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Desde hace más de seis meses, la Articulación de Ollas Populares Pykui viene denunciando el desabastecimiento de insumos que habitualmente recibían por parte del Ministerio de Desarrollo Social y que se cortó en diciembre del año pasado.
Esta organización, que aglutina a gran parte de las más de 600 comunidades organizadas en ollas populares, señala que esta situación afecta a alrededor de 100.000 personas que dependen de estos comedores para recibir una alimentación mínima.
Cira Novara, una de las organizadoras de esta articulación, asegura que, pese a contar con un presupuesto de más de G. 11.000 millones para este fin, el Ministerio de Desarrollo Social alcanza para apenas ocho de cada diez comedores a nivel país.
Además, agrega, lo hace de manera deficitaria, en entregas irregulares, que demuestran una descoordinación e improvisación en la implementación de los recursos. “No pueden administrar el poco presupuesto de ‘Ollas populares’ y pretenden administrar el presupuesto de ‘Hambre cero’”, criticó.
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Ollas populares: comedores están parados, aseguran
Desde el corte de la provisión de insumos, la situación en los comedores populares se volvió más crítica que nunca, pese a que lo que recibían por parte del Estado era apenas una tercera parte del presupuesto mensual y solamente productos no perecederos.
Los productos frescos y más costosos, como carne, leche, huevo o queso, corren por cuenta de la propia comunidad. Mensualmente, pese a la precariedad económica, logran colectar alrededor de G. 3.000.000 para estos productos.
“Cada comedor, prácticamente, da comida a alrededor de 150 personas como promedio. Comunidades indígenas, campesinas y periurbanas. Esto realmente está generando una crisis, porque tampoco existe el programa ‘Hambre cero’ que se implemente”, recordó Novara.
Agregó que no se trata de comunidades que vivan del Estado, sino que en estas, la pobreza y el hambre son problemas reales. “Los trabajos, por más que sean de 15 o 16 horas diarias, no alcanzan a cubrir un ingreso de salario mínimo”, refirió.
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Riesgo de estallido social
Novara señaló que esta situación es todavía más crítica en las comunidades indígenas y que los comedores alivianaban la crisis familiar con un plato de comida y, si hay leche, al menos la merienda.
Agregó que al menos durante la pandemia había personas solidarias que se sumaban a estas comunidades con un plato de comida, pero que actualmente la crisis económica golpea tan fuerte a las familias de clase media que ya no alcanza para compartir.
“No es que la gente haya perdido la solidaridad, sino que los ingresos familiares son limitados, lo cual agudiza la crisis. Realmente, en cualquier momento va a haber una explosión social, porque no tiene límite en cuanto a profundidad”, señaló.
“Falta de empleo, falta de alimentos. No es alimento desayunar cocido negro con galleta, almorzar arroz, fideo o tortilla y cenar otra vez cocido negro. Eso no es alimento, eso no es digno. Y el Ministerio tiene que dejar de hablar e implementar las políticas como corresponde”, concluyó.