“No más prepotencia ni feminicidios”, clamó Mons. Ricardo Valenzuela en Caacupé

El obispo diocesano, monseñor Ricardo Valenzuela, lanzó un fuerte y conmovedor llamado a erradicar la prepotencia y los feminicidios. Fue durante la celebración de la Vigilia Pascual en la Basílica de Caacupé, frente a una multitud que se reunió para conmemorar la noche más sagrada del calendario cristiano. Señaló que la prepotencia es una deformación del amor, que conduce a abusar, dominar y hacer sufrir al otro.

El obispo de Caacupé, Mons. Ricardo Valenzuela, enciende el cirio en el inició de la Vigilia Pascual.
El obispo de Caacupé, Mons. Ricardo Valenzuela, enciende el cirio en el inició de la Vigilia Pascual.FAUSTINA AGUERO

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En su reflexión, en la noche que la Iglesia celebró la resurrección de Cristo, monseñor Ricardo Valenzuela abordó con firmeza la violencia que muchas mujeres siguen padeciendo en nuestra sociedad. Señaló que la prepotencia es una deformación del amor, que conduce a abusar, dominar y hacer sufrir al otro. “Pensemos en el amor enfermo que se transforma en violencia ¡y cuántas mujeres son víctimas de eso hoy en día!. Esto no es amor”, expresó, y exhortó a amar como lo hace el Señor: con respeto, libertad y entrega.

La Vigilia Pascual comenzó fuera de la basílica con la bendición del fuego.
La Vigilia Pascual comenzó fuera de la basílica con la bendición del fuego.

El obispo calificó al feminicidio como una manifestación del mal que aprovecha la vulnerabilidad de quienes no pueden defenderse. “Es humillante, muy humillante, y es una herida que nos concierne a cada uno de nosotros”, resaltó con firmeza.

Inspirado por el relato evangélico de las mujeres que descubrieron el sepulcro vacío y anunciaron la Resurrección, el prelado invitó a los fieles a seguir su ejemplo: ver, escuchar y anunciar. “Ellas fueron las primeras testigos de la luz en medio de la oscuridad”, dijo. Y agregó: “En esta noche, dejémonos tomar de la mano por ellas para descubrir la luz de Dios que sigue brillando en medio de las tinieblas del mundo”.

También advirtió sobre el riesgo de quedar atrapados en la desesperanza, en la apatía y en el fatalismo que entierra la alegría de vivir. “Muchas veces no levantamos los ojos del suelo. Sólo miramos el presente que pasa, sin esperanza”, lamentó. Frente a esa realidad, la Pascua se presenta como una oportunidad de transformación profunda: “El miedo, el dolor y la muerte no tienen la última palabra”, remarcó.

Reiteró que Jesús no está entre los muertos, sino vivo, presente en la historia de cada persona que lucha, que sueña, que sufre. “Cada vez que creemos saber todo sobre Dios, que lo encerramos en nuestros esquemas, repitámonos: ¡no está aquí!”.

En un tono profético, criticó la rutina vacía que impide una experiencia verdadera de fe: “Un cristianismo sin Pascua, que busca al Señor en las costumbres del pasado, es un cristianismo estancado. ¡Pero el Señor ha resucitado!”.

¿Qué pasa con las mujeres a las que se les ha arrebatado injustamente la vida?

En el momento culminante de su homilía Monseñor Valenzuela llegó con una interpelación directa: “¿Qué hemos hecho de esas mujeres del Evangelio? ¿Qué pasa con las muchas mujeres a las que se les ha arrebatado injustamente la vida?”. E instó a la comunidad a pedir el don de la conversión, de las lágrimas, y de un corazón abierto al sufrimiento del otro.

La celebración pascual, según el obispo, no debe quedar en el consuelo personal sino impulsar a una fe viva y activa. “La Pascua no sucede para que lloremos la muerte de Jesús, sino para abrir nuestros corazones al anuncio de su victoria sobre el mal y la muerte”, resaltó.

Finalmente, con un tono esperanzador, recordó que Cristo está vivo y sigue pasando, sanando y liberando. “Con Jesús, el Resucitado, ninguna noche es infinita; incluso en la oscuridad más densa, brilla la estrella de la mañana”, afirmó.

La homilía concluyó con un llamado a la oración por una sociedad herida por la guerra, la violencia y la injusticia. “Rezamos por tantos sufrimientos. Podemos ofrecer nuestra compañía, nuestra oración y decirles: ‘¡Valor, estamos con ustedes!’. Y también recordarles la gran noticia de esta noche: ¡Cristo ha resucitado!”, puntualizó monseñor Ricardo Valenzuela.

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