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Miles de pobladores de la región y más de 30 mil turistas provenientes de distintos puntos del país y del exterior se acogieron en Misiones para vivir y admirar la conjugación de la religiosidad popular, el arte y la tradición, en Tañarandy, este Viernes Santo.
Este año se vive con mayor sentimiento debido a la partida física de su creador, el arquitecto, artista plástico y artesano Delfín Roque Ruiz Pérez, más conocido como Koki, quien falleció el pasado 20 de diciembre a consecuencia del cáncer. Ya no está presente, pero su legado lo mantiene vivo en la comunidad de Tañarandy.
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Almudena, Macarena y Julián Ruiz, los herederos del artista, tomaron la posta este año y pudieron armar toda la representación religiosa y artística que su padre creó en 1992 y posicionó a este pequeño, pero pintoresco pueblo en el mapa turístico nacional e internacional.
Koki, amante de la cultura y de las tradiciones, con su familia hace 33 años, creó lo que hoy conocemos como la procesión por el Yvaga Rapé de la Virgen Dolorosa, con el cántico de los estacioneros e iluminados por candiles y antorchas hasta llegar a la Barraca.
Representación de cuadros icónicos
En el lugar se realiza cada año la puesta escénica de los cuadros vivientes, recreando las obras de grandes artistas universales, tales como La Última Cena, de Leonardo da Vinci. También aparecen El Descendimiento de la Cruz, obra de Roger Van der Weyden; y La Piedad, de Miguel Ángel.
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Asimismo, suele realizar los retablos hechos de diferentes materiales, como imágenes de la Virgen de Caacupé, rosarios o frutos del campo, dependiendo de la temática que pretende representar en cada Semana Santa el artista.

La comunidad de Tañarandy es una de las compañías del distrito de San Ignacio, en el departamento de Misiones y está ubicada a 225 kilómetros al sur de la capital de nuestro país, Asunción.
Y este año las actividades del Viernes Santo arrancaron a las 15:00, horario en que se conmemora la muerte de Jesús en la cruz. Este acto contó con el canto de los estacioneros en el jardín donde descansan los restos de Koki Ruiz.
La tradición sigue vigente
Posterior a esto, alrededor de las 19:00, una vez que el sol estaba a punto de su puesta, inició la procesión de la Virgen Dolorosa desde la quinta “La Gloria”, por el Yvaga Rapé, que fue iluminado por más de 20.000 candiles y 400 antorchas.

La imagen fue llevada en andas, acompañada por los cantos de los estacioneros y feligreses, así como también de turistas que llegaron desde diferentes puntos del país y del extranjero para apreciar este acto de religiosidad y tradición popular.
La procesión de la imagen de la Virgen Dolorosa llegó hasta el Centro Cultural “La Barraca”, donde fue alzada en medio del retablo hecho por los hermanos Ruiz, el cual fue moldeado en su momento por Koki.

Tras la puesta de la Virgen en el retablo, se dio la presentación de los cuadros vivientes que recrearon las obras de los más reconocidos artistas universales. Las estatuas humanas fueron representadas por integrantes de grupos teatrales del interior del país, como los de la comunidad anfitriona, de Cordillera e Itapúa (Encarnación), además de la colaboración de voluntarios de Asunción.
Homenaje a Koki Ruiz
Tras culminar este momento, se dio paso a la segunda parte del evento, que es el homenaje a Koki Ruiz, donde en un sector de “La Barraca” se presentaron fragmentos de las obras más icónicas del artista plástico.
Se presentó el retablo hecho de miles de rosarios para la ceremonia de beatificación de María Felicia de Jesús Sacramentado, Chiquitunga.

También se presentó parte del altar de maíz, coco y otros frutos, que Koki había preparado para el acto central durante la visita del Papa Francisco a nuestro país. En el altar se aprecian las imágenes de San Ignacio de Loyola y San Francisco de Asís.
Tras culminar toda esta representación, que evoca la religiosidad popular y el arte, el público presente se mostró maravillado por todo lo que pudo apreciar en esta ocasión.
Más que una tradición, el legado de Koki Ruiz se convirtió en herencia viva, presente en sus hijos y en cada rincón de Tañarandy. Este Viernes Santo, su esencia volvió a iluminarse en una obra que habló de fe, identidad y pertenencia.

Una edición especial para el corazón
La viuda de Koki Ruiz, Norma Fretes señaló que este año es una edición muy especial de Tañarandy ya sin la presencia física de su creador.
“Este año es una edición muy especial, se crearon muchas expectativas tanto para nosotros como para toda la comunidad, ya que existía mucha responsabilidad porque Koki dejó una vara muy alta”, dijo.

“El trabajo de mi marido quedó impregnado en sus discípulos, en la comunidad de Tañarandy. Lo que pasa que el arte de Koki es un arte donde se participaba y en ese sentido el pueblo se apropia con cada trabajo que hacía y aprendía de ello” agregó Fretes.