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La historia fue relatada a nuestro medio por Merardo Molinas, contratista paraguayo especializado en construcción de silos, quien fue uno de los que sufrió junto a sus compañeros la odisea de quedar varados a 1.700 kilómetros de la frontera paraguaya, en las cercanías de Brasilia, sin recursos para volver.
El grupo de trabajadores paraguayos fue contratado supuestamente por la firma brasileña Carretao Mecánica Pesada, Alinhamiento e Auto Eléctrica, Limitada, originaria de la ciudad de Dourados, Mato Grosso do Sul.
Sin embargo, el trabajo para el que los convocaron debía realizarse en las cercanías de Brasilia, específicamente a unos 1.700 kilómetros de la frontera paraguaya.
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Les pagaron solo la primera parte
Como coordinador, Molinas llevó su equipo, compuesto por Carlos Sebastián Fretes López, Elvin Lombardo González, David Lombardo González y Antonio Ramón Pereira. Cuando llegó el momento del primer pago, los brasileños cumplieron y, confiados, los compatriotas enviaban buena parte de sus ingresos a sus familiares en Paraguay, quedando con poco efectivo, esperanzados en el siguiente cobro.
Pero no contaban con que repentinamente, la firma Carretao abandonaría el lugar de la obra sin pagarles la mitad adeudada.
Desesperados, los compatriotas decidieron volver como pudiesen a Paraguay. Usando todo el dinero disponible para el combustible para tan larga odisea, se dieron cuenta de que no iban a llegar a territorio paraguayo sin ayuda.
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Ayuda de la Embajada brasileña y el Consulado paraguayo
Fue allí que se les ocurrió contactar con la Embajada en Brasilia y esta, por vía telefónica, envió fondos y avisó al Consulado de Campo Grande que los paraguayos pasarían por esa ciudad, camino a Dourados donde iban a intentar cobrar la deuda pendiente.
Luego de horas de mucha incertidumbre, en la que los compatriotas temían quedar varados y sin alimentos, el Consulado General de Campo Grande los asistió.
Cuando finalmente llegaron, se les organizó una recepción para festejar lo que se consideró un heroico logro, teniendo en cuenta que los compatriotas estuvieron en peligro.
El Cónsul General decidió también abrir la sede para que pudieran pasar la noche bajo techo, ya que la temporada de frío se estaba iniciando.
La llegada fue una fiesta
Dado el feriado del 21 de abril en Brasil, por el día de Tiradentes, los diplomáticos improvisaron una fiesta para los compatriotas con comida, frutas y jugos, además de lácteos. El gesto fue muy apreciado por los damnificados. La ayuda social que se les entregó fue destinada casi totalmente a la compra de combustible para regresar y se les regaló una bolsa de maní para su alimentación en el viaje.
Una vez que llegaron a Dourados, la firma Carretao, tomada de sorpresa, “y de mala gana”, relatan los compatriotas, les pagó el saldo adeudado. Pero lo hicieron en un cheque cruzado, sabiendo que no iban a poder esperar al lunes para efectivizarlo. Desde el consulado les dijeron a los trabajadores que, si la cuenta llegara a estar sin fondos, la denuncia que le harán a la firma será millonaria, por lo que a la empresa no le conviene engañar a los paraguayos.
Después de pasar por tantos obstáculos, finalmente nuestros compatriotas llegaron a la ciudad de Coronel Bogado.