Es urgente el protagonismo de laicos ante la corrupción

Monseñor Adalberto Martínez, nombrado por el papa Francisco como nuevo arzobispo de la Arquidiócesis de Asunción, hace un llamado a la ciudadanía a aportar al saneamiento moral de la nación despojándose de la inmadurez y la tibieza. “Es necesario y urgente el protagonismo de los laicos”, afirma en esta entrevista. “No alcanza con llamarse cristiano (...) Hay que jugarse la vida...”, remarca el prelado.

Monseñor Adalberto Martínez, obispo de Villarrica.
Monseñor Adalberto Martínez, nuevo arzobispo de Asunción.Archivo, ABC Color

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-La ciudadanía recibió con simpatía su designación como arzobispo, un conocido de los asuncenos

-En primer lugar, agradezco de corazón las muestras de simpatía y confianza que han manifestado muchas personas de todo el país, así como representantes de sectores privados y públicos. Esa confianza nos compromete a seguir a trabajando con humildad y perseverancia desde la Iglesia por el bien del país. Consideramos que la Iglesia Católica tiene una gran responsabilidad, desde su misión específica que es la evangelización, en favorecer procesos sociales de diálogo y concertación por el bien común, que apunte a superar las inequidades estructurales para que todos los que habitan en nuestro suelo patrio tengan vida digna y vida plena.

-Viene de la diócesis de Villarrica. Será coincidencia, pero de allí también partió monseñor Felipe Santiago Benítez, un combativo de su tiempo

-Le agradezco la mención a la persona de monseñor Felipe Santiago Benítez. Es el que me ha recibido e incardinado en esta arquidiócesis al volver de mi diócesis de origen de las Islas Vírgenes en el Caribe. Él ha sido para mí un verdadero padre en la Iglesia. Me ha guiado, me ha apoyado y me ha formado en diversos aspectos. Monseñor Benítez fue un gran intelectual, experto en eclesiología y catequesis que lo llevó a ser un importante referente en el ámbito de la Iglesia no solo en nuestro país sino en América Latina y en el Vaticano. Un detalle y una feliz coincidencia: los dos hemos sido designados arzobispo siendo trasladados de la Diócesis de Villarrica del Espíritu Santo.

-¿Cuál fue su trayectoria? Estuvo en Islas Vírgenes pero se formó en Estados Unidos

-Yo podría ser considerado como alguien de vocación tardía camino al sacerdocio. Estudié primero en la Facultad de Economía de la Universidad Nacional de Asunción y hacía entre otras cosas periodismo deportivo como cronista en Radio Ñanduti. A los 22 años, viajé a Estados Unidos como migrante. En los primeros tiempos me dediqué a diversas actividades para pagar mis estudios de inglés: trabajé en mantenimiento de edificios, restaurantes, jardinería, distintos oficios. Es así que me vinculé con la parroquia y con la pastoral hispana en Washington. Allí conocí a un fraile franciscano capuchino, un joven sacerdote, Sean Patrick O’Malley, a quien acompañé en el trabajo con los migrantes hispanos en Washington. Al mismo tiempo, estudié filosofía en la Facultad de los Oblatos de María Inmaculada. Viajé a Italia, Roma, para proseguir los estudios de teología acompañado por la comunidad de la Obra de María. Es la que marcó mi espiritualidad sacerdotal siguiendo el carisma de la Unidad. La amistad con Sean Patric O’Malley, hoy cardenal arzobispo de Boston, perduró en el tiempo y él ha estado en los momentos importantes de mi servicio a la Iglesia.

-Es uno de los obispos más influyentes de Estados Unidos

-Él me consagró sacerdote donde ejercí el ministerio sacerdotal por 9 años en su diócesis en las Islas Vírgenes. Cuando solicité mi traslado al Paraguay, monseñor Sean fue coordenante cuando fui consagrado obispo en 1997 de manos justamente de monseñor Felipe Santiago Benítez. El resto de mi trayectoria es conocido y ha sido difundido ampliamente en estos días.

