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Lejos está el lago Ypacaraí de parecerse a ese espejo de agua azul, tan bien relatado en la clásica guarania “Recuerdos de Ypacaraí”, debido a la alta contaminación, que persiste desde hace casi dos décadas en toda su extensión.
En lugar de azul, el agua se tiñe de verde por la presencia de cianobacterias, una especie de bacteria de algas verdes que transforman el lago y le dan ese color. El efecto suele verse más en verano, la temporada alta por excelencia en ciudades de la cuenca del Ypacaraí, como San Bernardino o Areguá.
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Estas cianobacterias producen a su vez una eutrofización en el lago. “La eutrofización es un proceso de contaminación, que se produce cuando las aguas dulces de lagos y embalses reciben un exceso de nutrientes, principalmente nitrógeno y fósforo”, apuntaron científicos del Centro Multidisciplinario de Investigaciones Tecnológicas de la Universidad Nacional de Asunción (CEMIT-UNA).
Los expertos realizaron un estudio sobre la presencia de cianobacterias en el lago Ypacaraí, que fue publicado en una prestigiosa revista internacional dedicada a estudios científicos. “Impacto de la turbidez, la temperatura y el nitrógeno total en la proliferación de cianobacterias en el lago Ypacaraí (Paraguay)”, se denomina el estudio de los investigadores locales.
Lago “verde” de Ypacaraí: seis géneros y nueve especies de cianobacterias
El exceso de nutrientes que reproducen las cianobacterias, se da por la carga residual de industrias, negocios como curtiembres o mataderos y, también la que proviene de los hogares. Estos residuos desembocan en el lago Ypacaraí desde cinco ciudades y sus cuencas.
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En el lago se encontraron seis géneros y nueve especies de cianobacterias. “La mayoría de estas especies son potenciales productoras de toxinas”, alertaron los científicos de la UNA.
La diarrea, erupciones cutáneas, dolor de oído, tos o irritación, congestión y dolor ocular son algunos síntomas comunes asociados a las toxinas de las cianobacterias, como las halladas en el sitio.
El estudio se hizo con muestreos entre el 2015 y el 2016 en seis puntos del lago: la playa de San Bernardino, la de Areguá; las áreas de influencia de los arroyos Yukyry y Pirayú; la boca del río Salado, un canal por donde desemboca el lago al río Paraguay y, uno último de baja afluencia.
Lo que plantean científicos de la UNA para recuperar el lago Ypacaraí
El doctor Gilberto Benítez, investigador principal en este estudio y responsable del área de gestión de proyectos ambientales del Cemit, explica que si bien el estudio se hizo con base en muestreos de hace casi una década, se considera que la situación del lago no cambió.
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“Es de esperar que las cianobacterias tengan una presencia importante y que pueda observarse nuevamente ese color verde. Además, tenemos reportes recientes de algunas zonas donde ya presenta este color”, explicó.
La primera propuesta del estudio para recuperar el lago es la instalación de un sistema de drenaje y tratamiento de aguas residuales, que permitan reducir la carga de nitrógeno y fósforo que dan a luz a las cianobacterias.
“Algunas ciudades de influencia del lago están instalando estos sistemas de drenaje, pero solo en algunos barrios, por lo que no es suficiente para mitigar las cargas de contaminantes”, explicó el doctor Benítez.
La protección de humedales es vital para la gestión de calidad del agua del lago, apuntan
La segunda sugerencia de los científicos de la UNA es la protección de los humedales de toda la zona del Ypacaraí. “La restauración ecológica y la creación de zonas de amortiguamiento (con los humedales), serían acciones prácticas para reducir aporte de nutrientes”, indican los investigadores.
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Para las zonas de humedales que fueron afectados por alguna actividad, se recomienda tratar de repoblar con la misma vegetación que pueda encontrarse en estos lugares.
“Si es la misma vegetación la que se instala en zonas donde habían humedales o esteros, no genera un impacto ambiental negativo, lo que sí puede ocurrir si se introducen especies nuevas”, advirtió el doctor Benítez.
Los autores del estudio son Gilberto Benítez, Claudia Raquel Ávalos, Gustavo René Brozón, Mabel Díaz Cubilla y Andrea Alejandra Arrúa, todos del CEMIT-UNA. Además, Gabriela Sosa, del Laboratorio de Agua y Sedimentos de la Itaipú Binacional y, Andreas Ries de la Facultad Politécnica de la UNA.