Entre raudales, calles rotas y basura, viven hoy los vecinos del barrio Terminal de Asunción, donde el intendente, Óscar “Nenecho” Rodríguez (ANR-cartista), había prometido construir una cuenca de desagüe pluvial con parte de los G. 360.000 millones producto de la emisión de bonos G8, en 2022. A casi tres años de ese compromiso, se agravan los problemas, consecuencia de la falta de infraestructura.
La peor parte la llevan los vecinos de la calle Yuasy’. Con cada lluvia, la zona se inunda. El sumidero, construido a principios de este siglo, durante la administración de Evanhy de Gallegos, hoy ya no da abasto.
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Mariana Reyes, presidenta de la comisión vecinal, contó a ABC que con cada lluvia, la basura que viene de todas las calles aledañas arrastrada por el raudal, tapona el sumidero, inutilizándolo. “El agua no corre más y retrocede hacia nuestras casas”, relató.

El paso de los años y la falta de mantenimiento del sumidero tiene a la estructura en serio estado de deterioro, con varias vigas sueltas o a punto de soltarse, lo que genera enormes agujeros que son un peligro para quienes circulan por el lugar, sobre todo en motocicletas. A esto se suma el pésimo estado de las calles transversales, donde los enormes baches hacen prácticamente imposible el tránsito en vehículos bajos.
Nenecho les dijo que “no hay plata”, denuncian
La representante vecinal contó que como comunidad recurrieron a todas las instancias, entre ellas al presidente de la Junta Municipal, Luis Bello (ANR - HC) y hasta al propio intendente. “Nenecho nos dijo que no hay plata porque esta zona no es comercial, no junta el dinero suficiente para que ellos puedan invertir en esta zona”, dijo Reyes.
La presidenta de la comisión reclamó que no se haya aplicado el mismo parámetro, por ejemplo, con el vecino barrio San Pablo, donde se está construyendo el desagüe pluvial y donde, según tienen información, los impuestos son mucho más bajos que los que pagan ellos.
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Comparó la situación del barrio con la vecina ciudad de Lambaré, cuyo límite está a escasos metros. “Acá, a dos cuadras, G. 800.000 anual nomás se paga en impuestos. Nosotros, de G. 4 millones a G. 6. millones anuales, que financiamos hasta en 6 cuotas”, dijo Reyes. Explicó que hay vecinos que pagan hasta G. 20 millones en impuesto inmobiliario, sin tener obras de infraestructura necesarias.

La dirigente vecinal añadió que el sumidero construido sobre Yuasy’y se hizo con la promesa de continuar hasta la cuenca del arroyo Ysaty, que pasa por el medio del predio de la Estación de Buses (ex Terminal), y que es de donde viene toda el agua que desemboca frente a sus casas.
Dinero de bonos se esfumó
Al 31 de mayo, en la cuenta corriente del Banco Basa destinada los bonos G8, apenas quedaban G. 123 millones de los G. 360.000 millones obtenidos con la emisión, en 2022. Rodríguez había prometido con ese dinero hacer 8 cuencas de desagüe pluvial, pero apenas se iniciaron cuatro: Santo Domingo, General Santos- San Antonio, San Pablo (cuenca Lambaré) y Abasto (cuenca Itay). Ninguna está terminada.
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En la cuenca Abasto, la obra está parada. La contratista, el Consorcio Pluvial Abasto, integrado por Construcciones y Viviendas Paraguayas S.A. (Covipa) y Chaves Construcciones S.A.I. y representado por Silvio Manuel Peña, inició un proceso de advenimiento por falta de pago.

Antes de ser apartado de la Intendencia, Rodríguez le pidió a la Junta Municipal eliminar del plan de inversión de los bonos G8 las cuatro obras que no inició: Ayala Velázquez, España II, Terminal y Universidad Católica. Propuso agregar en su lugar la cuenca de Bartolomé de las Casas y Fernando de la Mora. El proyecto fue rechazado este miércoles por la Junta Municipal.
Encabezada por Carlos Pereira, la intervención a la administración de Óscar Rodríguez comenzó el 24 de junio y es a pedido de la Contraloría General de la República (CGR), que confirmó el desvío de G. 500.000 millones de bonos que eran para obras y tiene como eje central el uso del dinero de los bonos G8.
Inseguridad creciente
A los problemas de infraestructura, los vecinos suman la inseguridad creciente en el barrio Terminal, producto del abandono de las instituciones. Mariana Reyes contó que para ellos las noches son de terror. “Nosotros mandamos poner las luces, antes estábamos a oscuras, pero es difícil, porque igual nos roban las luces”, denunció.

Vecinos que prefirieron el anonimato por temor a represalias, denunciaron también que constantemente las casas son visitadas por delincuentes. En el barrio hay una creciente cantidad de adictos, personas en situación de calle y miembros de comunidades indígenas abandonados a su suerte.
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A esto se suma la trata de personas con fines de explotación sexual, sobre todo de niños y niñas indígenas, una problemática que las autoridades no quieren ver, pese a trágicos sucesos que ocurrieron en el lugar, como el asesinato de una niña en el año 2020.