-Su nombramiento también coincide con el fin paulatino de la pandemia que obligó al 80% de los católicos a alejarse de los templos. La gente no está volviendo como antes a la Iglesia

-Gracias a Dios se ve una luz al final del camino en el tema de la pandemia por el covid. Todavía es pronto para decir que la situación sanitaria por la pandemia ya está superada y, en ese sentido, es prudente seguir adoptando los cuidados personales y comunitarios para evitar más contagios y fallecimientos. Desde la Conferencia Episcopal Paraguaya seguimos animando a la ciudadanía a la inmunización, como gesto de caridad con uno mismo y con el prójimo. Las restricciones sanitarias de la primera ola del covid incidieron en la rutina y en el ánimo de la gente y evidentemente influyeron en cuanto a la participación en las celebraciones litúrgicas.

-¿Qué puede estar pasando?

-Consideramos que la situación irá normalizándose en los próximos meses. Vale la pena destacar que la Iglesia no quedó estática. Salió de los templos para estar cerca de los más necesitados instalando comedores y ollas populares en la mayoría de las diócesis del país. En los meses más duros de casi nula actividad laboral para miles de personas, desde iniciativas de las parroquias y las pastorales sociales diocesanas se prepararon y se distribuyeron aproximadamente 30 millones de platos de comida. Las puertas de los templos estaban cerradas pero la Iglesia estaba junto a la gente con los platos de comida, la solidaridad ha multiplicado los panes, pero también con la Buena Nueva haciendo presente a Jesucristo a través de diversos medios y plataformas, “afirmando la ciudadanía de Dios también en las autopistas digitales”, como decía (el papa) Benedicto XVI.

-La comodidad de la televisión hace que muchos se queden en sus casas

-La televisión y las diversas plataformas de internet son un medio poderoso de evangelización que debemos seguir potenciando. Benedicto XVI habla de que hay un continente digital donde habitan millones de personas. Allí también debe predicarse el Evangelio. Es urgente predicar y testimoniar que Jesús es el único camino, verdad y vida. Sin embargo, nada sustituye al encuentro cara a cara y comunicarse de persona a persona.

-¿Cuándo cree que se va a normalizar todo?

-Estamos trabajando en ese sentido para que los fieles católicos y las personas que sienten la necesidad de acercarse a Dios encuentren una Iglesia de puertas abiertas, cercana, misericordiosa, samaritana. Pero no esperaremos que la gente venga a los templos. Tendremos que salir a compartir la vida de la gente, sentir sus anhelos y necesidades, y estar presentes allí donde más se necesita el anuncio del Evangelio. El papa Francisco nos invita a salir hacia las periferias, no solo geográficas, sino hacia las periferias existenciales: las del misterio del pecado, del dolor, la injusticia, la ignorancia y ausencia religiosa, las de toda miseria.

-El aislamiento tuvo consecuencias. ¿Perdió influencia la Iglesia con ese aislamiento tan prolongado?

-La misión, la razón de ser de la Iglesia es evangelizar. La Iglesia evangeliza por su testimonio y no por proselitismo. Recordemos el potente testimonio y mensaje del papa Francisco el Viernes Santo del año 2020. Me acuerdo que fue una tarde lluviosa. En la soledad, en medio del inmenso vacío de la plaza de San Pedro Francisco caminaba para la celebración de ese día llevando el peso del mundo en pandemia sobre sus espaldas. Esa imagen me conmovió y conmovió a millones de personas que lo vimos por televisión en todo el planeta. Evidentemente, la pandemia afectó el modo de hacer las cosas, requirió creatividad y exigió adecuar formas y estructuras.

-Hubo mucho ingenio. Se instalaron esas cadenas de oración por internet. Usaron también para organizar las ollas populares

-Esto vale no solo en pandemia sino como una actitud permanente en la Iglesia. En ese sentido, acompañamos el sueño del papa Francisco y será nuestro norte en la Arquidiócesis y en toda la Iglesia en el Paraguay. Dice el Santo Padre: sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación de la Iglesia. Los sucesivos informes proporcionados por el Latinobarómetro nos entregan informaciones valiosas. En el informe del 2020, se lee que la institución que mayor confianza y credibilidad tiene para la gente en Paraguay es la Iglesia, con un 77%, sobre un promedio de 61% para América Latina y el Caribe. Por otra parte, sabemos de la confianza de la ciudadanía en la Iglesia Católica en el Paraguay y eso nos compromete mas aún a actuar en consecuencia para el bien del país.

