La entrega estuvo a cargo de Marcelino Prieto, quien arribó al lugar acompañado por una gran caravana de motociclistas que hicieron rugir sus motores en señal de homenaje y respeto.
Las réplicas fueron construidas por el modelista naval Humberto Sánchez, en base a documentos, planos y descripciones históricas que le permitieron recrear con precisión las naves que, en su mayoría, eran buques mercantes adaptados para la guerra.
Prieto, profundamente emocionado, explicó que el gesto no responde a un interés personal sino a un compromiso con la memoria colectiva.
“Me siento orgulloso de la historia de nuestro país y, en especial, de Caraguatay, porque aquí pasé mi infancia. El objetivo es que los jóvenes conozcan la valentía de nuestro ejército en aquella desigual contienda y que no perdamos nuestra identidad como paraguayos”, señaló.
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En julio, el señor Prieto hizo una primera entrega de las maquetas de los vapores Ypora y Ahambay. Hoy sumó otras cuatro. Como si fuera poco, adelantó que este lunes día central de la conmemoración de la gesta sorprenderá con la donación del emblemático buque Paraguarí y del histórico lanchón en el que combatió el teniente Fariña.


La jornada no se limitó al acto protocolar. En el parque se vivió un ambiente de fiesta popular: la Municipalidad de Caraguatay organizó un asado comunitario, se presentaron números folclóricos y, al caer la noche, se anunció la proyección de una película paraguaya.
Familias enteras, niños, jóvenes y adultos disfrutaron de las actividades, reforzando la idea de que la memoria también se transmite en comunidad.

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Recuerdos de Caraguatay
Prieto insistió en que tiene muy buenos recuerdos de Caraguatay y es por eso que quiso hacer esto.
“Es mi granito de arena. Mis abuelos eran de Caraguatay, yo pasé aquí mi infancia y, de grande, volví. Lo hago como paraguayo que ama su historia y quiere que los niños crezcan conociendo nuestras raíces. Gracias a nuestros antepasados hoy seguimos en pie como nación, después de haber enfrentado a tres potencias de la región. Eso no se debe olvidar”, expresó con firmeza.
La donación de las maquetas no solo enriquece el acervo del Museo de la Armada, sino que se convierte en un símbolo de resistencia cultural.
En cada réplica, en cada detalle, late la memoria de una nación que se negó a rendirse y que, aún en la adversidad, defendió con valentía su soberanía.
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