Más de 15 trofeos fueron elaborados completamente a mano por la artesana Sandra Ortega y su familia, en el barrio San Rafael de Tobatí, dentro de la compañía 21 de Julio, en Cordillera. Cada pieza muestra el esfuerzo y dedicación en los detalles, convirtiendo a estos trofeos en verdaderos símbolos de tradición y arte local.
Los tres trofeos de la categoría principal recibieron un tratamiento especial: fueron pintados y, para darles un toque final único, el reconocido artista Félix Toranzos intervino cada uno con colores que transformaron las piezas en obras irrepetibles, llenas de creatividad y originalidad.
“Cada trofeo lleva el amor y la dedicación de muchas manos. Transformar la tierra en arte es un acto de amor y respeto”, señaló Ortega, destacando la paciencia y el cuidado que exige cada paso del proceso.
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Desde la extracción del ñai’u en la cantera local, pasando por su transporte, la preparación y amasado de la arcilla, hasta el moldeado cuidadoso, cada etapa requiere destreza y conocimiento.
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El secado se realiza de manera natural, siguiendo los ritmos de la tierra, antes de la cocción en el tatakua, el horno tradicional le imprime a la cerámica sus matices y le da la resistencia que lo caracteriza.


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El Instituto Paraguayo de Artesanía (IPA) apoyó todo el proceso, asegurando que se respetaran las técnicas ancestrales y la autenticidad del trabajo. Así, los trofeos del Rally del Paraguay 2025 no solo premiaron el esfuerzo y la destreza de los competidores, sino que también representan la unión entre el deporte, la tradición y la comunidad.
Cada ganador se llevó consigo una pieza que es, a la vez, un premio, un homenaje cultural y un pedazo de historia paraguaya, reflejo del trabajo y el orgullo de la gente de la compañía 21 de Julio.

La laboriosa gente de la compañía 21 de Julio
La compañía 21 de Julio, en el corazón de Cordillera, se distingue por la dedicación y el esfuerzo de su gente. Sus habitantes, en su mayoría trabajadores de oficios tradicionales como la cerámica, la agricultura, la carpintería y el comercio local, construyen día a día un ejemplo de constancia y compromiso.
Cada trabajador refleja la pasión por su oficio y el respeto por las técnicas heredadas de generaciones anteriores. Desde quienes extraen y preparan la arcilla en las canteras, hasta quienes moldean, cocinan y decoran las piezas artesanales, todos aportan su experiencia y cuidado para que cada creación tenga calidad y alma.
La colaboración comunitaria es un sello distintivo de la zona: allí, el trabajo individual se conjuga con el esfuerzo colectivo, logrando resultados que trascienden lo material y se convierten en símbolo de identidad y cultura.
Los trabajadores de la compañía 21 de Julio no solo producen bienes; preservan saberes, fomentan la creatividad y mantienen vivas tradiciones que forman parte del patrimonio cultural paraguayo.
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