En su homilía, cuestionó abiertamente la falsedad, el fingimiento y la deshonestidad que, según señaló, muchas personas emplean en beneficio propio. “Una persona deshonesta suele utilizar la mentira, el robo, el engaño, la falsedad o el fingimiento”, advirtió e invitó a los fieles a reflexionar sobre su conducta personal.
Bajo el lema “Cruzando la Puerta Santa”, el obispo exhortó a meditar sobre las virtudes que es necesario reconquistar para vivir en una sociedad más justa. Recordó con nostalgia cómo, hace cincuenta años, la sociedad paraguaya se caracterizaba por su hospitalidad y honestidad. A modo de ejemplo, mencionó las costumbres de antaño en las canchas de fútbol, donde la confianza entre las personas era la norma.
“Ser honesto significa actuar con sinceridad y mostrar respeto hacia los demás y hacia uno mismo”, expresó. También dijo que la honestidad debe practicarse en todos los ámbitos de la vida: en la escuela, el trabajo, el hogar y en la vida pública.
Monseñor resaltó su mensaje pidiendo a los fieles que hagan un esfuerzo consciente por vivir con integridad. “Qué lindo es encontrar verdaderamente personas que sean así. Hoy más que nunca necesitamos esos ejemplos”, afirmó.
Lea más: Obispo cuestiona la corrupción y el trafico de influencias en la justicia

La dignidad y el ejemplo de San Pablo
En otro momento de su alocución, el obispo también reflexionó sobre el mensaje del Evangelio, recordando que “todos somos iguales para hacer el bien y crecer en dignidad”.
Durante su prédica, insistió en que este principio tiene que ser una guía constante en la vida de los cristianos. “Esto es lo que nunca tenemos que olvidar: todos somos iguales para hacer el bien y crecer en dignidad”, expresó ante los fieles reunidos.
Asimismo, enfatizó parte de su mensaje en la figura de San Pablo, a partir de la segunda lectura del día, y señaló cómo el apóstol, tras su encuentro con Jesús, cambió radicalmente su perspectiva sobre el mundo, considerando todo lo anterior como “basura y pérdida”. Este giro, dijo, se dio porque conoció verdaderamente a Cristo y estableció con Él una relación íntegra, auténtica y profunda.
“El secreto de San Pablo era su relación con Jesús. Era honesta, fuerte como la muerte, y eso le impulsó a hablar de Cristo, a sufrir por Él y a hacerse semejante, incluso en su muerte”, recordó. Asimismo, evocó la tradición que relata cómo San Pablo, al momento de ser decapitado, proclamó con firmeza el nombre del Señor.
Lea más: Obispo fustigó la corrupción que excluye a los pobres y la indiferencia hacia los indígenas
Finalmente, monseñor Valenzuela comparó la experiencia de Pablo con la de la mujer adúltera, ambos perdonados por Jesús y transformados por ese perdón. “Le fue perdonado mucho, por eso amó mucho”, concluyó.
Como cada domingo, en el santuario de la capital espiritual se pudo observar una importante concurrencia de visitantes que acudieron desde distintos puntos del país con sus familiares para escuchar la misa. Se tuvo la presencia de peregrinaciones de Luque, Mariano Roque Alonso, Nueva Italia, Argentina, Capiatá, Encarnación y Ciudad del Este.