En su homilía, monseñor Valenzuela se preguntó “qué se puede construir cuando la voz de las armas sustituye al diálogo de los hombres”, advirtiendo que la amenaza y el miedo están logrando que muchas personas dejen de expresarse, de manifestar sus inquietudes y de denunciar sus necesidades.
Refiriéndose a los recientes crímenes, Valenzuela calificó como “tremendamente dolorosas” las experiencias vividas en el país.
“Aquel pobre trabajador del delivery que por defender su recaudación perdió la vida. O esta muchachita, María Fernanda, que por defender la vida que llevaba en su vientre, fue asesinada”, lamentó.
El prelado denunció que la vida humana hoy parece tener muy poco valor, y llamó a rezar por las víctimas y sus familias. Resaltó que actualmente vivimos en una sociedad asfixiada por la violencia y la indiferencia.
“Necesitamos un espíritu nuevo que nos enseñe a dialogar como hermanos. Que nos ayude a entender incluso al adversario, a reconocer que todos somos hijos de Dios”, expresó.
El obispo insistió en que la falta de diálogo y el egoísmo social están erosionando la posibilidad de una convivencia fraterna y pacífica, empezando desde las relaciones familiares, los vecinos, las comunidades y hasta las instituciones públicas.
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No apagar la fe ni la esperanza
Monseñor Valenzuela continuó sus reflexión exhortando a la ciudadanía a no permitir que el miedo y la violencia apaguen la fe, la esperanza ni la capacidad de construir una sociedad más justa.
“Todavía podemos hacer muchas cosas buenas. Quien tiene fe, espera en Dios. Y a esa persona nada le va a faltar”, afirmó.
Urgente apertura al Espíritu y rechazo al egoísmo
El obispo también alertó sobre los males que provocan los corazones cerrados, egoístas y legalistas, que piensan solo en su propio interés y olvidan la enseñanza de Cristo.
“El que se encierra en sí mismo, termina en el pecado. Necesitamos una sociedad movida por el Espíritu de Dios, con personas capaces de amar, de tener paciencia, de actuar con bondad, lealtad y dominio de sí”, señaló.
Un llamado a recuperar los valores humanos y cristianos
Finalmente, Valenzuela afirmó que Paraguay necesita hombres y mujeres con amor, alegría, paz, paciencia y amabilidad y lamentó que cada vez haya menos de esos valores visibles en la vida pública y privada. “Nuestros niños y jóvenes claman por ese tipo de personas”, aseguró.
La homilía cerró con una plegaria a la Virgen de Caacupé para que acompañe a las familias paraguayas, a los migrantes y a todos aquellos que hoy atraviesan situaciones de dolor, violencia e injusticia.
Como cada domingo la explanada de la Basílica de Caacupé estuvo repleta de feligreses. Se tuvo a visitantes que acudieron de Ciudad del Este, Mariano Roque Alonso, Luque, Nueva Italia, Misiones, Caaguazú, Ayolas y Limpio.

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