Este año, la conmemoración del Día Internacional de la Gestión Menstrual llega marcada por un hito histórico: “la reglamentación de la Ley N.º 6993/2022, que garantiza la provisión gratuita de productos para la gestión menstrual a mujeres y niñas en situación de vulnerabilidad”.
En Paraguay, la menstruación sigue siendo tema tabú en muchas familias y comunidades. Esta situación afecta de manera directa la salud, la autoestima y la participación plena de muchas niñas y adolescentes en sus comunidades y espacios educativos.
kits de higiene menstrual
En nuestro país existe el Decreto N.º 3439/2025, recientemente firmado por el Poder Ejecutivo, que establece como objetivo principal asegurar el acceso universal, gratuito, suficiente y oportuno a kits de higiene menstrual para usuarias del sistema de salud pública, priorizando especialmente a quienes se encuentran en condiciones de pobreza o exclusión.
Una causa urgente y colectiva
“La reglamentación de esta ley representa un paso fundamental, pero aún queda camino por recorrer. Garantizar baños seguros, agua potable, información clara y entornos sin estigmas es esencial para que niñas y adolescentes vivan su menstruación con libertad, salud y plena participación”, señaló Noelia Errecarte, representante país de Plan International Paraguay.
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Jornada comunitaria de sensibilización
Plan International Paraguay desarrollará, hoy miércoles, una jornada comunitaria de sensibilización y promoción de derechos en la V Región Sanitaria del departamento de Caaguazú, e impulsa una actividad similar en el Bañado Sur, Asunción, en coordinación con la Asociación Mil Solidarios.
La mencionada organización comparte, en este día, historias de vida, entre ellas la de una joven de nombre Luz, quien tenía 11 años cuando su mamá le habló sobre la menstruación. Cuatro semanas después, le bajó su periodo. Sintió miedo, pero también calma: estaba preparada. “Mi mamá me dijo que era algo normal, que era parte de ser mujer”, contó. Al poco tiempo, cuando una compañera se asustó por su primer periodo, Luz supo acompañarla. Le dijo que hablara con su abuela, que no estaba sola.
Por otra parte, Camila, una joven proveniente de una comunidad indígena, no tuvo esa preparación. Su menarquía le llegó a los 12 años y no sabía lo que pasaba. “Nadie me había hablado. Sentí mucho miedo y vergüenza. No sabía cómo contarle a mi mamá”, recurrió primero a su sobrinita, quien fue quien la animó a confiar en su madre.