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Una multitud de creyentes participó de la misa que presidió Su Eminencia en el santuario de Tuparenda, ubicado en el kilómetro 35,5, jurisdicción Ypacaraí. Allí el Movimiento de Schoenstatt recordó el Día de la Alianza de un grupo de jóvenes con la Virgen María.
Se celebraron cuatro misas y la tercera estuvo a cargo del cardenal Martínez.
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El purpurado reflexionó sobre las bodas de Caná, y valoró la importancia del matrimonio, aunque se mostró alarmado por el aumento considerable de las separaciones y los divorcios.
Misión del laico
También destacó la misión del laico, que para la Iglesia es tema del 2022. Al dirigirse a los dijo: “Les exhorto a que, desde los valores del Reino, contribuyan a transformar las situaciones de pecado que oprimen a nuestro pueblo: la corrupción, la inequidad, la violencia silenciosa de la pobreza que excluye y descarta a los más débiles, niños y ancianos, indígenas y campesinos, jóvenes sin oportunidades ni horizonte para sus vidas, familias desestructuradas, agresión al medio ambiente, entre otros males que padecemos en el Paraguay”.
En otra parte de su alocución recordó al evangelista Lucas, de quien la tradición dice que fue médico. Agregó que la Iglesia siempre se ha ocupado de los enfermos a lo largo de la historia, con la creación de hospitales, centros asistenciales, centros de recuperación de adicciones para rehabilitar a aquellos que han sido víctimas de las drogas.
Explicó que la caridad y la solidaridad con el enfermo debe ir más allá de algunos actos esporádicos de generosidad. También supone y significa una nueva mentalidad que piense en términos de comunidad, de prioridad de la vida, que se traduzca en políticas públicas de bien común en el ámbito de la salud. “Esto requiere impulsar decididamente una reforma profunda del sistema sanitario para el acceso universal a la salud en el Paraguay, como un derecho humano fundamental”, apuntó.
No olvidar a enfermos
Invitó a rezar por los enfermos y olvidar el compromiso de trabajar por el bien común, para que todos ellos tengan una atención oportuna y de calidad en los centros sanitarios en todo el territorio nacional.
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“La corrupción, pública y privada, no deja de dañar nuestra confianza y de malgastar los recursos destinados a mejorar las condiciones de vida de nuestro pueblo, en especial de los sectores vulnerables. Seguimos necesitando y reclamando el bien común de la salud, de la educación, del alimento, de la dignidad de toda vida, del trabajo y el ingreso justo, de la vivienda, de servicios públicos de calidad y de políticas firmes y sostenidas que afiancen la equidad y el desarrollo para todos”, afirmó.
Al referirse a la evangelio meditado durante la misa y que refiere a las bodas de Caná, dijo aquél acontecimiento resalta el sacramento del matrimonio y la constitución de una familia. Jesús asistió a esa boda y con su presencia demostró cuán honroso es a los ojos de Dios el matrimonio. Agregó “también vemos la importancia de invitar a Jesús a nuestro matrimonio, sobre todo si queremos que éste acabe bien y sea la experiencia feliz con la que Dios dio esta bendición al hombre y a la mujer. Cada uno de los cónyuges necesita entregar su vida al Señor y tomar la decisión firme de formar un hogar donde Cristo tenga el lugar más importante”.
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Martínez sostuvo que ningún acontecimiento familiar mueve tanto a propios y extraños como una boda. Son familias enteras que se unen para la creación de una nueva familia. La alegría es grande en todas las épocas y en todos los pueblos, en todas las culturas. “ El ritual social y religioso de las bodas sigue siendo muy importante para las personas y para las familias hoy. Sin embargo, es cada vez más frecuente ver que la alianza de amor que se juran los novios es frágil y se rompe. Nos interpela la cantidad de separaciones y de divorcios que afecta a tantas parejas que, con gran ilusión, habían iniciado su vida conyugal, afirmó.
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Ante esa realidad, valoró la espiritualidad y el trabajo apostólico de los schoentatianos que adquiere una gran actualidad e importancia, no sólo en el acompañamiento a las parejas y a las familias que han sabido llevar su matrimonio con fidelidad, testimoniando el amor, que es reflejo del amor trinitario; sino que también se dedican a acompañar y fortalecer la fe y la pertenencia a la Iglesia de las familias heridas.