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La educación pública en San Pedro se desarrolla entre la precariedad y la autogestión. La falta de muebles, aulas en condiciones adecuadas, problemas de conectividad, ausencia de docentes en algunas instituciones y la necesidad constante de refacciones, son desafíos que enfrentan a diario las comunidades educativas. Esto también se nota en la implementación del programa Hambre Cero.
En el distrito de Lima, en la escuela Carumbey 2, la implementación de la alimentación escolar no pudo arrancar con normalidad. En la primera semana hubo falta de coordinación y entrega tardía de provisiones. Sin embargo, actualmente el servicio se ofrece con mayor regularidad.

El comedor y la cocina funcionan en un aula con peligro de derrumbe, pero los niños igualmente aprovechan la alimentación. La comunidad valora la iniciativa.
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En el lugar trabajan una cocinera, una ayudante y una encargada de limpieza, quienes, con los insumos básicos, preparan y sirven la comida diariamente.
Hambre Cero, sin infraestructura en cuanto a cocina-comedor
Como en muchas instituciones del país, no existe una infraestructura adecuada para cocina-comedor, por lo que deben sacrificar salas de clase o de dirección para ese fin. En otros casos, los propios padres construyen cocinas improvisadas para garantizar el servicio alimentario.

A pesar de las carencias, docentes, alumnos y padres trabajan en conjunto por la formación integral de los niños. La escuela cuenta con una huerta escolar, un tatakua para el tradicional chipa apó, y promueven actividades como canto, declamación y deportes, en un ambiente de compañerismo y sana convivencia.
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La escuela se ubica en la comunidad rural de Carumbey 2, que comparte el nombre con la institución. Allí, se percibe un fuerte compromiso de toda la comunidad educativa en favor de la educación de los niños.