El significado del Domingo de Ramos

¡Que viva Jesús en la celebración del Domingo de Ramos! El inicio de la Semana Santa es el vivo recuerdo de su entrada a la ciudad de Jerusalén, donde fue recibido como un rey. Dios, en su infinita misericordia, no nos abandona, sino que siente nuestro dolor.

Padre Osmar López y Mons. Celestino Ocampo, en la celebración del Domingo de Ramos.
El inicio de la Semana Santa es el vivo recuerdo de su entrada a la ciudad de Jerusalén, donde fue recibido como un rey.

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El Domingo de Ramos tiene un significado importante para los cristianos: recuerda la llegada de Jesús a Jerusalén cuando lo saludaron con hojas de palma en el trayecto.

El padre Osvaldo Duarte Ramírez, misionero redentorista, responsable superior provincial, mencionó que la centralidad de la reflexión de la fecha está en el relato completo, según San Mateo, de la pasión y muerte de Jesucristo.

“Por eso es una lectura larga y la centralidad es la reflexión”, acotó.

“Jesús ha pasado 40 días en el desierto, en el sentido de la cuaresma, buscando fortalecer su propia voluntad ante la voluntad de Dios. Y al descender a Jerusalén en esos días en que se celebraba la Pascua judía, Él entró a la ciudad, que se vivió como una fiesta”, relató.

“Jesús estaba ya amenazado de muerte y tuvo que armarse de coraje para entrar a la ciudad, la gente lo vio, muchos arrancaron ramas y olivos para saludarle y aclamarle porque lo conocían por los milagros. Otros se sumaron a la muchedumbre con esa exclamación”, continuó.

“Nos llama a la reflexión en nuestra conciencia cristiana, en el sentido de ser discípulos y misioneros, pero no para atribuir un poder mágico a los ramos, sino para confirmar mi compromiso con Jesucristo como bautizado y discípulo”, enfatizó.

En el relato de la pasión hay dos actitudes que realmente llaman la atención:

“La actitud de Jesucristo en la cruz, por el dolor tremendo, se sintió abandonado. Y pregunta: ‘Dios mío, ¿por qué me has abandonado?’”.

“Sin embargo, estando en la cruz entre dos delincuentes, Jesús escucha el improperio y ofensa de uno de ellos que grita: ‘Si verdaderamente eres hijo de Dios ¿por qué no te salvas?’”, recordó el sacerdote.

“Y al otro lado, el buen ladrón le reprende al mal ladrón y le dice a Jesús: ‘Acuérdate de mí cuando estés en tu reino”.

El responsable superior provincial refirió “esa meditación de sentirse abandonado en la noche oscura, como dijo Santa Teresa. Cuando en la vida se pasa por un momento muy malo parece que fuimos abandonados y surgen reclamos a Dios más que alabanzas”.

Nos dice de esta manera: “No te he abandonado, estoy acompañando y sintiendo tu inmenso dolor. Es la misericordia de Dios”, expresó Duarte Ramírez.

La celebración está marcada por la costumbre de portar unas hojas de palma que en Paraguay se estila llevar como una ofrenda que será bendecida en la misa y que se guardará en el hogar con un profundo simbolismo y respeto.

Es el último domingo de la Cuaresma y también el primero de la Semana Santa. Días previos a esta celebración, los cristianos acostumbran a adquirir unas hojas de pindó trenzadas; también se hacen pequeñas reliquias para llevarlas con un broche o en la cartera.

Las celebraciones de la fe cristiana tienen en cuenta la bendición de las palmas en las iglesias, la procesión y el recuerdo de la pasión de Cristo.

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