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El grupo Vecinos y Amigos de la Terminal viene denunciando hace tiempo, sin muchos resultados, una situación que en los últimos días se hizo viral en las redes sociales: la explotación sexual de niñas indígenas en el barrio Terminal, de Asunción, y que es algo que sucede a la vista de todo el mundo.
Liana Viveros, una de las integrantes del grupo, contó que la realidad que hoy se expone en las redes es algo que vienen denunciando hace muchísimo tiempo, sin respuesta alguna de parte de las instituciones como el Ministerio de la Niñez, Codeni, la Policía Nacional o del INDI.
“Hay prostitución infantil, hay un proxeneta, hay venta de drogas a los indígenas”, aseguró. “Son violadas por los propios delincuentes”, aseguró, al tiempo de decir que “estas niñas están todo el día paradas” frente a sus casas esperando que alguien las alce, señalando que son “regentadas” por los delincuentes, aprovechando que no tienen familia.
Contó, además, que hay hoteles de la zona que permiten que estas personas ingresen con menores, aunque aclaró que hay también quienes rechazan esta situación y que forman parte de la comisión de vecinos que están denunciando este tipo de situaciones.
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“Clientes” llegan en autos de lujo
La denunciante señaló que llegan hasta el vecindario vehículos lujosos que alzan a estas pequeñas. Además llegan los motociclistas, quienes sin ningún escrúpulo las llevan.
Incluso, cuentan que ni siquiera saben qué sucede de estas pequeñas, atendiendo que nadie sabe si es que vuelven o no. Hasta temen que las hagan desaparecer.
En la zona, hace poco tiempo, se había encontrado el cadáver de una pequeña indígena asesinada, cuyos restos fueron guardados en una mochila.
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Utilizan expeluquería como aguantadero
Viveros denunció que los delincuentes utilizan como aguantadero, donde ingresan a estos menores, la antigua sede de una reconocida peluquería, que hoy está abandonada y que tanto los propietarios como los vecinos intentan mantener limpia, pero que por las noches resulta imposible evitar que ingresen los delincuentes y las menores.
Incluso mandaron poner unas chapas como protección, pero terminó sirviendo para realizar sus crímenes sin que nadie los observe. Contó que la propiedad tiene un altillo, donde se esconde a los menores cuando la Policía ingresa. “Los meten ahí y son abusados”, señaló al tiempo que contó que los mantienen drogados.
Asimismo, los vecinos mencionan que los vecinos se están organizando para actuar en caso de ser testigos de esta situación; de hecho, muchas veces son ellos mismos quienes intervienen a pesar del peligro, teniendo en cuenta que los clientes suelen ser peligrosos delincuentes.
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Radiografía de nuestra sociedad llamada “profamilia”
Para la abogada especializada en derechos humanos Diana Vargas, la sociedad que está consumiendo el producto de la explotación sexual de estas niñas es la sociedad que las tiene que proteger. Esa es la misma sociedad, puntualizó, que después dice que somos un país “profamilia”, criticó.
Vargas señaló que esta situación es una muestra cruel de la violencia estructural contra las comunidades indígenas de parte del Estado y de la sociedad paraguaya. Esta violencia es particularmente importante, aseguró, contra las niñas y las mujeres, algo que tiene que ver con la violencia machista de la que esta sociedad no está dispuesta a hablar, pero que existe.
Resaltó que paradójicamente, cuando esa misma sociedad tiene ante sus ojos esa realidad, nos indigna y se mediatiza, pero que a pesar de que es algo que sucede todo el tiempo, dentro de los hogares, y que no ha generado desde el Estado alguna medida de protección contra esa violencia estructural.
Para Vargas, hemos incluso tenido retrocesos en el reconocimiento de la violencia de género, que ocurre en sus comunidades, con los pastores, etc. Porque resulta que instrumentar el cuerpo de las niñas como si fuera un objeto del cual los hombres pueden tomar, no es algo que solo se grita como denuncia en consignas de marchas feministas, sino que eso es algo que ocurre en la realidad, recalcó.
Esto no se resuelve negando la violencia machista
Con respecto a la posibilidad de resolver estos problemas, Vargas señaló que esto no se soluciona golpeando las puertas del INDI o del Ministerio de la Niñez y listo. Esto no se resuelve mientras el Estado siga negando la existencia de la violencia machista y la violencia contra las comunidades indígenas.
“Esto les pasa a las niñas en el 80% dentro de sus familias. Las niñas indígenas viven en sus comunidades, y cuando están desplazadas vienen a la capital y ahí vemos de manera más abierta lo que otras niñas paraguayas sufren en sus casas, por aquellos que se supone que las tienen que proteger”, dijo.
“Preguntemos a los candidatos qué tenemos en materia de propuesta electoral en materia de protección de las comunidades indígenas. Si se piensa o no en aumentar la inversión en las familias indígenas. Cómo fortalecer las capacidad de cuidado y del vínculo de las familias. Nosotros tenemos que mirar en términos de protección social”, aseguró.
“El Estado tiene que brindar servicios y prestaciones que permitan a estas familias mejorar su capacidad de cuidado de esos hijos e hijas que tienen. Todas las comidas del día, calidad de educación, una vivienda digna, agua potable, todo eso tiene que ver con protección social”, destacó.