Dignidad y esfuerzo: nobles trabajadoras desafían el frío por el sustento diario

A pesar del intenso frío, hay personas que a la madrugada ya deben estar despiertas para poder generar ingresos a fin de subsistir. Acá te contamos las historias de dos nobles trabajadoras que se dedican a pelar mandioca y vender yuyos en los mercados de Asunción y San Lorenzo.

Mercado 4 y San Lorenzo, trabajadoras, frío
Leónida Gómez hace 40 años trabaja pelando mandioca, en el Mercado 4.

Leónida Gómez trabaja desde hace 40 años pelando mandioca en el Mercado 4 de Asunción, a fin de generar ingresos para la subsistencia diaria.

Cerca de la 1:00 de todos los días, prende su brasero y ya arranca con su noble labor. Más de 50 bolsas pela diariamente en un puesto instalado en la avenida Rodríguez de Francia casi Perú.

Comentó que trabaja de lunes a sábado y, en caso de necesidad, también los domingos.

“A la 1:00 empiezo y a las 10:00 aproximadamente termina el trabajo. El tema del San Juan estamos aprovechando. Yo pelo, uno lava y otro pesa. Este es mi propio negocio y yo trabajo con tres personas más. Incluso, le estiro a esos chespis para hacerles trabajar. Casi 1.000 kilos pelo por día”, reveló.

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Vende yuyos para cuidar de su marido enfermo

Por su parte, Leyda Melgarejo se dedica a la venta de remedios refrescantes en el Mercado de San Lorenzo, con el objetivo de generar ingresos.

Como sea hago para sobrevivir porque siempre hay deudas, pagar la luz y también uno se enferma. Mi esposo tiene que tomar sus pastillas por el dolor de huesos que tiene, entonces sí o sí tengo que trabajar”, dijo.

La noble trabajadora comentó que su esposo padece una enfermedad de los huesos que requiere, como parte de su tratamiento, el consumo diario de un fármaco costoso.

Mercado 4 y San Lorenzo, trabajadoras, frío
Leyda Melgarejo vende remedios refrescantes en San Lorenzo para poder generar ingresos y, sobre todo, lograr comprarle a su marido del medicamento que requiere para su enfermedad de los huesos.

Lo que gana destina a comprar medicamentos

Reveló que su marido sigue tratamiento en el Hospital de Tobatí, donde no hay disponibilidad del medicamento que requiere. A raíz de ello, lo que gana en la venta de yuyos lo destina a la compra del fármaco.

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“Toma dos pastillas por día: una de mañana y otra de tarde. Lo que gano es para una tableta prácticamente y con ella llevo una leche y pan, luego ya se termina. Ese es mi trabajo”, lamentó.

Precisó que el medicamento que consume su marido cuesta G. 120.000 y contiene una tableta de 10 pastillas, que las consume en solo cinco días.

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