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Tras la bendición de las palmas en la capilla San Miguel, los presentes acompañaron en peregrinación la sagrada imagen del Señor de las Palmas, que fue trasladada hasta la catedral Inmaculada Concepción de María. En su homilía, el padre López Benítez manifestó que es un momento para renovar el amor a Jesucristo.

Además, relató que “en la vida podemos ser como Simón de Cirene, que ayudó a Jesús a llevar la cruz. Así también podemos nosotros ayudar a muchos prójimos que pasan necesidad: muchos enfermos, personas con cáncer y otras enfermedades, que padecen angustia, deudas, agobio, depresión, soledad y que también necesitan una palabra de esperanza”.
El sacerdote resaltó que, al comenzar el gesto tradicional de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, se recuerda que Él entra como un rey, pero un rey sencillo, humilde. “Por eso se dice que viene encima de un burrito, no de un caballo, sino del burrito: el animal del trabajo, del sacrificio, símbolo de la paz. No viene en son de guerra, sino en son de paz”, explicó.

Dijo que ese Jesús es quien llega a la comunidad. “El apóstol Pablo dijo que, aunque es Hijo de Dios, se hizo tan pequeño y asumió nuestra condición de servidor, aceptando con obediencia la muerte, y una muerte de cruz. Por eso nos preguntamos: ¿por qué nuestro Dios decidió morir así? ¿Por qué y para qué? Y fue para demostrar a los cristianos cuánto nos quiere Dios. Por eso vino Jesús, para morir por nosotros”, reflexionó.
<b>Insta a buscar de nuevo a Dios</b>
Señaló que durante la peregrinación, se cantó la palabra “¡Hosanna!”, una expresión antigua que significa: “Señor, sálvanos”, “te imploramos, Señor, sálvanos”, y recordó que “Él viene para eso. En vida, hermanos, podemos ser como Pedro, haber negado al Maestro”.
El religioso señaló que muchas veces “nos equivocamos, erramos, caemos, pero Dios nos da una oportunidad, como un canto del gallo que despierta nuestra conciencia y nos dice: la de buscar de nuevo a Dios, volver a recuperar la amistad con Jesús. Por eso, en la Palabra de Dios dice que, aunque las montañas cambien de lugar y se desmoronen los cerros, no cambiará mi amor por ti”, añadió.
Recordó que la Semana Santa es una ocasión muy especial para reconectar con Jesús, renovar el amor a Jesucristo y ayudar al prójimo a llevar su cruz.
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Resaltó que todos podemos ayudar. “Tenemos que preguntarnos: ¿de qué manera puedo yo ayudar? ¿Qué puedo hacer, como Simón de Cirene, para ayudar a algún necesitado a llevar su cruz? Así como Simón de Cirene aprendió a llevar la cruz, por eso Jesús dijo: ‘Si quieres ser mi discípulo, toma tu cruz y sígueme’”, recordó.
El religioso instó a mirarnos a nosotros mismos y preguntarnos a quién podemos ayudar a aliviar una cruz que le resulte pesada. “Hermanos, en la vida podemos pasar también como esa gran multitud, mirando la Semana Santa como un gran espectáculo. Estos días, seguro que muchos van a pasar como ojos de turistas que solo observan, como si fuera un acontecimiento que no toca ni el corazón, ni lo que ve, ni lo que escucha”.

“Podemos formar parte de ese pequeño grupo de amigos, varones y mujeres, que acompañaron hasta el pie de la cruz a Jesús”, refirió. Agregó que en aquel entonces los seguidores, al mirar a Jesús, se entristecieron, por lo que estaba pasando, pero también tuvieron la esperanza de que un día resucitarían con Él.
“Finalmente, sugirió a los presentes iniciar esta Semana Santa confiados a nuestra Virgen María, madre de la esperanza, madre de aquella que perseveró hasta el pie de la cruz, hasta el final, demostrándonos cómo, en las pruebas y en las dificultades, ella nos enseña a seguir a Jesucristo. Ella nos enseña a vivir estos días para que sean de renovación espiritual, de fortalecimiento y de encuentro con el Señor”, concluyó.