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La magia de Koki Ruiz brilló imponente bajo un cielo encapotado, que no le permitió a la luna iluminar el Centro Cultural La Barraca. Desde ese lugar, durante más de 30 años, el creador de la Semana Santa en Tañarandy, junto con decenas de colaboradores, amantes del arte, hizo resplandecer ese pueblito de este distrito misionero y lo posicionó en la ruta del turismo religioso a nivel nacional e internacional.
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Koki, el creador e impulsor de la Semana Santa en Tañarandy, falleció el 20 de diciembre de 2024 al perder su lucha contra el cáncer. En su ausencia física, sus hijos: Julián, Macarena y Almudena tomaron la posta para continuar con su legado. La viuda de Koki, Norma Fretes, acompañó a sus hijos en este tributo a quien fue su compañero de vida y de sueños.

La tradicional procesión de la Virgen Dolorosa por el Yvága Rape, unos 5 km iluminados con 20.000 candiles de apepú y 400 antorchas, comenzó con la puesta del sol. Al llegar a La Barraca se realizaron las representaciones de su arte, único.
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“El arte, la fe y el amor; esta comunidad le rinde homenaje a quien entregó su vida por mantener viva esta tradición”, expresó su hijo Julián, reemplazándolo en esa explicación que hizo durante décadas ante las miles de personas que visitaban Tañarandy para apreciar su magnífica obra.

“El retablo principal, el rostro de Chiquitunga, nos recuerda aquel día inolvidable de su beatificación. Fue Koki quien realizó ese retablo monumental”, expresó en referencia a un fragmento de esa obra realizada para el acto de beatificación de María Felicia de Jesús Sacramentado, exhibido en La Barraca.
“Él mismo decía que fue la obra que más sintió hacer en su vida, la que más le conmovió profundamente”, subrayó.
“También están hoy dos figuras del retablo que construyó con coco, maíz y andaí para la visita del Papa en el año 2015. Aquella obra realizada con materiales nobles y simples fue un gesto poderoso de arte popular. Aunque efímera, fue reconocida y celebrada en todo el país y el mundo”, añadió.

En este pasaje hizo referencia a las imágenes de San Francisco de Asís y San Ignacio de Loyola, expuestos en La Barraca.
En el Yvága Rape
El canto de los estacioneros, el brillo de los candiles sobre el Yvága Rape; la imagen de la Virgen Dolorosa avanzando en procesión para encontrarse con su hijo, en un acto de fe y de arte que él soñó y construyó durante más de tres décadas”, dijo.
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“También quisimos recordarle a través de su obra. Como pudieron ver en el Yvága Rape, los cosecheros rindieron homenaje a su amor por el campesino y la tierra paraguaya; esa tierra generosa que tantas veces retrató en su arte con orgullo y gratitud”, indicó.

Cuatro cuadros vivientes de obras distintas de la Última Cena
Para los cuadros vivientes, elegimos representar la Última Cena porque fue una temática profundamente trabajada por Koki Ruiz a lo largo de su vida. Por eso, este año quisimos rendirle homenaje retomando esa misma temática, expresó Julián, con voz entrecortada por la emoción.
Los cuatro cuadros vivientes que presentamos esta noche están inspirados en la Última Cena, pero cada uno transmite un momento distinto de la Pasión y Muerte de Cristo.

La Última Cena de Da Vinci, tradicional y solemne, es el inicio de este camino de luz y recogimiento.
El segundo revive la visión de Andy Warhol, pero con un componente añadido, un medio de escena: los discípulos comienzan a alejarse, dejando solo a Cristo. Esa soledad se expresa a través de la actuación, la iluminación y la música, generando momentos de fuerte impacto emocional.

El tercer cuadro retoma una estética inspirada en una obra de papá sobre la piedad, que representa la crucifixión. Cristo ya no está sentado, sino de pie, vestido de blanco, bajo una cruz suspendida. A su alrededor, doce mujeres lo acompañan, en honor a aquellas que fueron las más fieles hasta el final. El cuadro está lleno de símbolos: oscuridad, grafitis, colores densos.
El cuarto y último cuadro presenta una escenografía inspirada en la Última Cena de Salvador Dalí. En escena, los doce discípulos simbolizan la permanencia de la luz de Cristo, relató Julián.
Canción “elegida”
El tema musical elegido se llama Grândola, villa morena, la canción con la que Koki deseaba ser recordado. Esta representación final fue interpretada por el equipo de La Barraca, su grupo de trabajo y de compañía de hace tantos años, expresó emocionado Julián.

Se sintió su presencia
“Mientras caminábamos, mientras escuchábamos el canto de los estacioneros, mientras ardían los apepu, mientras el arte de la oración y el silencio se unían, le sentíamos, sentíamos a Koki. Y estoy seguro de que ustedes también lo sentían”, dijo Julián, con la voz quebrada y fue apoyado por la gente con aplausos.

“Por eso, desde la organización y desde lo más profundo del corazón de mi familia, queremos agradecer a todos los que vinieron ayer, hoy y a lo largo de estos años a ser parte del camino de fe y tradición. Gracias al equipo de La Barraca por el compromiso de siempre y por haber acompañado a papá durante tantos años de entrega y cariño. Gracias a los estacioneros, a los bomberos voluntarios y al grupo Yakairã por su valiosa participación en esta edición”, finalizó.