El viernes 25 de julio, el grupo de jóvenes voluntarios de la organización “Levantá Escuela” llegó hasta esta institución, ubicada frente a una transitada avenida de J. A. Saldívar, en el Departamento Central. Lo que encontraron fue una escuela en condiciones críticas: una muralla a punto de caer, ausencia total de comedor escolar, falta de sillas, grietas profundas en las paredes y un ingreso peatonal sin vereda, lo que expone diariamente a los alumnos al peligro del tránsito.
“Estamos evitando una tragedia”, dijo con tono firme Samuel Clevert, presidente de la organización. “Este colegio refleja el abandono generalizado del sistema educativo. No es un caso aislado. Ya estuvimos en 44 instituciones y todas tienen algo en común: la ausencia total del Estado.”No hay comedor, no hay sillas… y sí, hay peligro”, resaltó.
Durante la jornada de intervención, los voluntarios realizaron trabajos de limpieza, pintura, reparación de la cancha y reacondicionamiento de espacios comunitarios. También construyeron una lista de urgencias: sillas rotas, baños inhabilitados, aulas sin ventilación y falta de seguridad en la entrada.
“Es increíble que haya chicos cruzando una ruta para entrar a clases sin que exista ni una vereda. Están totalmente expuestos”, señaló uno de los voluntarios.
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“No tenemos comedor. Los chicos a veces traen lo que pueden y almuerzan en las aulas, si es que traen algo”, comentó una docente. “El techo tiene filtraciones, y cuando llueve, muchas veces no se puede dar clase. Y si se cae esa muralla, no sé qué va a pasar. Acá se está esperando que pase algo para reaccionar”, advirtió con resignación.

Un Estado ausente, una comunidad que resiste
Clevert explica que “Levanta Escuela” nació como un proyecto ciudadano con el objetivo de intervenir simbólicamente cien escuelas públicas. Lo que comenzó como una iniciativa puntual en Asunción fue ganando fuerza a medida que recorrían el país y descubrían la magnitud del abandono.
“Hasta ahora ayudamos a más de 38.500 alumnos. Y no solo pintamos paredes: intentamos dejar una escuela más segura, más digna, más humana. Lo que duele es que esto lo estamos haciendo jóvenes voluntarios. ¿Dónde está el Estado?”, cuestionó.
Una de las estrategias que implementan en cada colegio es reacondicionar la cancha para que la comunidad pueda organizar torneos y actividades deportivas que generen ingresos.
“Les dejamos una herramienta para que puedan seguir luchando solos. Porque esa es la realidad: las escuelas están solas”, lamentó.

Riesgo país: estudiar bajo estructuras agrietadas
El caso del Colegio Nacional Coronel Felipe Toledo no es una excepción, sino un reflejo de una problemática estructural. Escuelas con techos que se llueven, cables pelados, aulas sin ventilación, baños colapsados y espacios sin agua potable forman parte del día a día de miles de estudiantes paraguayos.
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En muchas instituciones, la refacción depende exclusivamente de actividades organizadas por padres, docentes o exalumnos. Ferias, rifas y campeonatos deportivos se convierten en formas desesperadas de conseguir fondos para tapar los agujeros que deja la desinversión pública.
“Queremos dejar un antes y un después en cada institución. Queremos que los chicos sepan que merecen más, que no es normal estudiar en ruinas. Y también queremos incomodar a las autoridades: no pueden seguir mirando para otro lado”, expresó Clevert.
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El sueño de levantar 100 escuelas
La organización ya tiene presencia en casi todas las ciudades del Departamento Central. Su meta es llegar a las 100 escuelas intervenidas y posicionar al Paraguay como el primer país de Sudamérica con una organización ciudadana que haya realizado ese tipo de trabajo de impacto estructural y social.
“Queremos hacer historia. Pero más que eso, queremos que algún día no tengamos que exigir. Queremos que las escuelas estén bien por derecho, no por caridad”, concluyó Clevert.
Mientras tanto, en J. A. Saldívar, el Colegio Coronel Felipe Toledo respira un poco más tranquilo gracias al esfuerzo de personas que, sin ser funcionarios, sin cobrar un guaraní y sin tener obligación alguna, decidieron ponerse al hombro lo que le corresponde al Estado.