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El presbítero Rubén Ojeda, rector del santuario de Caacupé, indicó que con los vendedores ambulantes que rodean al santuario siempre se trata de dialogar de la mejor manera posible, explicándoles que está prohibido la venta de materiales dentro de la explanada de la basílica.
En ese sentido, detalló que la La Municipalidad en conjunto con la Policía de Tránsito y la Policía Nacional, trabajan de forma constante cada fin de semana para organizar a los vendedores formales e informales, y tratar de mantener el ordenamiento de la zona sacra.
“El santuario es un lugar sagrado que tiene que ser protegido porque es un santuario nacional y amparado por ese peso es que se debe respetar el lugar y a las personas que hacen su visita. La venta de cosas se prohíbe solo dentro de la explanada. Afuera nadie les prohíbe vender sus cosas”, resaltó el rector Ojeda.
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Se reciben quejas de turistas
El padre Rubén Ojeda también acotó que desde febrero de este año ya han recepcionado varias notas de turistas y feligreses que expresaron su molestia por la presencia de los vendedores ambulantes dentro de la explanada de la basílica.
Dijo que ya le escribieron feligreses de Luque, San Lorenzo y Asunción quienes acuden cada domingo a la misa central y le dijeron que son perseguidos y extorsionados por algunos supuestos vendedores.
“Los feligreses muchas veces se sienten avasallados porque hay vendedores que prácticamente acosan a los visitantes hasta tal punto de causarles enojo, y muchos por eso ya se retiran con esa sensación de Caacupé y no quisiéramos que siga pasando eso. Solo pedimos que respeten la zona sacra” enfatizó el presbítero Rubén Ojeda rector de la basílica.
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Vendedoras ambulantes se sienten menospreciadas
Tras la prohibición de vendedores ambulantes dentro de la explanada de la basílica, las vendedoras de rosarios y velas manifestaron su indignación.
María González, dijo que hace más de 30 años ella con su familia se dedican a la venta de rosarios y artesanías en Caacupé.
“Nos sentimos menospreciadas porque no nos dejan entrar en el santuario. Esto es nuestro sustento porque muchas madres dependemos de lo que vendemos para alimentar a nuestros hijos”, expresó González.
Enfatizó que considera muy injusto que se impongan estas reglas en una ciudad religiosa y aseguró que la única forma que conseguían que la gente les compre sus productos era haciendo el recorrido adentro ese sector. La trabajadora pidió a las autoridades que pongan una solución al problema y que tengan en cuenta las necesidades de los trabajadores humildes que no tienen otra forma de salir adelante.
