pura emoción.
Los chicos escucharon cómo sus familias destacaban su esfuerzo, su crecimiento y lo importantes que son en sus vidas.
Lea más: Piribebuy: memoria histórica y geológica alojadas en dos museos que se pueden visitar en un dia
Experimento social
El profesor Espínola explicó que llevó adelante esta iniciativa como parte de un “experimento social”, en un contexto en el que, según señaló, muchas familias viven una distancia afectiva, sin quererlo, producto del trabajo, las preocupaciones y la rutina.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
Resaltó que su intención fue crear un espacio donde los estudiantes pudieran sentirse vistos, escuchados y valorados.
La actividad generó un ambiente cargado de sensibilidad y unión. Algunos alumnos abrazaron entre lágrimas a sus compañeros, mientras otros simplemente se quedaron en silencio, dejando que el mensaje de sus seres queridos llegara hasta lo más profundo.
El gesto también emocionó a los padres, quienes agradecieron poder transmitir esas palabras en un momento tan especial y significativo.
Para la comunidad educativa, la jornada se convirtió en un recordatorio sobre la importancia del afecto y la comunicación dentro de la familia.
“A veces uno asume que los hijos ya saben lo que sentimos, pero decirlo puede cambiar su día, su ánimo y hasta su vida”, expresó el profesor Espínola.
Lo vivido en la escuela Virgen del Rosario no fue solo una clase distinta, sino un verdadero abrazo al alma. Una muestra de que la educación también puede sanar, unir y despertar emociones que fortalecen a los niños más allá de los libros.
Lea más: Tres ciudades de Cordillera para hacer turismo interno