Monseñor Escobar expuso con claridad las causas estructurales que llevan a miles de compatriotas a buscar nuevos horizontes fuera de su tierra natal.
“Hoy rezamos por aquellos miles de paraguayos y paraguayas que tuvieron que dejar su tierra porque nuestro país no les ha brindado las condiciones mínimas para progresar: tierra propia, casa digna, trabajo seguro, salud pública accesible y educación de calidad”, denunció.
Enfatizó que es urgente generar condiciones dignas en nuestro país para evitar que más familias se vean forzadas a emigrar.
Recordó que desde la Revolución de 1947 la migración paraguaya hacia la Argentina ha sido constante, convirtiendo a Buenos Aires en la ciudad con mayor población paraguaya fuera del país, superando incluso la cantidad de habitantes de Asunción.
“Hoy se estima que en Buenos Aires viven más de 500.000 paraguayos, y en toda el área metropolitana la cifra podría superar los dos millones, incluyendo descendientes”, detalló.
Monseñor Escobar lamentó también las restricciones impuestas a migrantes en países vecinos y cuestionó que muchos gobiernos se jacten de las remesas enviadas por sus compatriotas en el exterior, sin asumir responsabilidad por las causas estructurales de la migración.
“Mil millones de dólares al año envían nuestros compatriotas al Paraguay, una cifra que iguala lo que exportamos en carne vacuna. Y, sin embargo, se les sigue dificultando el derecho al voto y a registrarse desde el exterior”, advirtió.
Además, describió las consecuencias sociales de la migración, como la fractura familiar y el desarraigo cultural. “La migración es una dura condena a los gobiernos incapaces de generar oportunidades en sus países de origen”, sentenció.
Un mensaje de unidad y compromiso cristiano
Monseñor Escobar destacó también la coincidencia de estas celebraciones, señalando que todas confluyen en un mismo llamado: “Caminar juntos como Iglesia sinodal, atentos a los signos de los tiempos, y generar comunión, solidaridad y acompañamiento entre los pueblos”.
Invitó a los fieles a asumir el mandato de Cristo. “Celebramos la vocación cristiana que todos hemos recibido, gracias a la invitación que Jesús, al ascender a los cielos, nos dejó la misión de ir al mundo entero a proclamar el Reino de Dios, bautizando en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, expresó.
La misión de comunicar con verdad y esperanza
En el contexto de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, Mons. Escobar instó a comunicadores y periodistas católicos a ser portadores de esperanza, pero también de verdad. “Seamos luz en medio de las sombras, aunque la verdad duela. Solo así podremos construir una sociedad más humana y justa”, afirmó.
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Una mirada hacia Pentecostés y un clamor a la Virgen de Caacupé
Antes de concluir su homilía, Mons. Escobar recordó la inminente celebración de Pentecostés, e invitó a los fieles a preparar el corazón para recibir al Espíritu Santo. “Seamos testigos del Reino de Dios y animemos la firmeza en la fe, la constancia en la oración y la perseverancia en el servicio”, exhortó.
En un momento especialmente emotivo, encomendó a todos los migrantes paraguayos dispersos en Argentina, Brasil, España y Estados Unidos a la protección maternal de la Virgen de Caacupé. “Madre amantísima, acrecienta el sentido de pertenencia a una gran familia y ayuda a aliviar las numerosas formas de pobreza y miseria”, oró.
La celebración se cerró con un pedido colectivo por la paz social y la convivencia respetuosa en Paraguay, rogando a la Virgen que ilumine el camino de todos los ciudadanos para que juntos construyan una patria más justa, fraterna y solidaria.
Como cada domingo, la explanada de la basílica estuvo repleta de feligreses; acudieron familias de diversos lugares como Luque, Fernando de la Mora, Pedro Juan Caballero, Santa Rosa, Nueva Colombia y Ciudad del Este.
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