-Pero no no nos libramos del mal manejo de fondos en las instituciones. La corrupción moral y administrativa ha sido la constante. ¿Cómo encontró esta situación a la Iglesia?

-La corrupción es un mal que afecta y transversaliza toda la sociedad paraguaya. Como decían los obispos en 1979 (con su carta Saneamiento Moral de la Nación), no se tiene conciencia de ese mal, se ha perdido el sentido el pecado, y es necesario y urgente un proyecto social, cultural y político que apunte al saneamiento moral de la nación. Frente a esta situación, la Iglesia tiene una responsabilidad importante, ya que su principal misión es trabajar en la conversión de las personas a Cristo y a los valores y enseñanzas del Evangelio, lo que contribuirá a los cambios culturales que la sociedad paraguaya necesita para mitigar y superar la corrupción. La corrupción es un pecado grave, porque priva a la ciudadanía de su derecho a una vida digna, cuando se distraen recursos públicos destinados a la salud, a la educación, a la infraestructura, al desarrollo rural, a la calidad de vida por la destrucción del medio ambiente, entre otros. Dice el papa Francisco que la crisis ambiental está directamente relacionada con una profunda crisis social.

-¿Está de acuerdo en que hay que hacer reformas drásticas para que esta democracia bastante desgastada que tenemos funcione?

-Desde la Iglesia pondremos todo nuestro empeño y los medios necesarios para que en un diálogo social participativo se establezcan consensos básicos para impulsar las reformas que el país necesita en sus instituciones y que permitan iniciar el saneamiento moral de la nación. Para ello se necesita un profundo cambio cultural en el Paraguay. En la cultura de los pueblos no se dan saltos cualitativos. Esos cambios deben ser resultado de procesos educativos intencionados que debemos iniciar o reiniciar hoy y cuyos resultados se darán en el mediano y largo plazo. Nosotros tenemos la obligación de impulsar esos procesos con la conciencia de que el tiempo es superior al espacio (Papa Francisco).

-El 2022 fue declarado Año del Laicado. ¿Qué se pretende?

-Para conocer el pensamiento de los obispos sobre esta importante iniciativa pastoral, invito a leer la carta pastoral que la CEP publicó en diciembre pasado por el año del laicado. Lo encontrarán disponible en la página web de la Conferencia Episcopal (en www.episcopal.org.py). En esa carta decimos que es necesario y urgente el protagonismo de los laicos para que nuestra evangelización sea eficaz desde un modelo de Iglesia en salida, misionera, que no teme mezclarse con el mundo para que, desde los valores del Reino, contribuya a transformar las situaciones de pecado que oprimen a nuestro pueblo: la corrupción, la inequidad, la violencia silenciosa de la pobreza que excluye y descarta a los más débiles, niños y ancianos, indígenas y campesinos, jóvenes sin oportunidades ni horizonte para sus vidas, familias desestructuradas, agresión al medio ambiente, entre otros males que padecemos en el Paraguay.

-Justo entramos a un año de elecciones. Se dice que los laicos no sabemos elegir

-Los signos de los tiempos actuales nos presentan situaciones preocupantes, donde se señala a nuestro pueblo, a los laicos como afectados y responsables. Los obispos queremos que todos los bautizados maduren en su testimonio de vida aportando cada uno desde su vocación al saneamiento moral de nuestro pueblo y de nuestras instituciones. Dicen que, tanto en la vida pública como en la privada hay cristianos inmaduros y también tibios.

-Conste que estamos en un país de mayoría católica militante

-No alcanza con llamarse cristiano, ni con apariencias cristianas. Hay que jugarse la vida en ser como Cristo hoy. La formación integral de los laicos es un desafío que no podemos soslayar. Es una necesidad la evangelización del mundo político, social, económico, cultural y científico. Tenemos una herramienta muy valiosa que es la Doctrina Social de la Iglesia. Me comprometo a poner gran empeño en que la enseñanza de la Iglesia en materia social sea una prioridad en nuestra pastoral en la Arquidiócesis.

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