La Pascua Dolorosa, un capítulo oscuro de la dictadura stronista en Paraguay

En abril de 1976, hace 49 años, durante la dictadura de Alfredo Stroessner, Paraguay fue escenario de una de las represiones más brutales de su historia, conocida como la Pascua Dolorosa. Este episodio, ocurrido en plena Semana Santa, marcó un punto de inflexión en la lucha contra el régimen autoritario, dejando una profunda huella de dolor y resistencia en el pueblo paraguayo, particularmente entre los campesinos de las Ligas Agrarias Cristianas.

Las Ligas Agrarias Cristianas, surgidas en los años 60 a través del trabajo de sacerdotes, representaban una amenaza para el régimen por su organización comunitaria y su demanda de reforma agraria.
Las Ligas Agrarias Cristianas, surgidas en los años 60 a través del trabajo de sacerdotes, representaban una amenaza para el régimen por su organización comunitaria y su demanda de reforma agraria.

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La Pascua Dolorosa tuvo como objetivo desarticular la Organización Político-Militar (OPM), un grupo clandestino que buscaba establecer una resistencia armada contra el régimen. Sin embargo, la represión no se limitó a los miembros de la OPM. Bajo el pretexto de combatir la insurgencia, el gobierno de Alfredo Stroessner lanzó una cacería humana en la región de Misiones, dirigida principalmente contra las Ligas Agrarias Cristianas, un movimiento campesino que promovía la educación popular y la lucha por la tierra.

El operativo, liderado por el comisario Camilo Almada Morel, alias Sapriza, uno de los torturadores más notorios del stronismo, se caracterizó por su violencia indiscriminada. Centenares de campesinos, muchos sin vínculos con la OPM, fueron detenidos, torturados y trasladados a centros de detención como la cárcel de Abraham Cue, convertida en un campo de concentración. Al menos nueve campesinos fueron ejecutados, y otros sufrieron desapariciones forzadas, dejando a familias enteras en la incertidumbre.

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Mentiras, torturas y muertes

La represión se extendió más allá de Misiones, afectando a diversos sectores sociales y políticos. En Asunción, figuras como el sacerdote Raimundo Roy fueron engañadas por las autoridades, quienes prometieron no torturar a los detenidos. Sin embargo, líderes como Mario Schaerer Prono, de la OPM, fueron brutalmente torturados hasta la muerte, evidenciando la crueldad del régimen. Esta escalada represiva consolidó el control de Stroessner, pero también profundizó el descrédito de su gobierno.

Las Ligas Agrarias Cristianas, surgidas en los años 60 a través del trabajo de sacerdotes, representaban una amenaza para el régimen por su organización comunitaria y su demanda de reforma agraria. La Pascua Dolorosa no solo destruyó este movimiento, sino que también desarticuló el tejido social campesino, consolidando la contrarreforma agraria que favoreció a los aliados del régimen y exacerbó la desigualdad en la distribución de tierras.

El impacto de la Pascua Dolorosa trascendió los hechos de 1976. Según la Comisión Verdad y Justicia de Paraguay, cerca de 20.000 personas fueron torturadas y 423 desaparecieron durante el stronismo, muchas de ellas durante operativos como este. Los Archivos del Terror, descubiertos en 1992, revelaron la magnitud de la represión y la colaboración del régimen en la Operación Cóndor, un plan regional para eliminar opositores.

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Reclaman justicia desde hace 49 años

A 49 años de la Pascua Dolorosa, las víctimas y sus familias siguen exigiendo justicia. Eusebio Ortellado, hijo de Silvano Ortellado, uno de los ejecutados, ha denunciado la falta de avances en los procesos judiciales, señalando que los crímenes de lesa humanidad no prescriben, pero la voluntad de los jueces para actuar sigue ausente.

El legado de la Pascua Dolorosa es ambivalente: por un lado, simboliza el terror impuesto por el régimen de Stroessner, que gobernó Paraguay desde 1954 hasta 1989; por otro, representa la resistencia del pueblo paraguayo. Las movilizaciones campesinas y estudiantiles de los años 80, inspiradas en parte por la memoria de las víctimas, contribuyeron al debilitamiento del régimen, que finalmente cayó con el golpe de Estado de Andrés Rodríguez en 1989.

La Pascua Dolorosa no es solo un evento del pasado; es un recordatorio de la necesidad de justicia y de la lucha por un Paraguay más equitativo.

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